┊Ensayo y bodas.

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Te encontrabas en el ensayo de la boda de la hermana de tu novio. Estabas sentada viendo como hacían el baile principal los novios y como él se preparaba para el siguiente número. 

Sonreíste cuando él encontró tu mirada y te guiñó el ojo. Al otro extremo de la pista se encontraba su madre, lista para entrar a la escena. Cuando la canción se terminó dio inicio a la siguiente, tu novio y su madre tomaron posición para el baile; Él tomó a su hermana para bailar y su madre al novio.

Esperabas que la boda saliera como tanto lo habían planeado, y no era por alardear pero tú habías estado involucrada en la organización y te sentías satisfecha por cada decisión que se había tomado para el día de mañana. Estabas orgullosa de tu trabajo y mientras acompañabas a tu cuñada con cada preparativo, no podías pasar por alto de anhelar tu propia boda.

¿Te imaginabas comprometida? Sí, ¿Con él? Sí, ¿Y él se imaginaba contigo? No lo sabías.

Estabas tan absorta en tus pensamientos que no te diste cuenta de cuando se terminó la segunda canción y tu novio había caminado hasta ti, tendiéndote la mano para ir a bailar.

—El baile de los padrinos de la boda.—Te sonrió y ambos se colocaron en el centro de la pista.

Reíste pero colocaste una mano sobre su hombro y otra contra su mano, entrelazando los dedos. La balada los guiaba en un suave vaivén, a tal punto que recargaste tu mejilla sobre su hombro y cerraste los ojos, disfrutando de su cercanía y aroma.

Él te sostenía firmemente por la cintura, y con su cabeza recargada sobre la tuya, acercó sus labios a tu oído.

—¿Alguna vez pensaste en casarte?

Levantaste la mirada sorprendida, pero asentiste.—Últimamente, mientras le ayudaba a tu hermana con sus preparativos.

Ahora fue su turno de asentir. La canción llegó a su fin y te dio una última vuelta para quedar entre sus brazos, ambos se sonrieron con adoración y él depositó un casto beso sobre tus labios, para luego dirigirte a la mesa e ir por algo de beber.

La pregunta siguió rondando por tus pensamientos toda la noche.

(...)

Era el día de la boda cuando se arreglaron y partieron a la playa donde se llevaría a cabo el evento. No podías negar que él se veía impresionante con su traje de color negro y su cabello peinado hacía atrás, mientras que tu vestías un vestido azul largo y suelto de la cintura para abajo, sin mangas y resaltando la parte del pecho. Habías decidido recoger tu cabello en una coleta alta, haciendo lucir tu cuello con un elegante collar de oro y aretes a juego. 

Llegaron para recibir a los invitados y que todo marchara bien; Habías subido para comprobar a tu cuñada y ella había confesado estar nerviosa, por lo que tuviste que darle palabras de aliento para que no luciera de esa forma frente a todos. Bajaste para darle la señal a tu novio que en cualquier momento bajaría y que todos estuvieran listos.

La música sonó desde el costado derecho del novio, tocando su balada favorita. Tu estabas en el borde con los anillos, mientras veías como tu novio llevaba del brazo a su hermana y sonreían mutuamente, pero cuando ella conectó la mirada con su novio, viste como todo su esplendor cambió.

Sabías lo que era esa sensación.

La experimentabas en cada momento que lo veías, en cada mirada encontrada o en cada roce que había entre ustedes, entre las sonrisas compartidas y las miradas de deseos que podían tener.

Cuando llegó al altar, se posicionó a lado del novio y cuando te vio te guiñó el ojo, reíste y dio inicio a la ceremonia. Fue rápido y hermosa, declarando sus votos con tal devoción que podías imaginar el cambio de papeles, tú frente a tu novio, declarando su amor frente a sus familiares y amigos, con aquella mirada de admiración y ternura que se darían para culminarlo con un beso abrasador. 

Cuando se concluyó la unión, procedieron a pasar a recepción, donde todos los invitados tomaron sus respectivos asientos y el encargado de la fiesta invitó a los novios a pasar a la pista para su primer baile como marido y mujer. 

Todos aludieron cuando se posicionaron en la pista, y mientras observabas como empezaban a bailar al ritmo de la música lenta. Volteaste en busca de tu novio y lo viste hablando con su madre, ambos sonriendo y charlando mientras veían a la menor de la familiar disfrutar de su boda.

Estabas contenta con el resultado, todo estaba marchando de maravilla y no podías caber más de felicidad por eso; Cuando la siguiente canción sonó, cambiaron de pareja y viste como él le decía algo a su hermana que le hacía reír, pero la forma en que la vio, sabías que él se encontraba orgulloso de ella, estaba feliz por todo lo que había logrado.

Porque ella tenía su final feliz con la persona que amaba.

Tomaste de tu copa de vino, y antes de que pudieras hacer algo más, él se acercó a ti y te jaló a la pista de baile, tal y como lo habían ensayado la noche anterior. Sonreíste y aceptaste su acción, disfrutando de su cercanía y la forma en la que te envolvía cerca de su cuerpo, su forma de balancearse y los comentarios que hacía en tu oído por como te veías esa noche.

Lo siguiente que supiste fue como su hermana se había levantado sobre una silla y gritaba que atraparan el ramo, todas las mujeres de la fiesta corrieron a la pista y él te empujó en esa dirección, dándote ánimos de que lo atraparas. Tomaste lugar lo suficientemente enfrente para ver la trayectoria del ramo, querías atraparlo y estabas dispuesta a dar pelea por agarrarlo, así que cuando empezó la cuenta regresiva para lanzarlo, tiraste tus tacones a un lado y él los agarró riendo, tú solamente te enfocaste en tu objetivo.

El ramo fue lanzado y tú te abalanzaste sobre las demás mujeres y lo atrapaste, corriendo lejos de ahí para que no te lo arrebataran. Todos reían por tu acción pero solamente te enfocabas en resguardar tu trofeo, por lo que corriste hasta donde estaba él.

Pero no imaginabas lo que sucedería después.

Cuando lo encontraste en el centro de la pista, viste como se arrodilló y sacó una pequeña caja aterciopelo y te detuviste en seco. Estabas a punto de colapsar frente a todos.

—TN, ayer te hice una pregunta mientras bailamos, ¿Piensas en el matrimonio? O era algo en particular, nunca supiste mi respuesta pero aquí la tienes. Al principio, nunca anhelé nada tal como eso, porque no imaginaba tener algo serio con alguien como para pensar en el compromiso, tampoco en una familia y vivir un futuro juntos. Llevamos en relación seis años y puedo confirmar que en cada día que pasa, me enamoro más de ti y no imagino una vida que no sea a tu lado; No imagino formar una familia que no sea contigo y mucho menos envejecer con una persona que no seas tú. Todo lo que puedo ver es a ti al despertar por las mañanas, y al dormir siendo lo último que recuerde, me llena el corazón tus sonrisas y tu forma de ser, eres la mujer que nunca supe que buscaba hasta ahora. Quiero formar una vida contigo, vernos envejecer y ver a nuestros hijos cumplir sus metas, enojarnos cuando pasen por la etapa de rebeldía pero reírnos de viejos cuando ya sean todos unos adultos. Cuidar de nuestros nietos, o si no quieres como tal una familia, estará bien, adoptemos alguna mascota, viajemos juntos, pero todo lo quiero hacer contigo.—Abrió la pequeña caja aterciopelo, mostrando el anillo con pequeños diamantes incrustados en el medio.—¿Me harías el honor ser mi esposa y formar una vida juntos? 

Estabas echa un mar de lágrimas, y cuando terminó su pregunta corriste hasta él y te abalanzaste, envolviendo tus brazos a su alrededor y asintiendo. —¡Acepto! Claro que acepto, me haces feliz. 

Te levantó en brazos y te dio vueltas, soltando sonoras carcajadas de alegría. Los demás aplaudieron y gritaron enhorabuena, y cuando te bajó, colocó el anillo en tu dedo.

—Entonces espero que tengas las suficientes ganas para planear otra boda, porque la que sigue es la nuestra.—Sonríe y te besa en ese momento, con total devoción y adoración. 

Te sentías completa. 

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