┊Descanso.

6.5K 405 2
                                    

Tu parte favorita del día consistía cuando ibas a la cama con tu persona favorita mientras se abrazaban toda la noche. La sensación cálida al despertar con una maraña entre piernas y brazos, descansar sobre su pecho y sentirse segura entre sus brazos era lo que más te gustaba al iniciar el día.

Hasta que amanecía y era hora de que él se fuera a trabajar. Odiabas cuando se levantaba porque la calidez se iba y automáticamente lo extrañabas, era una rutina de lunes a viernes, a excepción del fin de semana que podían estar juntos todo el día.

Así que cuando se levantó y sentiste la fría mañana instalarse en la cama, maldijiste y te tapaste con las cobijas hasta el hombro, pero nada se comparaba con su cuerpo y sus brazos a tu alrededor. Perezosa, abriste tus ojos y viste como había entrado al baño para ducharse, por lo que decidiste esperarlo para persuadirlo a no ir a trabajar.

Cuando salió y se acercó por sus zapatos, aprovechaste la oportunidad y lo abrazaste por detrás, escondiendo tu rostro en su cuello y apretando el agarre. Él soltó una carcajada y se volteó para encararte, para luego depositarte sobre la cama con suavidad.

—No vayas a trabajar.—Pediste mientras te aferrabas a él con brazos y piernas.

—Por más que me gustaría quedarme, no puedo, necesito ir.—Besó tu frente con cariño y trató de retirarse, pero no lo dejabas ir.

—Eres un aguafiestas.—Declaraste soltándolo y volviendo acostarte.

—Prometo llegar temprano e invitarte a cenar, saldremos esta noche a tu restaurante favorito para recompensarlo.—Sonrió mientras se colocaba los zapatos y asentiste.

—También espero que me lleves por un helado, muero por probar los de la nueva nevería que abrieron a unas cuadras de aquí.

—Anotado, también iremos por uno.—Se acercó y plantó un beso en tus labios, pero como no era algo que pudieras evitar, envolviste tus brazos sobre su cuello y lo atrajiste hacía ti nuevamente, saboreando sus labios y disfrutando del aroma a menta que desprendía su cuerpo. —Bien, es suficiente, tengo que irme.

Reíste y lo soltaste, viendo como se retiraba y se ponía su abrigo negro. Te guiñó el ojo y salió de la habitación en camino a su trabajo. Suspiraste y decidiste dormir un poco más antes de iniciar el día y esperar la noche para salir a cenar.

Lo amabas y no podías estar más feliz de tenerlo a tu lado.

✎ Imaginas (I) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora