┊Winter.

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Algo que más amabas eran las vacaciones de invierno. Y justamente ya habían llegado.

Era mediados de diciembre cuando emprendieron su camino a la cabaña familiar, ibas acompañada de tu novio y sus amigos que tenían en común. Te emocionaba poder ir y pasar las festividades en compañía de tu familia y cercanos, además de poder celebrar tus festividades favoritas.

—¡Llegamos!

Saliste del auto primero que todos y tus piernas agradecieron el poder estirarse después de un largo tiempo sin moverse durante el trayecto. La nieve cubría toda la calzada y pequeños copos caían, llenando tu abrigo.

—Bien, alguien estaba desesperada por salir.—Tu madre murmuró con diversión y solo te encogiste de hombros.

—Bien, muchachos. Nosotros los adultos tomaremos la primera cabaña y ustedes se acomodarán en las dos restantes, no queremos de cosas imprudentes entre ustedes aunque claramente es imposible tenerlos en calma.—Tu padre salió del auto y fue a la maletera, donde los muchachos le ayudaron a bajar todo el equipaje que traían consigo.

—¡Andando!

Lo primordial fue instalarse, y aunque les costó un rato mover las cosas y definir quien dormiría con quien, aunque al ser seis personas y cada cabaña consistía de 4 camas, estabas un tanto aliviada al saber que compartirías el lugar únicamente con tu novio mientras que sus amigos tendrían un mismo compartimento.

—¿Y qué haremos ahora?

Estabas terminando de guardar la última prenda de ropa cuando tu novio se precipitó del baño, había tomado una ducha y ahora secaba su cabello con una toalla mientras paseaba con un pantalón de mezclilla y una camiseta blanca de manga larga para el frío.

—Uh, ¿Qué te parece dar una vuelta por los alrededores? Ya es un poco tarde y hasta mañana tenemos planeado todo lo del itinerario, aunque no sé si nuestros padres estén de acuerdo en salir algo noche.

—Oh, vamos. Una aventura es más divertida si huele a peligro...—Canturreó en tu dirección mientras se acercaba, haciéndote reír a carcajadas por su decir.

—Eres un tonto.—Golpeaste su pecho cuando rodeó con un brazo tu cintura.

—Pero amas a este tonto. Mira, iremos a dar una vuelta y cuando pensemos que ya fue suficiente nos regresaremos, simplemente es para adelantar un poco el recorrido de mañana.

Realmente te emocionaba el poder salir, además bajo su compañía y disfrutar del pueblo después de tanto tiempo sin ir era algo que ansiabas y no podías esperar a mañana cuando todos se despertaran.

—Está bien, pero si nos metemos en problemas juro que te dejaré de hablar.

Él asintió con una sonrisa y entrelazó su mano con la tuya. —Entonces vayámonos, bella señorita, que tenemos un camino largo por emprender.

El pueblo no se encontraba tan lejos caminando, por lo que decidieron por no agarrar las llaves del auto y quebrantar más reglas y simplemente ir caminando hasta allá. colocándote una gran chamarra para combatir la brisa fresca y un gorro tapando casi tus ojos por la insistencia de él y el miedo de poder enfermarte, salieron de la cabaña a escondidas.

El cielo tenía una leve tonada azulada, predominando las opacas nubes dándole un destello grisáceo y sin dejar que se observaran las pocas estrellas que ya estaban resaltando en el nublado cielo. La brisa soplaba en su contra, haciendo que varios mechones de tu cabello se instalaran en tu rostro.

—¿No tienes frío?—Cuestionó al verte temblar ligeramente.

—Un poco, no pensé que sería tan fresco entre más nos acercamos al pueblo.

Asintió y agarró tu mano. —Estás muy fría, déjame calentarte.

Sentiste tus mejillas enrojecer y te aclaraste la voz. —No es necesario.

—Lo malpensaste, ¿No es así?—Te miró con un tono burlesco y solo negaste tratando de salir de la bochornosa situación.

—Claro que no.

—Ajá, bueno entonces es mi trabajo quitarte el frío.—Metió tu mano en la bolsa de su chaqueta, juntando su mano alrededor de la tuya.

—¿Ese es tu gran idea de quitarme el frío?

—¿Acaso estás insinuando otra cosa?—Arqueó una ceja en tu dirección.

—Oh por dios, claro que no, pero imaginaba más.—Fingiste desinterés a su acción pero la verdad agradecías poder meter tu mano en su bolsa porque tu chamarra carecía de bolsas.

—Bella dama, ¿Usted acaso quiere regresar a la cabaña e incitarme hacer algo más para calentarla? 

—¿De qué estamos hablando? Para ver si me conviene.

—Claramente de nosotros frente a la chimenea con malvaviscos, un buen chocolate caliente y mantas a nuestro alrededor.

—Eso suena como una buena película navideña de parejas.

Se detuvo abruptamente y te jaló a su cuerpo, invadiendo tanto tu espacio personal que su aliento chocaba contra tus labios y sus narices rozaban. —O tenemos el plan número dos, podría estar encima tuyo frente a la chimenea mientras hacemos cosas que probablemente harán que tu padre me mate si nos llega a oír, pero confío plenamente en que serás silenciosa.

Cuando recapacitaste sus palabras y entendiste lo que quería decir, sentiste hasta la punta de tus orejas sonrojadas y le pegaste fuertemente en el pecho, balbuceando en su contra.

—Oh, eres un gran idiota.—A ese paso te sentías morir por lo que había dicho.

—Entonces, ¿Fui lo suficientemente convincente para regresar o quieres seguir al pueblo?

—Te detesto, en serio lo hago.

—¿Por qué? Si con tu expresión puedo ver que te dio calor y con eso cumplí mi promesa.

Sin decir más simplemente te apartaste de él y seguiste adelante, necesitando del frío abrasador contra ti. Sin duda la idea pasó por tu mente, pero que lo relatara se hicieron ganas de chillar y esconderte.

—Se dice de nada, amor. Eres demasiado genial para mi.

Simplemente negaste con la cabeza y siguieron su camino al pueblo.

✎ Imaginas (I) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora