Habían transcurrido días que se hicieron semanas, y cuando menos lo esperabas, tu madre ya te había conseguido a tu futuro esposo y la boda estaba poniéndose en marcha.
El tiempo había pasado como si de una eternidad pasara, y mientras te veías en el tocador cepillando tu cabello en el día de tu boda, deseabas que la tierra te tragara para no vivir todo ello a la fuerza.
Tu hogar se volvió tu prisión, tu habitación se volvió tu celda y tu madre se volvió el verdugo que iba a sentenciar tu muerte con casarte con alguien a quien no amabas.
Porque la persona que amabas se encontraba bajo tres metros de tierra sin poder despedirte de él. Una lágrima corrió por tu mejilla y la apartaste rápido cuando escuchaste la puerta de tu habitación siendo abierta y tu madre entrando con su imponente figura.
—Pensé que ya te encontrabas lista.
—Necesito más tiempo.
—Y aunque te de todo el tiempo del mundo, tienes que aceptar tu destino.—Se acercó detrás tuyo y te quitó el cepillo, pasándolo por tu cabello.
—¿Por qué tengo que seguir tus pasos?
—¿A qué te refieres?
Te apartaste de ella y te levantaste, caminando al otro lado de la habitación. —Te casaste sin amor, y sigues sin amar a mi padre a pesar de los años, ¿Por qué tratas de convencerme que amaré a un hombre del cual me obligas a casarme, si tú no pudiste hacerlo con mi padre? Mi historia no será muy diferente a la tuya y aún siendo infeliz quieres imponérmela.
La reina se quedó sin palabras, y dejando el cepillo sobre el tocador, caminó hasta a ti y elevó tu mirada con la de ella. —Porque, a diferencia de mi, tú aprenderás de una forma u otra amarlo porque desde hace mucho te hiciste a esa idea. Más vale que te lo tomes en serio o las cosas se pondrán mal para ti.
Dicho eso, salió de tu habitación , dejándote en la soledad. Te quedaste viendo tu reflejo en el espejo y cerraste los ojos, deseando que todo fuera un mal sueño y que pudieras despertar en cualquier momento, pero antes de que pudieras pensar o hacer otra cosa, alguien tocó a tu puerta.
—Si vienes a recalcarme que tengo que casarme, juro que no saldré de aqu... Oh, hola.—Callaste al ver a tu futuro esposo parado delante tuyo.
No negabas que era un príncipe guapo, era muy caballeroso y sus modales eran impresionantes, pero sus cortesías no eran para ti, no eras merecedora de su atención y se lo habías dejado claro. Así que habían quedado como amigos, tenían una buena amistad pero con las obligaciones persiguiéndolos, no sabías que tanto podían tolerar.
—Bueno, creo que me dejarás plantado de una forma u otra.
—¡No! No quería sonar descortés, ¿Qué haces aquí?
—Necesitas acompañarme, no traigas absolutamente nada, tenemos que irnos rápido si quieres que suceda esto.
Lo miraste extrañada, pero antes de que pudieras decir algo, te agarró de la muñeca y se echaron a correr por el reino, fugándose de los guardias para llegar al exterior.
—¿Qué pasa? ¿Ocurrió algo malo?
—Ocurrirá algo si nos casamos.
—¿Qué?
—Ambos estamos aquí por obligación, y si seguimos con esto no traerá nada bueno. Por favor, sigue con tu vida adelante y no mires atrás, tampoco creas que me deberás algo después de esto porque no lo hará, esta es mi pago de la deuda que tenemos y por guardar mi secreto, sé que nadie más lo haría y sin embargo tu lo hiciste sin dudarlo. Te deseo lo mejor, yo me encargaré del resto, pero tienes que irte justo ahora.
No entendías sus palabras, pero no pudiste decir mucho porque te envolvió en sus brazos y salió corriendo lejos de ahí, dejándote confundida y decepcionada. ¿Qué era lo que se suponía que tenías que hacer ahora?
—¿Me permitiría ayudarle, bella dama?—Cuando una voz masculina sonó detrás tuyo, sentiste tu pecho encogerse.
Giraste rápidamente para ver de quien provenía la voz, y no podías ver lo que estabas viendo.
Si bien los muertos no resucitan, no sabías que había ocurrido entonces para verlo nuevamente parado delante tuyo. Vestía una camisa blanca fajado de un pantalón negro de cuero, con un par de zapatos de vestir del mismo color; Su cabello estaba perfectamente peinado hacia atrás, y como si las semanas le hubieran favorecido, la leve barba que tenía consigo la última vez que se vieron ya no estaba, haciéndole ver más juvenil.
Él estaba vivo, y él se encontraba delante tuyo con su sonrisa tan característica.
Sin pensarlo, corriste y te estrellaste contra su cuerpo, envolviéndote con brazos y piernas mientras inhalabas su aroma. —Estás aquí.
—No podría estar en otro lugar en el cual tú no estuvieras.
—Pero, ¿Cómo? ¿Cómo es que estás aquí? Ellos te dispararon y...
—Sí, y estaba grave, pero si no fuera por el príncipe que impidió que arremataran contra mi yo no estuviera hablando contigo en este momento. Me rescató y cuidó de mi lejos de ti y de tu madre, pagando el silencio de mi fallida muerte a los guardias que quisieron ejecutarme al escapar. Sigo sin entender porqué lo hizo, pero estaré en deuda con él aunque lo niegue. Extrañé poder verte y sentirte contra mi todos estos días, me traía todos los días noticias tuyas y no podía no querer escapar y salir corriendo para encontrarte y decirte que estoy vivo, pero me advirtió que sería mala idea y que mi final sería peor.
Lloraste en sus brazos, aferrándote a él como si tu vida dependiera de ello y así era prácticamente, y cuando te pegó a su pecho y enterraste tu rostro contra él, pudiste llorar lo que no habías hecho por semanas.
—No te volveré a dejar, pero si queremos salir de aquí con vida es mejor que nos vayamos antes de que nos descubran.
Asentiste y mientras limpiabas tu rostro de las lágrimas interminables, él depositó un beso en tu frente y luego uno en la punta de tu nariz, para luego guiarte a un carruaje discreto que contaba nada más con un caballo.
—¿Y a dónde iremos?
—Bueno, esa es una buena pregunta. Iremos tan lejos como podamos con nuestro amigo, deberemos de pasar las ciudades de los alrededores porque ahí nos buscarán primero, así que tenemos muchas horas por delante de viaje.
Te ayudó a subir y tomaste asiento contra la puerta, mientras él tomaba asiento por fuera del carruaje para guiar al caballo.
—¿Es esto real?—Cuestionaste cuando iniciaron alejarse del reino con prisa.
—Es esto tan real como puede sentirse, realmente está pasado y lo vamos afrontar juntos.
Asentiste sin que pudiera verte, y viendo por última vez lo que en algún momento fue tu hogar, prometiste ser feliz y no llevarte los malos recuerdos contigo.
Esta era tu segunda oportunidad y la ibas aprovechar a lado de él.

ESTÁS LEYENDO
✎ Imaginas (I) ✓
RomanceEscritos de momentos que se valen imaginar. Fecha de inicio: 22 de mayo del 2021. Fecha de terminación: 05 de septiembre del 2021.