Capítulo 33.

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[Martes 11 de mayo]

Parte narrada por Rosalie Larsson.

La cena de ayer con Isaac, estuvo increíble. Hablamos de muchas cosas interesantes y se abrió mucho más conmigo de cosas que recordaba de su padre, creo que le hace bien sacar las cosas poco a poco, espero haber podido ser de ayuda aunque sea un poquito. También hablamos de mi familia, le conté todo lo que no había tenido oportunidad de hablar, obviamente se mostró muy preocupado por la situación de mi padre e incluso me ofreció más dinero, claramente lo rechacé y le dije que no era necesario que me siguiera depositando dinero, cosa que se negó a hacer, es muy terco.

Nathalie me ha enviado a dejarle a Isaac unos documentos, yo gustosa acepté, y ahora aquí estoy, frente a su oficina. Mirando lo atractivo que se ve mientras está concentrado.

—Hola, ¿puedo pasar? —entreabro la puerta y me asomo. Él me mira enseguida y asiente con una sonrisa en el rostro.

—Tú no necesitas permiso para entrar —dice y se levanta para recibirme—. Te ves tan hermosa, ¡Dios mío, soy tan afortunado!

Suelto una risita a la vez en que siento mis mejillas acaloradas.

Él viene hasta mí con sus brazos extendidos y con una enorme sonrisa en los labios. Me acerco y nos abrazamos fuertemente como si no nos hubiéramos visto hace mucho tiempo.

—No te ví en toda la mañana, ¿tienes mucho trabajo? —hago una mueca, al apartarnos.

—Sí, demasiado —suelta un suspiro y va hacia la pequeña nevera que tiene en su oficina—. Pero estoy emocionado, los clientes están quedando muy satisfechos. Estoy por terminar un diseño que tenía pendiente.

—No estuvieras tan presionado, si hubieras aceptado lo que los médicos te dijeron acerca de descansar —le insisto. Sí, Isaac Henderson es una persona muy terca, ni siquiera quiso descansar el tiempo suficiente, está en la empresa a pesar de que todos le dijimos que no viniera.

—No empieces con eso, Rosalie —al cerrar la nevera, se gira y me extiende una caja de chocolates—. Te traje esto, espero que te gusten.

Abro mi boca sorprendida y emocionada, no solo al ver la caja de chocolates, sino al ver la nota que escribió sobre éstos: Te quiero mucho, mi Rose.”, acompañado de una pequeña rosa dibujada.

—¡Awww! ¡Qué lindo eres! ¡Me encantan!

—No puedes decir que te encantan si no los has probado —me guiña un ojo—. Quiero hacerte feliz siempre, mi Rose.

Isaac es todo un romántico cuando se lo propone. Lo quiero para siempre.

—Tú me haces feliz desde que nos conocimos —le digo y abro la caja de chocolates para probar uno—. Fue gracioso cuando me dejaste conducir tu auto porque te dije que solo así me sentiría segura.

Como un chocolate blanco y cierro los ojos disfrutando el relleno que trae dentro.

—¡Es delicioso! ¡Gracias!

—Qué bueno que te gustaron —sonríe y me hace una seña para que me siente, hago lo que me indica y me como otro chocolate—. ¿Viniste porque me extrañaste?

—Sí te extrañé, pero vine a dejarte esto —alzo la carpeta y la pongo sobre su escritorio—. También, porque ayer en la noche me acosté pensando en una idea que se me vino a la mente.

—¿Una idea? ¿De qué? —se recarga al borde del escritorio.

—Hace tiempo que he estado pensando en pedir mis vacaciones para ir a Wisconsin a visitar a mis padres, y entonces... No quisiera viajar sola porque no me gusta tanto, así que pensé en que tú podrías...

Construyendo El Amor (Building The Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora