ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ sᴏᴍᴏs ɴᴏsᴏᴛʀᴏs

Prólogo.

¿Reconoces aquel sabor amargo que queda en los labios cuando hablamos del «hubiera» y nos enfrentamos a la posibilidad de que todo podría ser diferente, si tan solo hubiéramos tomado otras decisiones, las decisiones correctas?

Merari y Leonardo eran probablemente una de las personas que más habían experimentado aquel desagradable sabor sobre sus labios, tanto que se terminaron acostumbrando.

—Ojalá me hubiera dado cuenta a tiempo. —comentó Merari con zozobra, mirando los rastros de sus heridas que eran invisibles para los demás, pero no para ella.

Leonardo se acercó un poco para poder abrazarla y comenzó a acariciar su cabello con suavidad, mientras sentía como la impotencia se colaba por las grietas de su corazón. Odiaba que Merari siguiera culpándose por las cosas que Andrés hacia y como el mundo reforzaba esa idea. Odiaba lo injustos que eran con ella y todo lo que de alguna manera, la obligaba a volver al lugar del que tanto luchaba por salir. ¿No era ya suficiente de tanto dolor? ¿Hasta cuando la dejarían en paz? ¿Cuánto tiempo más seguirían humillándola?

—No es tu culpa. —dijo y ella lo miró con las lagrimas apunto de rodar por sus mejillas—. Nada de
lo que pasó es tu culpa. Y nunca lo será.

—Lo sé, pero justo ahora, no lo sé. ¡Tengo esta, esta maldita voz en mi cabeza que me dicen lo contrario! —se alejó de golpe, comenzando a caminar de un lado a otro—. ¡Me siento mal y estoy muy asustada! ¿Qué va a pasar conmigo si pierdo? No quiero seguir así. No puedo. Ya no me siento capaz de soportarlo más. ¡Estoy harta de tener que ser valiente, todo lo que quiero es volver a vivir sin miedo! —rompió en llanto, desesperada— ¿Y sí no puedo volver a vivir en libertad?

Merari volvió a sus brazos, por lo que Leonardo acarició su mejilla suavemente con su pulgar. Deseaba con cada fibra de su ser retroceder en el tiempo para conocerla mucho antes, porque sería capaz de hacer cualquier cosa por Merari, porque la amaba con cada latido de su corazón.