Capítulo 4.

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Elena se encontraba en la cocina, tomando café muy tensa, porque todo estaba demasiado tranquilo y eso era muy extraño. Merari no era el tipo de persona que actuaba despreocupada, en realidad, era un poco demasiado obsesiva; siempre estaba asegurándose de que todo estuviera en perfecto orden, tratsndo de tener todo bajo control y romantizaba hasta el más mínimo detalle cuando se trataba de algo que la hacía muy feliz. Sin embargo, ese día en particular por el que había trabajado dos años, el día en que finalmente se iría a Nueva York a iniciar una nueva vida, ni siquiera había bajado a desayunar.

Así que subió a la habitación de Merari, intentando entender cómo de un día para otro toda su emoción se había esfumado:

—¿No piensas comer nada?

—Más tarde. —respondió.

Elena entró a la habitación, bastante preocupada. Merari parecía abrumada y muy triste, había estado así desde hace tres días y no sabía que hacer para ayudarla, pues no era el tipo de persona que hablaba de sus problemas. Siempre se guardaba todo, porque creía que podía solucionarlo por su propia cuenta.

—¿Quieres que te prepare algo? 

—No, tranquila. Muchas gracias.

—¿Todo está bien cariño?

Merari miro a su madre por un momento, después apartó la mirada.

—Solo estoy muy nerviosa.

Era aterrador pensar en ir a otro país, lejos de su familia, de sus amigas y toda su vida. ¿A quién no le daría miedo un cambio así? Pero había algo más de lo que no podía hablar, que tenía todo que ver con la decisión de Andrés de ir a Nueva York y su actitud últimamente.

—¿Segura que solo es eso?

Merari asintió, incapaz de responder.

—Bien, entonces te espero abajo.

No sabía que más decir, así que solo se fue, confiando en que su hija iba a estar bien de alguna u otra forma. Más tarde, Merari salió para no hacer enojar a su madre. No obstante, los sonidos que salían de la habitación de Oliver, desvió su atención y en lugar de bajar a la cocina para comer algo, fue con su hermano menor.

—¿Qué juegas?  

—Spider-Man. 

—¿Quieres un jugador extra?

—Solo es juego de uno —respondió, después dudo por un segundo. Merari nunca le había negado nada y probablemente, era la ultima vez que iban a jugar juntos en mucho tiempo—. ¿Por qué no mejor jugamos Dead Island Definitive Collection?

Merari asintió con una sonrisa, emocionada y estuvieron jugando por casi dos horas, hasta que colmaron la paciencia de su madre, pues cada vez se hacía más tarde, pero parecía que a nadie le importaba, ni siquiera a la interesada. 

—¡Necesito que bajen todos, ahora!

—¡Ya vamos! —le respondió Merari.

—¡Dije ahora! 

—¿Qué no se supone que tu vuelo sale hasta en la noche? —preguntó Oliver. 

—Si, pero creo que mamá quiere hacer algo antes de llevarme al aeropuerto. 

—¡Es cierto! Creo que deberíamos ir con ella ahora. —expresó Oliver, pero ninguno de los dos se movió, pues en silencio decidieron que terminarían de jugar. 

Frida iba saliendo de su habitación que estaba a un lado y pasó justo en frente a la de su hermano, por lo que pudo ver como estaban entretenidos matando zombies, mientras su madre estaba a punto de explotar del enojo. 

ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ sᴏᴍᴏs ɴᴏsᴏᴛʀᴏsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora