Capítulo 17: Sí quiero.

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El hombre arropó al niño con una sábana, le dio su peluche favorito y le dio un beso en la mejilla.

- Buenas noches - se despidió dispuesto a salir de la habitación.

- ¡Espera!

- ¿Sí?

- ¿No me seguirás contando?

- Ya te he hablado bastante por hoy de la historia. Mañana tienes que ir al colegio y tus padres me matarán si llegas tarde.

- No seas exagerado, además prometo dormirme rápidamente pero continúa por favor.

El mayor se lo pensó bastante pero, al ver la carita del pequeño, sonrió sin poder negarse a su deseo. Podría hacer cualquier cosa por él y, si le hacía ilusión, le contaría un poco más.

- De acuerdo - deslizó la silla del escritorio y la puso al lado de la cama. - ¿Por dónde íbamos?

- El chico desapareció con la llegada del Sol.

- Ah, cierto. Pues, tras haber visto como él se desvanecía ante sus ojos, se entristeció mucho. En los días siguientes no quería hablar con nadie y se le veía decaído, solo se encerraba en su cuarto y se sentaba en la ventana mirando el mar. Había vuelto a abrazar ese leoncito que llevaba sin acompañarlo mucho tiempo porque...

- Porque le recordaba a él - afirmó. - Sus padres se darían cuenta, imagino.

- Ellos lo notaron y pensaron en llevarlo a un psicólogo debido a los fuertes cambios de humor que sufría. Intentaron preguntarle pero no contestaba o solo mentía y sonreía momentáneamente ya que después su sonrisa se iba cuando sus padres le daban la espalda y se marchaban.

- ¿Lo llevaron al final?

- Sí, aunque antes hablaron con Shao Li ya que ella era la que mejor lo conocía.

- ¿Qué les respondió ella?

- Nada. La chica sabía que era algo relacionado con el otro muchacho pero no podía traicionar a su amigo. Él le había dicho muchas veces que nunca dijera nada y no lo haría, solo si la situación llegaba a ser grave se lo plantearía. Al llevarse la negativa de la muchacha, los mayores decidieron llevarlo a la institución psicológica. Dos veces en semana debía ir y pasar varias horas sentado contándole sus problemas a un desconocido, por claras razones no dejaba que ese señor supiera mucho de él. Seguía siendo algo tímido y no le gustaba que personas que no conocía tuviera su información personal.

- Pero es un profesional ¿no? Él quiere ayudarlo.

- ¿Cómo puedes explicarle eso a un chico de quince años que le cuesta un poco socializar y que encima ha visto como la persona que quiere se fue de repente de esa manera? Él se sentía muy confundido y hasta que no hablara con su Gege no le contaría sus problemas a ese hombre. Además, pensaba que le diría que estaba loco y que no podría regresar a aquella playa.

- ¿Qué hizo?

- Fingió. Al principio echó achaques de su falta de palabras a su timidez y, con el paso de las semanas y meses, le hizo ver al psicólogo que no había ningún problema con él. El chico sabía que luego le daría el veredicto a sus padres y debía hacer lo que fuera para que no lo alejaran de esa casa.

- ¿Lo consiguió?

- Mm. No solo eso, el hombre les aconsejó a los adultos que lo mantuvieran más cerca de aquel lugar ya que notó que el hablar de esa playa lo ponía feliz. Por consiguiente, ambos estuvieron ahorrando dinero durante todo el resto del año con el objetivo de darle una sorpresa a su hijo. Cuando llegó de nuevo el 5 de agosto, le dieron las llaves de aquel edificio para que viviera allí cuando tuviera la edad suficiente.

𝐴𝑙 𝑖𝑔𝑢𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝐿𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎 𝑎𝑙 𝑆𝑜𝑙 /Zhanyi/Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora