Capítulo 30: A-Yuan.

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El bebé dormía plácidamente protegido por los brazos y el cuerpo de Zhan, este no podía separarse de él, al igual que un metal era atraído por un imán, el pequeño se había convertido en su imán. Lo ocultaba de la suave brisa, de la oscuridad de la noche y del agua del mar, temía que alguna de ellas se lo llevaran de su lado sin poder hacer nada.

Llevaría horas allí quieto sin quitarle su mirada de encima. Su piel suave y calentita y los latidos de su corazón que apenas comenzaba a latir recordándole que tenía una gran y larga vida por delante hizo que su interior se rindiese a esa personita.

Era su esclavo, aquel niño era su dueño y su alma quedó completamente a la merced de él. Lo miraba con tanta atención y devoción que cualquiera podría asegurar que estaba rezándole a su dios, lo cual no estaba muy lejos de la realidad.

Yibo los observaba con la misma ilusión y cariño que podía verse en las orbes del mayor, su corazonada no fue errónea, sabía que Zhan se enamoraría del pequeño de igual manera que él lo estaba ya. Se tuvo que morder a sí mismo para alejar los malos pensamientos que llegaban, ahora no había espacio para ellos allí, solo permitía que estuviera la felicidad.

A-Li estaba con ellos, también rendida ante la belleza del bebé dormido. Su sobrino se había convertido como en un hijo para ella, siempre lo decía por donde fuera. El nuevo miembro de la familia podría vivir una vida pacífica y acomodada debido a la posición de Yibo en su empresa y a la renta de Shao Li que no era para nada baja, pero lo más importante es que no le faltaría amor ya que todos estaban encantados con él.

Por ello el azabache se sintió doblemente hechizado, aquel pequeño le había lanzado un maleficio que lo uniría a él para siempre aunque no estuviera allí. Sabía que, cuando se fuera, él continuaría cuidando de su hijo y luego, si se daba el caso, de sus nietos y bisnietos.

- A-Yi, ¿se lo vas a preguntar? - la chica fue la primera en romper el cómodo silencio.

- ¿Preguntar el qué? - intervino Zhan confundido.

El castaño sonrió y apoyó su cabeza en el hombro de su novio respirando ese aire salado de mar.

- Es... el nombre del bebé. Quiero que lo elijas tú, así... cada vez que lo nombre, me acordaré de ti.

Sus ojos se desviaron automáticamente en busca de los del mayor y los encontró mirándolo directamente. Se acercaron y se besaron solo presionando los labios sobre los del otro, sin necesitar más que eso ya que el brillo en sus miradas lo decían todo.

- ¿Cuál quieres? - preguntó volviendo a su posición de antes en el hombro del azabache y acariciando la cabeza del niño.

- Hmm.

La decisión era un poco difícil ya que le gustaban bastantes pero de nuevo allí estaba la Luna para recordarle el porqué estaba en esa situación.

- Yuan - susurró.

- ¿Cuál?

- Yuan. Era el nombre de mi padre - sonrió con tristeza.

- Xiao Yuan. A-Yuan. Me gusta.

Ambos se perdieron en los ojos del contrario como muchas otras veces pasaba hasta que volvieron la vista al niño que comenzó a moverse en los brazos del pelinegro.

- Es hermoso - comentó A-Li.

- Lo es.

El bebé pareció escuchar como hablaban y abrió sus ojitos muy lentamente al ser interrumpido en su sueño. Muy lejos de llorar por la interrupción, miró inexpresivo hacia su padre quien vio por primera vez esos ojos idénticos a los de él. Los cuatro orbes marrones oscuros cruzaban la semi oscuridad para dar con el rostro del otro, como un tesoro en una cueva profunda.

𝐴𝑙 𝑖𝑔𝑢𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝐿𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎 𝑎𝑙 𝑆𝑜𝑙 /Zhanyi/Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora