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Cuando Seúl encendía sus luces por las noches, la luna competía contra la ciudad para iluminar su camino a casa luego de salir del trabajo.
El ojigris había escuchado de un par de empleados del hotel que el precio de tomar el atajo del callejón para llegar más rápido a la estación del metro era arriesgar su seguridad ante posibles delincuentes y vagabundos. Pero, el tiempo era oro en la ciudad y la parada de buses quedaba mucho más lejos por lo que no tenía opción. Si tomaba el atajo incluso ahorraba tiempo que luego podía gastarlo en casa leyendo una historia en internet o durmiendo en su cama hasta el día siguiente y eso bastaba para ignorar todo lo demás.
HongJoong metió sus manos dentro de su abrigo beige y en una de ellas sostuvo con ímpetu su teléfono para estar prevenido. El chillido de una rata cortó el silencio y puso sus sentidos alertas, así que miró hacia todas las direcciones para asegurarse de que estaba solo y a salvo. Claro que no había nadie en el callejón, además de los animales en los contenedores de basura. Pero, en ese momento, su teléfono vibró en su mano y su alma casi abandonó su cuerpo del susto.
—¿¡Qué demonios quieres!? Deja de llamar justo cuando salgo del trabajo, espera a que llegue a casa, San... —lo regañó por teléfono, deteniéndose en medio del callejón.
—¡Woah, que carácter! ¿Vas camino a casa? No se supone que nuestro turno está por iniciar, siempre sales primero que yo al escenario —cuestionó una voz conocida desde el otro lado de la línea, justo al mismo tiempo que sintió unos pasos.
—¿Nuestro turno? ¿Kyung?
—Sí, soy Kyung.
—Ya no trabajo ahí, dejé ese trabajo hace un tiempo... ¿Cómo no te diste cuenta?
—Oh, ¡que idiota! Estuve enfermo y nadie me dijo nada, creí que seguíamos teniendo el mismo horario... ¿Por qué mierdas te fuiste? ¡Te estaba yendo de maravilla, dulzura!
HongJoong reconoció la sombra que se acercaba a su espalda. No era un ladrón, ni delincuente, ni un vagabundo. Por su altura, forma de caminar... y el aroma de su colonia deducía quién era.
—Tengo un mejor trabajo ahora.
—Bien... ¿Sigues sin estar atado, verdad?
—Adiós, Kyung...
—Espera, HongJoong, disc-
—Imbécil... ¿cree que caigo así de fácil? ¿Y por él? —gruñó indignado y puso los ojos en blanco por esa descarada insinuación—. Oh, por cierto... ¿Qué te trae por aquí, MinGi? ¿Vas acompañarme a casa? ¿O sólo piensas seguirme como si fueras un acosador? —se dio media vuelta, encarando al castaño de mechas.
—No t-te estaba persiguiendo, yo... entraste al callejón y t-te iba a... q-quería llevarte a casa y... —tartamudeó asustado y rascó su nuca de los nervios por la mirada fría de su hyung.
HongJoong soltó una risita, le gustaba poner nervioso a MinGi. Quizás, lo disfrutaba mucho más ahora que el castaño por fin había dado un paso al frente: le escribía y llamaba todos los días desde la grandiosa cita que tuvieron hace casi una semana. Así que se habían vuelto mucho más cercanos.
Pero... ¿por qué esa noche no lo llamó por teléfono como una persona normal en vez de perseguirlo?
HongJoong echó un vistazo a su celular y se dio cuenta de un par de mensajes que Song le había enviado y de las notificaciones de llamadas perdidas justo cuando hablaba con Kyung. Había sido su culpa después de todo. Kim miró enternecido cómo MinGi intentaba regular su respiración y guardaba su teléfono en su abrigo. El menor debió haber pasado un mal momento corriendo detrás de él para alcanzarlo.
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STRIP » MinJoong
Fanfiction❝Desnúdate, dime lo que sientes, te haré llegar al cielo con un beso y mis manos sobre tu cuerpo...❞ A un día de su inminente boda, su amigo Jeong YunHo cree conveniente llevar a cabo la tan ansiada despedida de soltero, así que arrastra a MinGi a u...