Capítulo 12: Bajo El Atardecer.

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Uno, dos, tres trazos... y borrar.

El lápiz golpeó la mesa de madera repetidamente y el sonido del repiqueteo calmó su frustración. Un trazo, luego dos y... esta vez no tuvo que borrar. Los hombros del traje por fin estaban de la forma correcta para ese cuerpo en específico. Pero lo que había sido un cuerpo al azar, comenzaba a tomar la figura conocida de cierto hombre; un hombre que se negaba a salir de sus pensamientos. HongJoong sonrió hacia el boceto con un sentimiento agridulce. Había dibujado a MinGi otra vez, en otro diseño, otro vestuario. No llevaba la cuenta de cuántos diseños le había hecho y claro que estaba seguro de que esto ya no era común.

Él no dibujaba tantas veces a la misma persona.

Al parecer que ambos estuvieran separados por el fin de semana lo volvía peor. Los kilómetros entre Seúl e Incheon que los separaban, renforzaban su deseo por tenerlo cerca y le hacían ver a HongJoong lo mucho que había caído por él. Santísimo infierno... ya no había vuelta atrás para ese sentimiento: estaba completamente enamorado de Song MinGi.

Si veía el lado positivo, sus padres robaban tanta de su atención que casi podía ignorar sus ganas de verlo o llamarlo... Kim podía luchar contra esos impulsos al tener la cabeza ocupada y su madre era la primera aprovechando cada segundo a su lado.

—¿Seguro que no vas a venir? ¡No es justo, bebé! Tú podías venir con nosotros. HyeJi se va a encargar del restaurante de todos modos —volvió a quejarse, negándose a levantarse de la mesa sin llevarse a su hijo con ella.

—¡Siempre están en el trabajo! Reservé dos cupos en el spa para que tengan una cita y se relajen... —contestó distraído, dando un último toque al acabado del pantalón de su diseño—, además no me iré hasta el martes y apenas es domingo. Igual en la noche pienso llevarlos a cenar, por favor no comas mucho de regreso del spa —le advirtió a su padre.

—No lo prometo —respondió.

—Mamá, confío en ti.

—No voy a dejar que coma mucho. Esta noche queremos cenar contigo, mi amor.

—Ese traje luce muy bien...

—¡Eso creo, papá! Pero, no sé, hay al-

—De hecho, ¿no deberías agregarle los botones al saco? —indicó su padre y su esposa asintió de acuerdo.

—¡Cierto! ¿Cómo los olvidé? Tengo la cabeza en todas partes... —borró rápidamente y soltó una risita avergonzada—. Han aprendido... incluso se dan cuenta de los pequeños detalles.

—Heredaste tu buen sentido de la moda de nosotros, no sólo nuestra belleza. Nunca lo olvides —alardeó su padre para luego ponerse de pie y arrastrar a su esposa consigo—. Te dejamos solo para que termines con tu diseño o llegaremos tarde.

—BoRa vendrá mañana. Quiere verte antes de que regreses a Seúl, ¿okey?

—Sí, mamá.

—Nos vemos luego, bebé.

HyunA le dejó un beso en la mejilla, su labial rojo marcó sus labios sobre la piel de su hijo y lo miró con cariño antes de limpiar la marca e irse. Cada vez que regresaba a Seúl, lo extrañaba aún más. Ella sabía que su hijo trabajaba todos los días para cubrir sus gastos a la vez que trataba de vivir su juventud. Pero, era difícil verlo solo y sin ánimos de perseguir lo que deseaba, luego de que pisotearan sus sueños en esa gran ciudad. HyunA volteó por última vez al restaurante, su hijo estaba sentado en una mesa dibujando... le recordaba a los viejos tiempos cuando estaba en la preparatoria.

STRIP » MinJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora