Capítulo 4: Tercera Vez.

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De entre todos sus trabajos a lo largo de su estadía en Seúl, HongJoong reconocía que este era el más agradable de todos.

No tenía que tolerar la barra saturada de personas con nulos modales, ni ebrios insinuosos o gente sensible e insidiosa cuando descubrían su sexualidad. Ni mucho menos, debía preocuparse por las míseras propinas o el injusto sueldo, pues era muy bien remunerado. El ojigris rebosaba de alegría por haber conseguido al fin un trabajo increíble como bartender en el restaurante de uno de los hoteles mas prósperos de Seúl. El simple hecho sonaba tan merecido como se suponía que debía escucharse luego de pasar tanto tiempo buscando un empleo así. Aunque, la realidad estaba lejos de ser tan agradable ya que aún le disgustaba la forma en que fue contratado en ese exigente lugar. Casi sintió que sus esfuerzos no sirvieron de nada y que una vez más sólo importaba el estatus social.

Una de sus clientas de clase alta que llevaba interesada en él desde sus primeros días de stripper, lo reconoció en el bar una noche y no dejó de insistir en un show privado hasta llegar a ofrecerle un mejor empleo de bartender para convencerlo. El ojigris necesitaba el trabajo, así que pagó el precio sin lugar a dudas: un último espectáculo para ella.

HongJoong podía bailar y desnudarse por dinero, pero odiaba profundamente hacerlo por escalar un puesto en la despreciable sociedad de esa ciudad, como si no contara con la destreza o el talento necesario por su cuenta. Él odiaba a todos esos imbéciles adinerados que se aprovechaban de los sueños y necesidades de los demás. Esa gente veía a todos como marionetas para su entretenimiento. Y él lo intentó... se aferró a la búsqueda del lado positivo para no sentirse mal por volver a caer en las manos de esa clase pretenciosa.

Y el lado positivo llegó dos semanas después cuando la mujer se aburrió de ir a verlo para llevarlo a su cama y conservó el trabajo debido a su eficiencia y carisma. Todos estaban encantados con él, con sus modales, su forma de hablar, sus opiniones... Absolutamente todo, fue gratificante.

Kim reconoció que era imposible no caer ante su atractivo natural. Él llevaba explotando esa virtud desde que notó lo susceptible que alguien llegaba a ser con una sonrisa suya, a la vez que su fluida elocuencia los dejaba embelesados por su intelecto. Como arma secreta —y comodín— poseía ese inusual matiz en sus ojos que se encargaba de que las miradas se dirigieran a su agraciado rostro. Sin dudas, había heredado los mejores genes de sus padres.

—¿Qué sucede aquí? ¿Por qué el jefe me regañó por llegar diez minutos tarde? Todos lucen estresados —se quejó el compañero del peliazul con un mohín enojado en sus labios.

—Hoy es el aniversario del hotel, ¿Cómo es que no lo sabes? —le contestó y el chico se ruborizó de la vergüenza—. Oh, vamos XiaoJun. Llevas trabajando aquí un año y yo casi un mes, tú mejor que nadie deberías saberlo —soltó una risita mientras observaba al castaño apresurarse para organizar las botellas más usadas.

—No soy bueno recordando fechas.

—Puedo notarlo, olvidas muchas cosas... como venir a trabajar, por ejemplo.

—¡Oye, tonto! ¡No te burles!

—No lo hago, idiota... —le dedicó una sonrisa inocente que no convenció del todo a su compañero, más la aceptó con sospecha.

—Que me caigas bien no funcionará siempre.

—Tú también me caes bien.

Kim rió por salirse con la suya y su risa aumentó al ver a su compañero gruñir malhumorado en respuesta. Su relación de amor-odio con el menor era en gran parte del tiempo como la de un gato y un ratón peleando y burlándose sinfín, por lo que cotilleaban y luego discutían por alguna tontería. Pero, sus pequeñas discusiones y bromas le daban ese toque divertido a su amistad que, de alguna forma, habían formado demasiado rápido gracias a la personalidad de su compañero.

STRIP » MinJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora