Capítulo 18: Te Quiero, Bebé.

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Eran las cinco de la mañana.

El frío no tenía que luchar para traspasar su ropa, su abrigo no era lo suficientemente grueso para calentarlo así que HongJoong temblaba sin parar en la acera de la calle a la espera del taxi que pidió para ir a casa. El alcohol no nublaba su mente, ya no regresaba bajo sus efectos cada noche. Prometió mantenerse sobrio desde hace un par de días cuando acabó en casa de SeongHwa y San, enfermo y hecho un desastre de su propia melancolía. Pero, en el fondo deseó seguir medio ebrio para llegar durmiendo y que así el insomnio no lo tuviera dando vueltas en la cama por horas hasta que finalmente caía abatido a mitad del día.

El ojigris frotó sus brazos y la soledad de la calle le pareció tenebrosa. El club había apagado sus luces y los faroles no iluminaban lo suficiente para evitar que un par de rincones se vieran peligroso, sentía como si algo acechara en las sombras. Era aterradora la espera. HongJoong miró su teléfono y confirmó que el taxi llegaría en un par de minutos, así que dio otro vistazo a ambos lados de la calle por su seguridad: un auto sospechosamente familiar se estacionó en el otro lado de la acera. Su aliento se atascó en su garganta, sus ojos parpadearon intentando diferenciar entre su propia locura y la fatiga jugando sucios trucos en su mente.

—Mierda... mierda... —maldijo en un susurro y se dio media vuelta para volver a entrar al club. Sus pies letárgicos no lo ayudaron a escapar, una mano atrapó su brazo y se detuvo, más no se volteó. HongJoong estaba muy avergonzado de mirarlo de nuevo—. Suéltame, por favor. Necesito entrar... dejé mi billetera adentro... pronto llegará mi taxi —mintió, pero el agarre se apretó con mayor firmeza.

—El club está cerrado, hyung —refutó, su voz grave endulzó sus oídos y tuvo que luchar contra las inminentes ganas de llorar.

«No puedo verte y fingir que no siento nada... por favor, déjame ir» pensó.

Se había prometido dejar todo atrás. Había prometido dejar de beber y no seguirse lastimando. ¿Por qué demonios aparecía MinGi así de repente? Todo ese tiempo estuvo deprimiéndose en su habitación soñando con la fantasía de que él iba a buscarlo... y cuando por fin se daba por vencido y hacía las paces con el hecho de que nunca regresaría, MinGi venía de vuelta a su vida como si su corazón ya no estuviera lo suficientemente roto. No quería escucharlo, no quería que MinGi le dijera que siguió con su vida, que sólo regresaba a él por un impulso de quedar en buenos términos y decirle que lo entendía y lo perdonaba por lo que hizo.

HongJoong tiró de su brazo para soltarse y eso sólo logró que MinGi lo agarrara más fuerte. No había escapatoria. Y, entonces, una ráfaga de terror recorrió su cuerpo al recordar las amenazas. No los había visto desde hace medio mes, pero Kim sabía que el padre de MinGi aún enviaba sus matones para asegurarse de que se mantenía lejos de su hijo. ¿Y si el CEO se enteraba que lo buscó? ¿Qué le haría a él? ¿Qué le haría a MinGi? ¿Debía enfrentarse al castaño? ¿Podría hacerlo aunque las palabras que salieran de su boca no fueran lo que realmente sentía, sino mentiras destinadas a protegerse y a protegerlo? Si no lo veía a los ojos, podría engañarlo para que no volviera a buscarlo. Él podía hacerlo y ambos podrían continuar con sus vidas hasta olvidarse del otro. Sólo tenía que decir las palabras correctas.

HongJoong tomó aire, estaba terriblemente paralizado ahora que lo tenía a centímetros de distancia. Se sentía como un sueño y una pesadilla. No obstante, antes de abrir la boca, MinGi lo volteó y al mirarlo a los ojos supo que no podría hacerlo.

—Fui a tu casa, l-lo siento... —tartamudeó ansioso. Kim notó que las manos del más alto estaban temblando pero no era por el frío—. Alexa no quiso decirme dónde estabas y... y... uh. Como no puedo llamarte porque tu me... Yo, b-bueno, él punto es que no me fue difícil encontrarte... sabía que estarías aquí —divagó nervioso, metiendo sus manos en el abrigo. Era el abrigo que HongJoong le diseñó.

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