Capítulo 9: Me Gustas.

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Nada podía arruinar la felicidad que cargaba toda esa semana.

La cita en el restaurante chino lo tenía con sus ánimos por las nubes y, aunque MinGi tuvo que irse a Busan por negocios del hotel, había cumplido su promesa de llamarlo por las noches justo antes de dormir. Claro que no esperó que MinGi fuera puntual llamándolo sin falta a las diez de la noche por videollamada, con su voz ronca y su cabello revuelto. El castaño le hablaba hasta por los codos contándole de su día y HongJoong estaba feliz de escucharlo y verlo tirado en la cama del hotel con un bata de baño puesta.

Fueron unos buenos tres días.

Incluso cuando MinGi estaba agotado por las noches, HongJoong se dio cuenta que esas llamadas le traían vida a su cuerpo por eso nunca le colgaba. Kim siempre esperaba hasta que los ojitos de MinGi se cerraran y su teléfono quedara enfocando el techo para cortar la llamada. Sin dudas, ya quería que volviera para salir juntos. Quería tenerlo al frente y plantarle cada uno de los besos que no pudo darle por teléfono; estaba ansioso, emocionado. Pero, por supuesto, al decir que «nada» lo haría sentir mal, se refería a un rubio alto y apuesto que disfrutaba ponerle los pies en la tierra, llamado Park SeongHwa.

Por favor, no te ilusiones tanto. No quiero ser pesimista, pero me preocupo por ti y si ese hombre se entera que le mentiste a su amigo para obtener un favor, dudará de lo que sientes por él y... sabes cómo terminará eso —habló SeongHwa y el ojigris suspiró.

—Sé las consecuencias y entiendo que no debería enamorarme —reconoció con una sonrisa agridulce en su rostro, mientras presionaba el botón del ascensor—, pero no sería mi primer corazón roto. Hwa, podría salir bien... esta es mi última oportunidad para lograr lo que quiero y así no tener que seguir en trabajos que no me gustan. Quizás comprenda mis motivos.

—¿Aún tras tu sueño? HongJoong... Bueno, si piensas arriesgarte por lo menos diviértete con ese tal MingKi y no te enamores...

—Su nombre es MinGi.

¡Como sea! Recuerda lo que te he dicho, no quiero que te lastimen.

Y colgaron la llamada.

No tenían que repetírselo, él entendía el riesgo que conllevaba esta pequeña gran mentira. SeongHwa tenía razón: podía salir lastimado, podía lastimarlo, no era seguro que cumpliera su sueño. MinGi le gustaba y podía perderlo. Pero, aún estaba la posibilidad de quedarse con el chico y cumplir sus sueños. Esta era la última oportunidad que el destino le presentaba para matar dos pájaros de un solo tiro. ¿Estaba arriesgando demasiado?

HongJoong suspiró agobiado sepultando el asunto al fondo de su mente y se bajó del ascensor con el carrito de la comida.

Otra vez estaba cometiendo una locura, porque había sido imposible ignorar la tentación: MinGi había llegado de Busan —luego de un retraso de un día— y quería verlo. Además, no fue complicado convencer a unos empleados de la cocina para que lo dejaran llevarle la comida al hijo del diablo al piso de las suites. Todos tenían miedo de estar en presencia del hijo del CEO, sus miedos infundados les hacían creer que los despedirían si cometían un error.

Le emocionaba pensar en la cara de MinGi cuando lo viera entrar a su habitación. Sería una visita express después de su turno y si salía bien su experimento, podría volver a repetir esas visitas en la semana. Así tendría una excusa para verlo y molestarlo un rato, quizás robarle un par de besos. Dios, ni siquiera HongJoong entendía qué demonios estaba pasando con su cabeza, ¿y si estaba oxidado en las citas serias?

STRIP » MinJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora