Capítulo 14: Cuatro Son Multitud.

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Alguna vez él había escuchado que dos son compañía y tres son multitud, y había creído fielmente en esa frase. Hasta que llegaron dos personas a su vida.

A pesar de que siempre fue un poco tímido, un poco despistado, demasiado torpe y emocional, YeoSang ansiaba sentirse amado y aceptado. Sólo era un chico que le gustaba que le demostraran cariño y confianza, aunque no supiera bien cómo demostrarlo de vuelta. ¿Era mucho pedir por algo así? En cada intento, en cada relación, todo había fallado extraordinariamente. Y, por si no era suficiente, los propios prejuicios sembrados por una familia religiosa, sólo lograron hacerlo tener inseguridades que nunca antes hubiera desarrollado, de no ser por ellos.

Quizás sus relaciones pudieron ser mejores. Sea lo que sea, quizás, sólo quizás... lo único que tenía era que conocerlos y así todo sería mejor.

YeoSang miró fijamente a su novio, pero SeongHwa estaba tan absorto cocinando que ni siquiera sabía que tenía compañía al otro lado de la isla de la cocina. A veces el rubio era tan despistado como él. Kang soltó una risita al darse cuenta del delantal que llevaba puesto: «besa al cocinero». San se lo había regalado. Fue entonces que volteó hacia la sala donde estaba su otro novio y lo encontró trabajando en la computadora con una mueca rara, pero graciosa en sus labios. Él adoraba esas caras raras que hacía mientras estaba ocupado.

Este era su día a día, la escena doméstica más frecuente en su casa. Si alguno de ellos tres faltara simplemente se sentía vacío. Así que YeoSang sonrió hasta que sus ojos se achicaron impidiéndole ver. Sabía que tres eran compañía y cuatro multitud.

Las personas podían tomar sus críticas y prejuicios, y mandarlos al demonio porque a ellos no les importaban. Era como si los tres estuvieran destinados a encontrarse y el destino los hiciera colisionar de la manera más inesperada en la vida menos pensada.

—¡Mierda! ¡Me diste un susto! ¿Cuánto llevas ahí, YeoSangie? —se exaltó, dejando caer algunas algas de la sopa en el piso.

—¿Cinco minutos? Eso creo.

—Bien, cariño ya que estás aquí puedes probar la sopa y decirme que le... —alguien tocó la puerta—. ¡Oh Dios! ¡ya llegó! ¿Puedes abrirle? —el azabache asintió y le dio un besito en la mejilla.

—Estoy seguro de que todo sabe delicioso, hyung —halagó e intentó robar un trozo de carne cocida, el rubio le apartó la mano de un manotón.

SeongHwa puso los ojos en blanco, pero su sonrisita tímida le confirmó a YeoSang que su cumplido había ido directo a su ego y que no se había enojado con él. Claro que Kang no se contuvo e intentó robar otro trozo de carne y esta vez salió victorioso. Como un señor mayor, SeongHwa se quejó en voz alta y YeoSang se aguantó la risa tapándose la boca mientras caminaba hacia la puerta principal. Si SeongHwa lo escuchaba riéndose, se iba a molestar aún más y le daría “la mirada” por el resto de la tarde. Era mejor no hacerlo molestar, aunque se viera sexy molesto.

Al abrir la puerta, un hombre conocido de asombrosos ojos grises lo recibió con un gran abrazo que lo dejó paralizado. Se conocían desde hace meses, pero YeoSang no podía evitar ser un poco tímido con HongJoong. Cuando lo soltó, el mas bajo le dedicó una cálida sonrisa y YeoSang se sonrojó. El incesante carisma que exudaba lo hacía lucir el doble de atractivo e interesante. Además, era diseñador.

YeoSang sentía que era como una celebridad.

—¡Hola, YeoSang! ¿Cómo vas con las pasantías? San me contó que la empresa de hecho quiere contratarte como editor para la revista —se quitó la chaqueta y la dejó en el perchero—. Huele muy rico, adoro cuando Hwa cocina. ¡Wow, está haciendo calor aquí adentro! ¿San otra vez? —inquirió, yendo a la cocina mientras YeoSang lo seguía.

STRIP » MinJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora