1. Italia

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Dánae

Sacar, meter y cerrar, sí, sé que suena bastante raro, pero era a lo que me había dedicado en los últimos cuatro años. Mi padre viajaba por trabajo, viajaba mucho, tanto, que no le quedaba más remedio que llevarnos tanto a mi hermano como a mí con él. Por eso, nuestros últimos años se habían convertido en sacar la ropa del armario, meterla en la maleta, cerrar ésta y mudarnos a otro lugar. El último país en el que vivimos no fue tan horrible, papá nos llevó a Portugal, para ser exacta a Oporto, un sitio único y espectacular, de esos que puedes recrear con los ojos cerrados. Me había enamorado de cada rincón de la ciudad, hasta había hecho algún que otro amigo, pero otra vez tocaba despedirnos. Quizás yo no podía quejarme, ya que Angus, mi hermano, tenía una relación con nuestra vecina y la verdad es que él si lo estaba pasando bastante mal.

 
Mientras papá facturaba nuestras maletas, intenté consolar un poco a Angus.

— Mira el lado bueno, al menos no nos vamos tan lejos.—dije intentando que sonriese un poco.

— Dánae no quiero hablar.

No podía verlo así, pero tampoco quería agobiarle. Me limité a mirar la hora, y de un momento a otro ya casi tocaba embarcar. Mi padre nos hizo un gesto con la mano, indicando que fuésemos con él cuanto antes.

— ¿Estáis listos?—dijo con una gran sonrisa.

—¡Papá esto no son unas jodidas vacaciones, lo has vuelto hacer! —Angus se quedó callado unos segundos, esperando una respuesta.

Mi padre no dijo nada, sólo nos miró, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta de embarque. Angus y yo repetimos el último acto de mi padre, sólo que esta vez un poco más tristes, apenados, con menos ganas de entrar en ese avión. Tal vez, no sería tan horrible como imaginábamos semanas antes cuando papá nos dio la noticia, pero había sido mucho tiempo así, conociendo gente nueva para luego tener que despedirte, nuevo instituto todos los años... yo no quería hacerme más daño, por eso dejé de hacer amigos, dejé de encariñarme, simplemente estaba yo, en mi mundo, en mi planeta, en mi universo.

 
No me consideraba una persona antisocial, es decir, si me hablabas podías entablar una conversación conmigo perfectamente, pero tampoco me dedicaba a intentar caerle bien a todo el mundo.

 
El avión casi iba a despegar, ya no me ponía nerviosa, ni si quiera seguía teniendo ese estúpido miedo a los aviones, sin embargo, mi hermano tenía que tomarse siempre unas pastillas para dormirse durante el vuelo. Me puse los cascos y seleccioné una de mis carpetas favoritas, un mix de Guns N 'Roses, Oasis, Coldplay y REM. El avión despegó, mi mente tenía bastante claro que sería un viaje largo, de unas cuatro o cinco horas, así que cerré mis ojos y susurré:

— Próximo destino... Italia.

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