DánaeMi vida en ese momento era como columpiarse, altibajos continuos. Inseguridad era mi palabra favorita desde hacía meses, miedo era la que necesitaba arrancar de mi vida y confianza la que me iba a ayudar a superar todo eso. No quería pensar demasiado, sólo permitirme ser libre de los pensamientos que apenas me dejaban dormir, necesitaba encontrar la raíz de ese maldito problema y sentía que sólo me ayudaba la música. Por mucho que llorase no iba a conseguir nada. Escribí tres palabras fundamentales en una hoja: en un círculo muy grande, confianza; en un rectángulo, miedo; y en un triángulo, inseguridad.
Llevábamos tres semanas de clase y poco a poco íbamos cogiendo una rutina otra vez. A mí me gustaba este nuevo hogar y parecía que a Angus le empezaba a agradar más de lo que papá y yo esperábamos. Siempre estábamos solos, o al menos la mayoría del tiempo, y casi siempre solía estar yo sola, aunque alguna que otra vez me escapaba con Angus, Alessandra y los chicos para distraerme un rato. En cuánto a mi relación con Ale pues cada vez iba a mejor, ya me contaba cosas más personales y yo pues...hablaba con ella, y de vez en cuando soltaba algo más profundo sobre mi vida. Alessandra me hacía sentir cosas totalmente distintas, incluso diría que me gustaba, que me sentía atraída por ella, creía que por fin iba a tener clara mi orientación sexual, y así era, porque no podía negar que era una chica muy atractiva y que no me importaría besar sus rosados labios.
Pero no, cuando ya creía tener todo bajo control sobre mis sentimientos, me confesó que le llamaba la atención Angus, ¡Qué inoportuno era!, no me importaba, tampoco sentía nada por ella, aún no había sentido las famosas mariposas por nadie, pero sí era la primera chica por la que me sentía atraída y eso ya me iba dando pistas para averiguar mi orientación. Bisexual o pansexual seguro, y ojalá ser solo homosexual, pero teniendo a hombres en el mundo como Ian Somerhalder o como Jared Leto era imposible que fuese homosexual.
Era sábado y no tenía nada que hacer, había terminado todas las tareas que estaban siendo un poco más pesadas que el primer curso, ya me había terminado la historia de Wattpad que había acabado de joderme completamente.-Pushi, vuela alto.- Me dije a mi misma mientras me ponía en la situación de Weigel, debía ser un dolor insoportable. Por culpa de Luke nunca volvería a escuchar igual a mis grupos favoritos, de hecho, intentaba evitarlos cada vez que me salía una canción de ellos. Observé el reloj, aún eran las seis de la tarde y mi único plan era ver películas repetidas en Netflix o intentar hacer amigos en Instagram cosa que descartaba totalmente.
Hacía ya una semana desde que Daniela me había respondido a los cientos de mensajes que le envié a lo que ella sólo respondió con un "Está todo bien, perdona, me había equivocado de chat", pero yo no la creía, desde que estaba en Italia sólo habíamos hecho videollamada una vez y habíamos hablado por chat dos frases penosas, algo pasaba, pero no podía meterme ahora en su vida. Iba a ponerme mis maravillosos cascos cuando oí como tocaban en la puerta de mi cuarto, y sin avisar Angus entró con dos zumos de naranja.
—Dánae, mi preciosa y hermosa querida y adorada hermana.—decía mientras se acercaba y me dejaba el zumo que él mismo había preparado.
—Sea lo que sea, NO.—dije con una mirada desafiante. No me gustaba cuando mi hermano venía con esas intenciones.
—Déjame explicarte nada más, por favor.—me regaló una sonrisa pícara y a lo que yo suspiré y le indiqué que continuase.—Verás, papá me ha enviado un mensaje, tiene que quedarse esta noche fuera de la ciudad y pues había pensado que podíamos hacer una pequeña fiesta aquí con los chicos que ya conocemos por supuesto.
—Gracias por la invitación, pero sabes que no me gustan las fiestas.—dije en un tono cortante. Ya sabía por dónde iba la cosa, y era demasiada responsabilidad, además ya era tarde.
—Por favor no seas aburrida, sólo serán cinco o seis personas, no más, te lo prometo.
—Mira si quieres hacer una pequeña reunión pues bien por ti, yo me voy a quedar en mi cuarto, terminando de...lee...
—¿Otra vez la misma excusa? Deberías de empezar a buscar otras.—hizo una pausa.—Bueno yo voy a invitar a los demás, sabes que siempre puedes venir.—se levantó y salió de mi cuarto.
Vale, quizás estaba siendo una aburrida pero demasiado estaba haciendo con salir de vez en cuando con ellos por las tardes, quería estar tranquila, además había visto un documental sobre estrellas que parecía ser muy interesante.
Noté que ya iban llegando alguno de los chicos, también pude ver desde la ventana a Alessandra, estaba muy guapa, con una falda corta negra y un top de tirantes básico, todo le quedaba tan bien, sin embargo yo necesitaba un buen milagro para lucir como ella. Finalmente, me decidí a bajar para saludar, era lo mínimo para no parecer un bicho raro que se esconde en su cuarto a leer y a escuchar música que no es la habitual para su edad. Vi como Ale se acercaba a mi con una gran sonrisa y emocionada.
—Ven, tengo que contarte algo.—me dijo mientras me llevaba hasta el patio donde se ubicaba tranquilamente nuestra bonita tortuga Pepi.
—¿Qué pasa?—pregunté una vez nos encontrábamos solas.
—Espero que no te importe, pero creo que tu hermano me ha pedido una cita.—se le sonrojaron tanto las mejillas que hasta yo me puse roja. ¿Una cita?, hacía tres semanas que había estado llorando por Erika ¿Y ahora le había pedido una cita a Ale? No entendía a los adolescentes.
—¡Qué fuerte!
—Estoy un poco nerviosa, por cierto, me puedes explicar por qué estás todavía con el pijama puesto.—dijo con una expresión de enfado.
—Ah, es que sólo bajaba a saludar, no estoy de ánimos hoy.
—¿No vas a venir con nosotros a casa de Matteo?, ha montado una fiesta increíble, encima tiene piscina, bueno tiene una casa gigante, por favor ven con nosotros, sabes que sin ti no va a ser lo mismo.
¿Sin mi no iba a ser lo mismo?, ¡Pero si apenas hablaba con ellos!, era la más callada del grupo. Aún así hice el esfuerzo, pero no porque quisiera ir, sino porque papá estaba fuera y Dios sabe a qué hora llegaría Angus, no me gustaba quedarme sola. Miré a Ale y asentí, a lo que ella me regaló un fuerte abrazo y miles de gracias.
—¿Qué te vas a poner? No me puedes llevar la ropa de clase, te lo estoy pidiendo no como amiga sino como persona.
—Vale, vale, llevaré esta falda roja y... este top negro, ¿Te parece bien?
—¡PERO QUÉ MODELITO! ¡ME ENCANTA!
Mi pelo era lacio natural, así que no tuve que arreglarlo mucho, y sólo por esta noche, me maquillaría con un labial rojo a juego con mi falda y mi color de pelo. Cuando bajamos, tanto Angus como los chicos se quedaron mirándome boquiabiertos, y creo que todos pudieron notar como mis mejillas se sonrojaban.
—Dánae estás...preciosa.— me dijo Geovani sin vergüenza alguna. Era un chico guapo, pero por el momento no me hacía sentir nada especial. Sólo sonreí mientras me dirigía hasta la puerta y me repetía en mi cabeza: Nada de relaciones personales.
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Heaven
RomanceEntre libros y música, Dánae llega a Italia, pero no de la manera que más le hubiese gustado. Tras cuatro años viajando por el trabajo de su padre, por fin consigue estar en un lugar dónde se siente cómoda. Aunque la ciudad de Roma será testigo de u...