4. Personas diferentes

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Dánae

No, la mañana siguiente no fue la mejor del mundo, papá siempre nos prometía que el primer día era para estar juntos, visitar los lugares más turísticos y comer los tres en algún lugar recomendado por Tripadvisor, pero esta vez no pudo ser, su jefe le había comunicado desde muy temprano que tenía una reunión importante. Angus en ese momento era pura rabia y enfado, yo, desinterés total, claro que eso no quitaba el deseo de conocer la nueva ciudad dónde vivíamos pero ya me esperaba cualquier cosa de mi padre, era triste pero era la realidad en la que vivía.

—Os prometo que esta noche iremos a cenar los tres juntos, de verdad que lo siento mucho.—dijo mientras cogía las llaves y salía con prisas.

Angus ni se inmutó en mirarme, entendía por lo que estaba pasando, aunque yo no le había hecho nada. Me limité a ir hasta la cocina y desayunar, pero la mano de Angus tocó mi hombro y me giró por completo.

—¿Te apetece si vamos nosotros dos solos a desayunar?—dijo sin apenas mirarme. Se sintió mal por haberme tratado con indiferencia, estaba claro.

—Claro, por mi encantada.—sonreí mientras se marcaban mis pequeños hoyuelos.

Angus subió a su cuarto para prepararse y yo imité su acto. Mi nuevo armario me encantaba, era muy vintage, de color blanco, en general mi cuarto era bonito, con tonos blancos y azules. No sabía qué ponerme, siempre solía ir en leggins o con ropa negra, sólo cambiaba un poco cuando iba a entrenar, sí, hacía deporte, no era mi pasatiempo favorito pero la natación era algo que practicaba desde muy pequeña. Hacía calor, así que opté por un mono corto verde militar y unas sandalias de color negro, me miré al espejo y me vi muy extraña así vestida.

No era una chica guapa, me consideraba del montón, tenía los ojos color miel, labios gruesos, pecas, muy blanquita de piel, pelo corto por los hombros con flequillo y por supuesto teñido de rojo. Mi gran inseguridad: mi cuerpo. Tenía una estatura media aunque era bastante delgada, con suerte llegaba a los 52kg, por eso siempre iba con ropa ancha. No me maquillaba nunca, porque no sabía y porque no me gustaba, sólo me hacía de vez en cuando el ojo de gato, un poco de rímel y si acaso, pintalabios. Salí del cuarto y vi cómo Angus vestía con unos vaqueros cortos y una camiseta rosa básica.

—¿Estás lista?

—Sí.—dije sonriente. Estaba feliz de verlo más animado.

Comenzamos a caminar por las estrechas calles de Trastevere, era un sitio muy agradable y tranquilo, la gente transmitía paz y parecían ser muy simpáticos. Durante el camino, Angus y yo conversábamos acerca de lo nerviosos que estábamos por empezar otra vez el instituto, último año por fin. También soltábamos algún comentario sobre lo que íbamos divisando, lo que nos había parecido el último lugar dónde vivimos y lo que queríamos estudiar el año que siguiente.

Nunca tuvimos una relación muy cariñosa, pero nos llevábamos bien, sabía que podía contar con él, a pesar de que siempre se quejase de ser mellizos, odiaba cumplir el mismo día que yo porque decía que le quitaba el protagonismo pero, ¿quién se creía eso?, éramos el día y la noche. Angus era precioso, no del montón como yo, tenía el pelo color castaño claro, los ojos verdes y una sonrisa que llamaba la atención a cualquiera; y no sólo por su físico, además era amable, gracioso, todo el mundo tenía que ver con él.

Terminamos desayunando en una cafetería cerca del río Tíber, en el Caffè di Marzio. Me gustaba la zona, era un ambiente perfecto, y aunque no quisiera admitirlo, me lo estaba pasando bien. Noté como Angus dirigía la mirada hacia mí, terminó de masticar y dijo:

—Gracias por venir conmigo, y perdón por estar mal contigo, echo de menos a Erika.—dijo cambiando la expresión de su cara. Se suponía que yo debería apoyarle, aconsejarle o hacerle reír pero no tenía ni idea de qué hacer o decir, y si sacaba el tema de Erika se pondría peor, así que ignoré un poco su disculpa y cambié el tema de conversación.

—Mira desde aquí se puede ver el Coliseo, ¿podemos ir?

—¿Y después vamos a casa a ver nuestra película Disney favorita?—dijo con un tono de sarcasmo.—Sí, claro que sí.

—Perfecto, y ahora por estar de gracioso también veremos la película.—me reí mientras notaba cómo Angus arqueaba una ceja.

El camino hasta el Coliseo fue bastante activo puesto que teníamos muchas ganas de llegar aunque no nos dimos cuenta de que el plan fue algo imprevisto y no cogimos la cámara de fotos así que tuvimos que sacar las fotos con el móvil. Luego, al volver a casa sí se nos hizo un poco más largo a pesar de que vivíamos prácticamente al lado. Llegamos a nuestro nuevo hogar justo a la hora de almorzar, aunque ninguno de los dos tenía hambre. Nos pusimos a ver, a muy duras penas por parte de Angus, "Toy Story", nuestra película favorita de Disney cuando éramos unos niños.

Después de un buen rato, observé que Angus se había quedado dormido, así que tuve que almorzar sola, aunque no me importaba. Mientras comía, vi que tenía un mensaje de Daniela, había sido hace una hora y me asusté al leerlo:

"Pronto terminará todo, te lo prometo"

No entendí muy bien qué quería decir con eso, me dispuse a llamarla, una, dos, tres veces pero nadie respondía, ¿a qué se debería ese mensaje tan repentino?, le dejé varios mensajes diciéndole que me llamase cuanto antes, que estaba preocupada , si todo estaba bien, pero tras una hora mandado mensajes no obtuve respuesta. No terminé la película, subí a mi cuarto y me tiré en la cama para escuchar música, esta vez elegí una carpeta diferente, llena de canciones de amor que no comprendía, pues yo nunca había tenido ese sentimiento de estar enamorada, apenas sentí atracción por alguien, ¿acaso era asexual?, no, imposible, tenía una obsesión muy grande con Billie Joe Armstrong y con Kurt Cobain de joven que no era normal.

También estaba enamorada de un personaje literario pero... ¿Eso contaba?, bueno últimamente escuchaba más a Harry Styles pero eso no quería decir nada, para mi larry era más real que mi vida entera. Empezó a sonar "Heaven" de Bryan Adams, me detuve escuchando bien la canción, analizándola, ¿sentiría yo algún día eso?, lo que no sabía, es que un año más tarde, no volvería a escuchar esa canción de la misma manera.

Me daba miedo sólo el hecho de pensarlo, tampoco era muy probable que pasara teniendo en cuenta mi nivel de sociabilidad. Algo me tenía más inquieta de lo normal y es que, ¡Pronto empezaría las clases!, otra vez a pasar por lo mismo de siempre, presentaciones, intentan ser simpáticos conmigo, les sonrío, me pongo los cascos, me dedico a descubrir rincones ocultos de la ciudad, leo mucho, hago mis tareas y ya está, otro año más igual, sólo que en un sitio diferente y con personas diferentes.

Sentí cómo poco a poco me iba quedando dormida, la mañana había sido muy movida, estaba cansada, ya casi había conseguido conciliar el sueño cuando escuché cómo se cerraba la puerta principal. Sin ganas, bajé para comprobar que era mi padre, y ahí estaba él con una sonrisa de oreja a oreja, él era feliz así, viajando, conociendo lugares, a veces creía que era porque no quería pensar en mamá y esto le distraía lo suficiente . Se acercó a mí y me dio un pequeño beso en la frente, no me gustaba que me diesen besos ni abrazos, pero lo pasé por alto. Se sentó en la cocina y me miró fijamente.

—¿Qué tal el día de hoy?—dijo mientas sacaba de una bolsa unas pizzas.

—Pues no ha estado mal, hemos ido a dar una vuelta, fuimos al Coliseo.

—Anda, ¡Qué bien! Y esta noche más, os voy a llevar a un restaurante para cenar que es increíble.

Lo veía tan feliz que me extrañaba, no le di mucha importancia, sólo quería que las cosas siguiesen bien. Hice un amago de irme hacia mi cuarto pero escuché la voz de mi padre.

—Dánae... lo siento, espero poder recompensaros algún día.—hizo una pausa para tomar agua y siguió.—De verdad que sólo quiero lo mejor para vosotros.

Yo sabía que en parte hablaba más por Angus que por mí, a él le había quitado a sus amigos la primera vez, luego a una chica que recién estaba conociendo y ahora a su novia, a mí qué me iba a quitar, ¿mis paisajes y lugares favoritos? Podía soportarlo.

—No tienes que disculparte.—me di la vuelta y me dirigí hasta mi habitación.

HeavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora