2. Déjate Llevar Una Noche

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Pov Bella.

─Vamos, será divertido─ me dice Tasha.

─Sí, ¿cuándo fue la última vez que saliste a bailar en la noche?─ pregunta Fey. Ambas son chicas que conocí a través de Leila, son muy simpáticas, alocadas, pero geniales. Oliver, ellas y yo somos grandes amigos.

─Como si lo hubiese hecho alguna vez─ dice Oliver.

Es viernes y como cada viernes nos reunimos en la cafetería a dos cuadras de la escuela, una cosa más ellas no saben sobre mi horrible vida, solo que no me llevo bien con mi madrastra y su hija y nada más.

─Por una noche déjate llevar─ me dice Oliver─ no estarán por el fin de semana─ me recordó.

─Tienes 17 años, vive un poco, la diversión no hace daño─ me dice Fey.

─Esta bien─ me rindo─ pero no beberé─ les dejó claro─ saben que odio el alcohol─ le amenazó.

─Tu tranquila, no tomaras nada de eso─ dijo Oliver.

Continuamos hablando de tonterías hasta que fue tiempo de ir a la galería, no quedaba muy lejos de donde estaba así que podía ir caminando. Al llegar saludé a Nick el guardia de seguridad, era un señor de unos cuarenta años muy carismático.

─Necesito que me ayudes con algo─ le digo a Leila después que la saludo.

─¿Qué te hicieron ahora?─ pregunta seria.

─No es para eso─ contestó─ los chicos me convencieron de salir a bailar mañana en la noche─ le cuento─ me prestas ropa, sabes que no tengo nada apropiado─ le recuerdo.

─Por supuesto─ dice feliz─ pero iremos de compras, mi ropa no te quedaría, eres muy delgada─ me regaña, varias veces a intentado que suba un poco de peso─ bien iremos mañana.

En la noche ambas nos vamos al departamento, en la casa de mi padre no hay nadie, él está en Nueva York por una conferencia y su perfecta esposa e hija fueron con él para asistir a una gala que también se realizará.

Entre las dos preparamos la cena, cuando compramos este lugar traje todo lo que me importa, fotos, cuadros y los cuadernos de receta de mi madre, no los podía seguir guardando allá, ellas los encontrarían y destruirían los últimos recuerdos que tengo sobre ella.

Mientras cenamos hablamos de mi última exposición,que hice, ya que las ganancias de esa fueron a un lugar que ayuda a mujeres que sufren de maltrato intrafamiliar, se recaudaron casi dos millones por tres cuadros solamente.

─Te compraré esa escultura que estás haciendo, es preciosa─ me dice.

─Aún no está terminada le falta color─ le digo─ además sabes que no me gusta que compres mis obras, si las quieres con gusto te las regalo─ le repito por enésima vez, con Dan también es lo mismo, por cierto llevo meses sin verlo.

Ambos son como unos hermanos mayores para mí, más Dan que es muy celoso, con las dos de seguro tiene trabajo y por eso no lo he visto. Las dos recogemos y limpiamos lo ensuciado.

Ella se queda mirando la televisión y yo voy a mi estudio a continuar con mis esculturas, estas no son para exposición, si no para mi habitación, le dará la sensación de que hay plantas en el, trabajo en ellas hasta que son las once de la noche, ya les talle todos los detalles que quería, ahora solo falta colocarles la pintura.

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Al Dia Siguiente.

Llevamos más de una hora en el centro comercial porque ninguna de las dos se pone de acuerdo con la ropa.

Oveja NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora