8. Confía En Mi

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Pov Bella.

─Para ser sincera lo sospechaba ─ me dice Leila con una sonrisa.

─¿Cómo?─

─Bueno, los cuadros, el como te pusiste cuando lo viste, como él te comía con la mirada y por su puesto lo molesto que se puso cuando te vio salir con otro─ me dice.

─Crees que Dan se dio cuenta?─ le preguntó un tanto preocupada.

─No, estaba más al pendiente de los golpes que tenias─ me dice─ ¿y qué harás?─

─En eso quiero que me ayudes─ le digo─ ¿que harias en mi lugar?─ le pregunto.

─Aceptaría, me dejaría llevar por algo bueno que me pase, vive un lindo sueño─ me dice.

─Pero llegará el momento en el que tendré que despertar de ese sueño y no quiero.

─No tienes que despertar, mi primo puede ser un pesado, terco, gruñón, algo engreído a veces, cascarrabias con el resto, celoso, muy pero muy celoso, pero reconozco muy bien cuando le gusta alguien y de verdad le gustas, créeme no es alguien de caprichos, nunca lo fue─ me dice.

─Lo pensaré─ dije levantándome─ ah, me has dado una gran idea para una nueva exposición─ le digo antes de irme.

Salgo de la galería y me voy al departamento a trabajar en la idea que Leila me ha dado.

A las seis suena la alarma y ya debo irme a esa casa, dejó el pincel y lavo mis manos, cuando bajo Leila está preparando la cena.

─Ya me tengo que ir─ le digo pasando derecho.

─Espera─ me llama y me tiende un plato─ para después─ me dice, le agradezco y me voy, tomando un taxi al salir.

Al llegar a la mansión entró a la casa y voy directo a la cocina por un vaso de jugo, la estúpida de la sirvienta me trata como si fuera superior a mí, a menos de que mi padre esté en la casa. Tomo el jugo y una manzana del frutero y subo a la habitación.

Una vez allí tomo una ducha de agua tibia, por unos veinte minutos, una vez limpia, me coloco la crema para los golpes y ropa grande para que así no me rose e irrite esas partes, me coloco mis audífonos y me pongo a estudiar.

Las noches en las que no las paso en el sótano muriendome de frio, estudio como loca, estube a punto de perder varios años, quiero ir a la universidad, no a estudiar arte, si no, arquitectura, me encanta, de pequeña yo misma le hacía las casas a mis muñecas, mi padre me compraba todos los materiales para poder hacerlo.

Ya he enviado mi solicitud a la universidad politécnica de arquitectura, en pamplona, españa, cuando envíe la solicitud puse la dirección del departamento de Leila y mío, de ninguna manera iba a ser llegar una carta tan importante aquí, de seguro ellas al verla la destruirían.

Mientras hago las tareas recibo una llamada de Tasha.

─Hola Tash─ digo al contestar.

─Hola, ¿estás muy ocupada?─ me pregunta.

─Depende, ¿que necesitas?─ digo.

─Ayuda con unas traducciones en francés─ me dice.

─Debes aprender el idioma, las leyes son francesas, para entenderlas mejor debes saber el origen, no crees─ ella quieres estudiar leyes, en Harvard.

─lo sé, lo sé, me lo traduces por favor─ pide con voz de niña, estoy segura que le esta haciendo pucheros al celular.

─Sí, envíame lo que necesitas─ le digo y la escucho chillar.

Oveja NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora