Narrador externo.
Al día siguiente en la mañana Darius e Isabella discutieron a causa de que ella insistía en ir a la escuela, sin importarle que no estuviera recuperada del todo, su discusión duró un rato hasta que Leila intervino, aunque ella estaba de acuerdo con su primo, se puso de parte de Bella, ella conocía muy bien por todo lo que había trabajado para tener calificaciones decentes para ir ala universidad y que cualquier falta la podría perjudicar.
El español no tuvo de otra que aceptar, después de un rato terminó llevándola él mismo a la escuela prometiendo ir a verla en la tarde.
Tomó sus clases con normalidad a pesar de los dolores de cuerpo que tenía. Al salir como Darius prometió la estaba esperando, y la llevó al departamento para que descansara.
Así pasaron sus días hasta el viernes, para ese momento Isabella estaba más recuperada y se podía mover sin quejarse de dolor. Ese día Darius no pudo ir por ella a la escuela a causa de una reunión de negocios.
Isabella entonces como era una costumbre para ellas y sus amigos, fueron a la cafetería de siempre, donde la bombardearon con preguntas.
Fey y Tasha habían ido a verla el martes, para ir a sus clases como era costumbre, pero para su sorpresa encontraron a la pelinegra comiéndose al mayor y viceversa. Sus amigas quedaron mudas por unos minutos sin creerlo, nunca había visto a su amiga con alguien, hasta llegaron a pensar que a su amiga no le gustaban los hombres.
─¿Tiene hermanos?─ le pregunto Fey con interés.
─Sí, pero está casado y con hijos─ contesto Isabella, desde que habían llegado ella se sentía observada y no de buena forma pero lo dejaba pasar.
Toda la semana se había sentido así, y se lo estaba comenzando a tomar como paranoia o algo parecido.
─¿No crees que es muy viejo para ti?─ preguntó Tasha, y Bella negó con la boca llena.
─¿Lo sabe?─ preguntó Oliver, no tenía que ser muy específico para saber de qué se trataba.
─Si le he contado como es mi vida─ dijo─ aún así dijo que quería tener algo conmigo.
─Por que lo vales─ dijeron sus amigos al unísono.
Terminaron sus postres y cada uno se despidió, Bella se fue al piso que compartía con Leila, al llegar lo primero que encontró fue un hermoso arreglo de rosas en el recibidor y una tarjeta que tenía su nombre, sonrió por el detalle que creía que era de Darius.
Se encerró en su estudio a pintar, toda la semana se había puesto a desarrollar la idea que Leila le había dado, “sueños de colores contra la triste y gris realidad”.
*********
Ya estaba oscureciendo cuando Darius atravesó las puertas del ascensor, se había cambiado su traje por algo más cómodo y casual, tenía la intención de invitar a su caramelo a cenar.Subió las escaleras escuchando extraños ruidos provenientes de la habitación de Bella, cuando llegó ahí la encontró bailando encima de un lienzo que alguna vez fue blanco pero estaba lleno de pintura de diferentes colores.
Isabella es una artista que no se mantenía haciendo una sola cosa a la vez, podía empezar con un cuadro sencillo para después estar recreando la mona lisa en uno de los platos de Leila.
Darius la observó fascinado con cada uno de sus movimientos y como esparcia todos esos colores mezclandolos sin ningún orden en específico.
Quería hacerle tantas preguntas más sobre esas personas que la lastimaban, pero su prima le dijo que era mejor no hacerlo, ella no contestaría eso, nadie sabía los nombres de las verdugas de Bella, como tampoco el de su padre, solo su abogado y tenía prohibido decírselo a alguien.
─Mon Dieu!!(¡hay Dios!!)─ dijo la artista exaltada cuando noto que no estaba sola─¿Combien de temps as─tu?( ¿Cuanto tiempo tienes hay?)─ preguntó muerta de vergüenza.
─Un rato─ contestó restándole importancia mientras terminaba de entrar a la habitación─ y ¿cómo se llama tu nueva pintura?─ le preguntó.
─Leila es quien le pone los nombres─ contestó mientras salía del lienzo─ no es que me moleste, todo lo contrario, ¿pero qué haces aquí?─ le pregunto con curiosidad.
─Vine a invitarte a cenar─ se explicó.
─Me encantaría─ contestó─ pero, porque no mejor nos quedamos aquí y yo cocino─ le propuso enganchandose de su cuello.
─Sabes cocinar?─ pregunto sorprendido.
─Así es, vamos─ lo tomó de la mano y bajaron hasta la cocina donde lo hizo sentar.
Charlaron mientras Isabella cocinaba, el español le preguntó cómo había aprendido ya que se movía como toda una profesional.
─Mi madre era chef, una muy buena, me enseñó muchas cosas y después de ella morir quedé sola y tenía que valerme por mí misma─ le contaba─ lo más que me gustaba eran los sábados en la noche, ella preparaba crepas dulces y jugábamos monopolio, mi papá siempre nos ganaba─ dijo con una sonrisa dulce al recordar esos tiempos.
─¿Ya no te duele nada?─ le pregunto cuando sirvió dos filetes al ajillo y puré de papas.
─Solo unas pequeñas molestias de vez en cuando, pero nada mas─ contesto.
Continuaron conversando y ahora era él quien le contaba más de su vida y sus años en la escuela y universidad.
─Por cierto, gracias por las flores, son hermosas─ dijo Isabella mientras él recogía los platos.
─¿Flores?─ preguntó confundido.
─Sí, las que están en el recibidor, ¿no fuiste tu?─ pregunto confundida.
─no, yo no te he enviado flores Bella─ dijo serio, conteniendo su ira─ al parecer tengo competidor─ dijo.
─No puede ser que alguien más me haya enviado flores─ dijo ella comenzando a preocuparse.
─Pero lo hicieron, ¿quién las envió?─ pregunto. Tenía que dejarle las cosas claras a ese tipo que le enviaba flores a su caramelo.
─No lo se, solo tiene mi nombre nada más─ contestó poniéndose de pie caminando donde estaba el hermoso ramo─ solo cuatro personas además de ti y Leila saben que vivo aquí, más o menos─ dijo.
─¿Alguno de tus amigos no te envía flores cuando estas mal?─ preguntó.
─No, me envían chocolates o donas, además estuve con ellos en la tarde y no me mencionaron nada de esto─ contestó.
─¿Vecino?
─Solo me he topado unas pocas veces, y es con una señora que tiene como cuatro perros─ dijo.
─¿Por qué te preocupa tanto?
─Porque no sé quién es, o que intenciones tenga y lo que pueda averiguar, prácticamente tengo dos dos vidas y no quiero que nada me impida librarme de la otra─ dijo.
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Oveja Negra
RomanceDesde que ellas llegaron a mi familia mi vida se fue a la mierda, pusieron a mi padre en mi contra, contándoles mentira tras otra que supuesta mente hacía, no importo cuantas veces lo negara, lo desmintiera, siempre, toda y cada una de esas veces l...