Último capítulo
- ¿Otra vez iba a irse sin mí, sheriff?
"Di algo", pensó Sunshine.
Ella no quería descubrir que otra vez había estado dispuesto a dejarla ir sin luchar.
- No volveré a hacer, ni hoy ni nunca, algo semejante. - respondió. Y ese cuchillo que tenía atorado en su pecho desapareció sin más. - ¿Es que estoy soñando, ardillita?
- Si no te acercas a mí, no podrás comprobarlo.
- Es que no quiero...- dijo dando los primeros pasos hacia ella. - ...descubrir que todo es mentira. Me mataría.
- ¿Es que no has visto a Maddox saltar en marcha como un loco enamorado? - le preguntó. Nadie sabe lo feliz que estaba de haber comprobado cuán ansioso estaba Maddox por volver a ver a su amiga. - Te aseguro que en este momento todo es posible, incluso que yo me case contigo mañana mismo. ¿Eso te haría feliz, cariño?
- Más feliz de lo que he sido jamás, mi amor.
El sheriff no tardó en correr hacia ella para tomarla en sus brazos y levantarla por los aires haciéndola sentir mareada por ese amor contenido en sus entrañas y que aleteaba como una bandada de mariposas. Su boca, al fin, volvía a reunirse con su otra mitad. Por eso, no le extrañó que ésta fluyera como una cascada a toda potencia para romper contra aquella otra boca que tanto perseguía en sueños. El beso fue tierno, al principio, un roce eléctrico de labios que comprobó que el deseo seguía prendido entre ambos, pero, que entonces, se hizo tan intenso que pronto sintió cómo las fuerzas empezaban a fallarle. Pero Sunshine no tuvo que preocuparse por ello, pues este hombre se ocupó de afianzar su cuerpo al suyo, y apretarla mucho más a él como si quisiera adherirla a su cuerpo. Sunshine no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro de la felicidad que empezaba a recorrer sus venas, pues esta vez todo parecía destinado a salir bien. Su reencuentro, después de ocho años, no había sido simple producto del destino. Él se había propuesto recuperarla, y había hecho hasta lo imposible por cumplirlo. Y como ella no quería seguir viviendo presa del resentimiento, ni del rencor, lo había perdonado. Y, ante todo, había aceptado que Hunter Brooks era un hombre de carne y hueso que cometía errores, al igual que ella, pero también que el amor que sentían por el otro podría combatir cualquier obstáculo.
Que lo amaba era decir poco.
Después de haber regresado a Vancouver, era como si el grifo de su amor se hubiera abierto para dejar fluir todos estos sentimientos.
- Ardillita.
- Te amo. - le confesó. Arremetiendo besos por todo su rostro para sorpresa del hombre. - Te sigo amando como el primer día. - ella hundió el rostro en su cuello para embriagarse de ese perfume masculino que tanto había echado de menos. - No vuelvas a dejarme, por favor. Ya no lo soportaría.
- No lo haré, ardillita.
El sheriff se aferró a ella con tanta desesperación que Sunshine no se sintió capaz de poner su palabra en duda. Si Hunter Brooks decía que la amaba y que no volvería a marcharse de su lado, ella le creería. Lo haría porque ante la mínima intención del hombre de poner un pie fuera de su vida, o de dejarla atrás junto a los hijos que tendrían en un futuro, la mujer se ocuparía de encadenarlo a su muñeca por el resto de los días hasta que consiguiera hacerle recordar cuánto la amaba.
Y cuánto la amaría siempre.
- Tienes que creer en mí, por favor. - él le limpió las lágrimas de sus mejillas con dulzura. - Necesito que comprendas, amor, que no me fui porque quisiera alejarme de ti. Dios sabes cuánto hubiera querido llevarte conmigo. - Sunshine no podía calmar su llanto, y las palabras de él no ayudaban. - Haremos las cosas bien esta vez. Te lo prometo.
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#1 Hacerte mía, otra vez. (Trilogía Jackson Creek)✔️
RomanceElla tiene su orgullo. Él tiene su corazón. Sunshine Moore se enamoró de aquel demonio de ojos azules a primera vista. Sin importar que fuera diez años mayor que ella, y que todo Jackson Creek renegara de su amor a las espaldas. Sin embargo, las hab...