Ella tiene su orgullo.
Él tiene su corazón.
Sunshine Moore se enamoró de aquel demonio de ojos azules a primera vista. Sin importar que fuera diez años mayor que ella, y que todo Jackson Creek renegara de su amor a las espaldas. Sin embargo, las hab...
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Ella tiene su orgullo.
Él tiene su corazón.
Sunshine Moore se enamoró de aquel demonio de ojos azules a primera vista. Sin importar que fuera diez años mayor que ella, y que todo Jackson Creek renegara de su amor a las espaldas. Sin embargo, las habladurías nunca los detuvieron, no cuando su padre le había dado la bendición a su relación, y acogiera a Hunter Brooks como si se tratara de un hijo más.
Sin embargo, contra todo pronóstico, ese amor por el que ella hubiera dado la vida entera se evaporó por arte de magia de un día para otro. Al igual que, aquellas promesas de amor, y ese futuro que habían planeado juntos. Ya que, la mañana del 4 de julio, ese demonio desapareció del pueblo sin un adiós de por medio. Nunca hubieron llamadas. Tampoco una mísera carta que explicara el motivo de su abandono. Y ,de aquello, ya habían pasado ocho dolorosos años.
Por eso, ahora que él había vuelto a trastocar su mundo, Sunshine se prometió arrancarle de la cabeza a ese hombre cualquier intención de reclamarla como suya, dado que no había fuerza en la tierra que fuera a echarla nuevamente a sus brazos.
Porque si algo tenía claro, es que nadie volvería a burlarse de ella, ni mucho menos, a pisotear su corazón.
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Hunter Brooks quería a esa mujer de vuelta en sus brazos así tuviera que cruzar el mundo entero para demostrárselo. La adoraba. La necesitaba con la misma intensidad que precisaba del aire para respirar, porque Sunshine Moore era la única mujer que había amado en su vida.
Y que amaría hasta su último suspiro.
Por eso, ni siquiera los ocho años de distancia entre ellos, habían conseguido vencer este amor que lo mantuvo caliente durante tanto tiempo. Sobre todo, en las misiones como marine a las que fue destinado en el extranjero, dónde su vida colgó de un hilo más veces de las que podía recordar, y cuyo motor fue aquella mujer que se le aparecía en sueños para mantenerlo con los pies en la tierra.
Sin embargo, Hunter sabía que ella no quería saber nada de él, no después de haber abandonado Jackson Creek sin un adiós. Sin un motivo que justificara a sus ojos por qué había roto la promesa que juró no quebrantar jamás. Pero si ella le daba una última oportunidad, Hunter le explicaría a qué se debió su partida, y con un poco suerte, también podría demostrarle que nunca la había dejado de amar.
Que ambos aún tenían la oportunidad de iniciar una nueva vida juntos.
