4. Un desayuno agridulce🌞

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¡Qué demonios!

En esta casa sí que pasaban cosas extrañas, ya no sólo por las colchas que habían fugado de su cama durante la noche, sino también por los pasos que se oían a altas horas de la madrugada, y que lo obligaban a no salir de su habitación hasta el día siguiente. Por no hablar de las cosas que aparecían y desaparecían a su antojo, y también las puertas que encontraba abiertas o cerradas, según deseaban los fantasmas llevarle la contraria. ¡El asunto era de locos! Él era un marine retirado de los Estados Unidos, y conocía suficientemente bien la crueldad de los vivos como ahora también tener que preocuparse por los muertos, pero desde que estaba viviendo en casa de tía Ágatha, el mundo paranormal ya no era una bobada. O sólo un asunto de frikis. Sino que, con cada suceso al que no podía darle una explicación científica, se alimentaba en su cabeza la idea de que esta casa estaba encantada.

Y que la actividad había ido en aumento con la llegada de Sunshine Moore.

Sunshine.

- ¡Mierda, el desayuno! - exclamó levantándose de la cama, y fue a revisar su teléfono móvil. - Menos mal. - su respiración se volvió más pausada al encontrar un mensaje de Tate. - Ese chico sabe lo que le conviene.

Ayer por la noche, él le había pedido expresamente a Tate que les preparan el desayuno especial del Jojo's Café, como en los viejos tiempos, y se lo trajera a casa a primera hora de la mañana. Y, al parecer, el chico había cumplido con su palabra, aunque para ello hubiera tenido que desembolsar un par de dólares adicionales de su cuenta de ahorros.

- ¡Buenos días, ardillita!

Con las manos ocupadas, el sheriff golpeó la puerta de la habitación de Sunshine con la punta del pie, y por más que esperó por una respuesta, no brotó ninguna voz del interior. Él volvió a insistir, la llamó por activa y por pasiva, y finalmente, la única idea que se le ocurrió fue derribar la puerta de una patada.

Ya se ocuparía después de disculparse con ella, y de comprar una nueva.

- ¿Quién está ahí? - preguntó Sunshine con un antifaz para domir que le nublaba por completo la visión, y a él ver esos hermosos ojos oscuros. - ¿Tobías?

- ¿Quién es Tobías?

- ¿Hunter? - volvió a preguntar ella. Él le confirmó quién era. - Maldición, creí que todo había sido una pesadilla. - y se dejó caer sobre el colchón. - No he podido pegar ojo en toda la noche. ¡Márchate!

- Son las once de la mañana. - añadió él colocando la bandeja de desayuno sobre la mesilla de noche. Y no dudó en levantar el antifaz de sus ojos de mala gana. - ¿Quién cojones es Tobías?

Él era perfectamente consciente de su belleza como mujer, al igual que de su dulzura, así que no era capaz de tolerar la idea de que otro hombre hubiera tocado a quien consideraba suya.

- Y yo qué sé. - respondió Sunshine lloriqueando como una niña pequeña. - Tengo mucho sueño.

- Tienes que alimentarte. Ayer por llevarme la contraria, no te dignaste a cenar conmigo. - le recordó. Hunter tiró de su brazo izquierdo, y ella siguió empeñada en aferrarse a su almohada. - Había olvidado cuánto te cuesta despertar, dormilona.

#1 Hacerte mía, otra vez. (Trilogía Jackson Creek)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora