7. El hombre que yo amé🌞

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Ocho.

Su trasero dolía a muerte.

Ni siquiera los lametazos que Hunter Brooks regalaba a cada una de sus nalgas tras cada azote conseguían aliviar el dolor que sentía ni tampoco la excitación que estaba emborrachando cada esquina de su cuerpo.

Nueve.

Una parte de ella quería suplicarle que se detuviera, que temía no llegar a 15 azotes consciente o sin odiarlo, pero esa otra parte restante quería conocer el límite de su excitación. Se sentía demasiado bien ser castigada por él, y no entendía por qué. En horario normal, Sunshine no permitiría que este hombre le dijera qué debía o no hacer, pero en el dormitorio, ella deseaba realmente ser sometida. Que Hunter llevara las riendas de la situación, y la hiciera temblar llenándola de placer hasta tenerla suplicando por piedad.

Diez.

Su piel ardió en llamas.

- Es todo lo que obtendrás por hoy. - le comunicó él. - Agradezco tu entusiasmo, amor, pero es importante que conozcas tu límite.

- Oh, cállate.

A Sunshine le molestaba absurdamente darle razón, y al colocar su rostro sobre las sábanas, ella misma descubrió que esta estaba húmeda a causa de sus propias lágrimas.

- ¡Sunshine! - gruñó Hunter, y sus ojos se dirigieron instintivamente hacia los suyos. - Lloras.

- No son de tristeza. - respondió ella al ver la preocupación atravesar el rostro de Hunter. - Lo prometo.

Él se inclinó hacia Sunshine para limpiar las lágrimas de sus mejillas con los pulgares.

- Se trata de que lo disfrutes tú también. - le dijo en un susurro. - Pero si mi placer te ocasiona únicamente dolor, pierde todo el sentido para mí.

- Me gusta. Mucho. - se sinceró. - Si no lo hiciera, no te lo permitiría. Esto. - dijo mostrando las esposas. - Me gusta. Pero si no me crees, convénceme de que este es el camino.

Enséñame todo lo que puedes darme.

Y hacerme.

- De que esta noche seré tuya. - añadió no sin arderle los labios.

Hace tiempo que ella se había prohibido imaginar algo semejante.

- ¿Por dónde puedo empezar? - le preguntó, y ese brillo perverso se encendió en los ojos azules de Hunter.

- Bésame. - le exigió ella. - Y después, haz lo que quieras.

Una música estridente atravesó los oídos de ambos, y lo único en lo que ella pudo pensar es que se sentiría mejor no oír sus propios gemidos. Su propia angustia. No quería que nadie fuera testigo de su desesperación excepto él, y que esta noche fuera únicamente un secreto a voces entre los dos. Por eso, cuando Hunter se apoderó de su boca con esa manifiesta necesidad, ella se dejó hacer sin replicar. Sintió sus labios siendo absorbidos por los de él, adorados, devorados, y cuando su lengua se abrió paso en el interior de su boca, Sunshine realmente creyó perder la razón.

- Oh, Hunter...- fue lo único que pronunció tras tomar aire, porque Hunter volvió a hundirse en su boca con más fuerza.

¿Por qué sus besos se sentían como ráfagas de fuego?

Casi pareciera que él la había anhelado tanto que dolía.

A carne viva.

- Nadie te desea tanto como yo. - manifestó él, y poco le importó que atrapara ambas muñecas por encima de su cabeza.

#1 Hacerte mía, otra vez. (Trilogía Jackson Creek)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora