6. Cuando nadie nos ve🌞

4.9K 310 47
                                    

- Hunter... - pronunció Patrick con esfuerzo. El hombre ya no podía más con su alma, y apoyado sobre sus rodillas, intentaba recuperar el aire perdido mientras acortaba distancias con él. - ...esas mujeres son muy listas... - el abogado se dejó caer sobre el escalón como un muñeco de trapo maltrecho. - y nosotros hemos permitido que el amor nos atonte.

- ¿Te encuentras bien? - Hunter tomó su muñeca para tomarle el pulso. - Vamos, respira despacio. - un sentimiento de culpa atravesó su conciencia como un rayo. - ¡Qué íbamos a pensar que estarían escondidas en tu casa!

El rostro de su amigo estaba adquiriendo un tono azul preocupante, y él no estaba dispuesto a perder a ningún hombre bajo su mando, no si de eso dependía atrapar a Sunshine Moore.

- Si te hubieras dignado a sincerarte conmigo antes y admitir que te las ingeniaste para poner un localizador en el móvil de Sunshine, no hubiera tenido que recorrer todo el pueblo a pie por gusto. - Hunter cubrió la boca de Pat para impedir que su voz llegara a oídos de su mujer.

Él no necesitaba que ella lo odiara.

Ni alimentar esa idea de abandonar Jackson Creek.

- Ni se te ocurra volver a repetirlo en voz alta. - lo amenazó. - Lo último que necesito es darle otro motivo a Sunshine para que me eche de casa de tía Ágatha. Y de su vida.

- La verdad es que su carácter se ha agriado un poco durante estos años. - comentó Pat. - Y es por tu culpa.

- Ya lo sé.

Ahora mismo, la mansión de Sorensen frente a la que se encontraba se asemejaba al castillo que resguardaba a la princesa prometida, aquella que lo había hechizado siendo sólo una chiquilla con aquellos intensos ojos oscuros y esas minúsculas faldas escocesas que prendían su imaginación.

- Por cierto, con todo esto, olvidé mencionar que tu hermano ha estado intentando localizarte. Torturó a mi secretaria durante todo el día de ayer, y no me preguntes cómo, pero también se las ha ingeniado para conseguir mi número. - Hunter estudió el rostro de su amigo para averiguar si no le estaba tomando el pelo. - Está con tu madre en Florida. En casa de tu tía Blair. - si el abogado esperaba algún comentario de su parte, él no tardó en decepcionarlo. - Amigo, la suma sigue siendo alta. Y los intereses tampoco dejan de aumentar. ¿Tienes algo en mente?

- Nada. - respondió, y se esforzó en no dejarse intimidar por la cruda realidad. - Mi hermano...Sam... no le des mi número. - se atrevió a pedirle. - Hace tiempo que decidí que no quiero que vuelva a formar parte de mi vida.

En otro momento, si alguien le hubiera dicho que llegaría a renegar de la existencia de su propio hermano, jamás lo hubiese creído. Sam era el menor. El niño de sus ojos. Desde que, él tenía uso de razón, había adorado a ese pequeño con cada miserable célula de su ser, lo había cuidado, protegido del mundo. Incluso hubiera estado dispuesto a entregar la vida a cambio de la suya. Sin embargo, cualquier rastro de amor o ternura desapareció en cuanto su vida se vio embargada por culpa de las artimañas de su querido hermano, y de su incapacidad de aceptar las consecuencias de sus propios actos.

- Soy consciente de lo que te hizo, pero no creí que fueras capaz de guardarle rencor. Lo adorabas. - Hunter miró a su amigo, y este le ofreció una sonrisa que no consiguió aplacar la fuerza de sus propias palabras. - No me malinterpretes. De haber estado en tu lugar, yo lo hubiese golpeado hasta hartarme. Por eso, no puedo comprender por qué le permitiste que se saliera con la suya. - él tampoco lo sabía, así que prefirió omitir una contestación. - En fin, es hora de domar el culo de Jojo.

#1 Hacerte mía, otra vez. (Trilogía Jackson Creek)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora