1. A los demonios no se les mira a los ojos🌞

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Las opiniones vertidas en este capítulo no pretenden influenciar, de ninguna manera, a los lectores. Simplemente, se ajustan a las distintas realidades en las que viven mis personajes. Quizás sea mi manera de sentirlos más reales, quién sabe.

Y, como no pretendo extenderme más, sólo les deseo una buena lectura.

Sunshine Moore tuvo que respirar hondo para reducir la ansiedad que le producía haber vuelto a Jackson Creek después de tantos años, pues era lo más parecido a inaugurar su infierno personal en la tierra. Saltaba a simple vista que volver a este pueblo no había estado en sus planes. Incluso una noche a la luz de las velas, en compañía de madame Laveau, ella misma había jurado ante los espíritus de sus antepasados que jamás volvería al lugar en el que destrozaron su corazón. Pero, el destino siempre tenía sus propios planes, y la habían convertido en un auténtico títere en sus manos.

Uno que se resignaba ante las circunstancias por más adversas que éstas fueran.

Como, por ejemplo, la muerte de su tía hace unos meses atrás que había condenado su vida y la de su padre, a la tristeza más absoluta, y del que aún no se explicaba cómo habían conseguido salir a flote. Tía Ágatha, o así la llamaban todos los que la querían, había sido más que la hermana de su padre, una amiga, una confidente, la madre que se esmeró en brindarle todo el amor que su propia progenitora le había negado en vida. Sunshine sabía que volver a Jackson Creek abriría heridas muy profundas en su pecho, pero no que serían más dolorosas de lo que ella se sentía capaz de soportar.

Sobre todo, si por más que se esforzaba, ese demonio de ojos azules seguía pegado a sus talones como una maldición.

- ¡Sunny! - Tate agitaba su sombrero en el aire mientras se hacía un hueco entre las personas que también esperaban la llegada de sus familiares. - ¡Sunshine, aquí! - una sonrisa se le escapó ante el entusiasmo del muchacho. Habían cosas que nunca cambiarían. - ¡Qué pequeña estás!

- ¡Y tú, muy grande! - se rió ella al sentir cómo Tate la acogía entre sus brazos cual muñeca. De apretar más, él acabaría rompiéndole un par de costillas. - ¿Qué has estado comiendo?

Sunshine lo estudió una vez más de arriba a abajo para comprobar que no estaba sufriendo una alucinación, y que su pequeño Tate había crecido hasta convertirse en un hombre, que, de seguro, tendría a todas las solteras del pueblo babeando por él.

- Los super sándwiches de jamón de Jojo. - Sunshine, mejor que nadie, conocía esos gigantescos sándwiches hechos con mucho amor. - Mi camioneta está allí. A Jojo le encantará verte.

La camioneta de Tate era similar a la de aquel hombre cuyo nombre no quería ni pronunciar.

- Yo tampoco puedo esperar para verla. - clamó ansiosa. Joanne era su mejor amiga, su única mejor amiga en este pueblo. - Podrías decirle que venga a casa en cuanto cierre la cafetería. Prepararé una cena deliciosa para los tres.

- Perfecto. - respondió Tate mostrando una perfecta sonrisa de dientes blancos.

- De alguna manera, también tengo agradecerte que hayas venido a recogerme a la terminal.

- No tienes por qué hacerlo, Sunny. - la disculpó Tate. - Estoy muy feliz de que hayas vuelto al pueblo. - quizás fuera ella la única que no se alegraba de volver a Jackson Creek. - Aunque, lamentablemente, se deba a la muerte de tía Ágatha.

#1 Hacerte mía, otra vez. (Trilogía Jackson Creek)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora