CAPÍTULO 26

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—¿¡Pero qué paso!?

—Algo me hizo mal, solo fue eso

—¡Gloria estas muy pálida, debemos ir a un hospital!

—No seas dramático, ¡Calmate!

-¡¿Cómo quieres que me calme después de que vomitaras todo?!

—Solo fue la comida, debió de haber sido el pescado ese

—¡¿Y si te intoxicaste o algo?! 

—Solo vamos a una farmacia y compramos algo y se soluciona todo ¿va? Además si hubiera sido intoxicación me hubiese puesto roja o inflamada o cosas así

—Lo que quieras, pero vamos a por algo

Después de la pequeña discusión, retomamos el camino hasta que llegamos a la entrada de la ciudad nuevamente, allí bajamos a comprar unos comprimidos para las nauseas y el vomito, luego de un poco de tráfico y varias pausas debido a mi mareo, llegamos al departamento de José.

—Mi amor creo que es mejor que ya vuelva a casa, los niños ya debieron haber regresado

—¿No vas a pasar la noche aquí?

—José me desaparecí de mi familia por casi tres días, no quiero que se preocupen

—Pero no estas bien Glow, aún estas pálida y no quiero que te suceda nada

—No va a sucederme nada— aseguré dejando un beso en sus labios. Tomé la mochila en donde estaban mis prendas y pedí un taxi por el teléfono. 

—Voy a estar bien, ¿okey? Te amo— dije saliendo de la casa.

Mientras recorríamos todo el camino hacía mi casa pensaba en qué le diría a los chicos, no me preocupaba el que no fuesen a entender la situación con Armando, entenderían que ya no nos hacíamos bien; me preocupaba más no saber como decirles de José, o peor aún si se los diría.

Cuando llegué a casa esta estaba sola, retiré mis zapatos y me dirigí al cuarto de lavabo, allí puse la ropa sucia a lavar y me dirigí a la habitación. La casa estaba sola, como lo había estado por las ultimas semanas, normalmente y casi siempre lo estaba, los niños en sus escuelas y Armando en las oficinas y yo de gira, cuando no, íbamos todos a la casa de Acapulco o viajábamos a Colorado. 

Recostada en la cama el resto de la tarde terminé el día, me sentía un poco más tranquila emocionalmente, claro, había algo que aún inquietaba mi corazón y más mi cabeza, físicamente me sentía cansada, el viaje en auto había sido un poco pesado, el ambiente un poco tenso y más después de mi malestar. Recordé que debía tomar unos comprimidos por lo que bajé a la cocina, me serví un vaso con agua y dispuesta a subir por las escaleras suena algo en la cochera, con misterio dejé el vaso y mi teléfono sobre una de las mesas decorativas y armada de valor fui a ver que pasaba allí atrás. Continúe mi camino y con el corazón retumbando en mi pecho, casi oyéndolo latir en mis sienes abrí la puerta 

—¿Quién anda ahí?

—Sólo soy yo señora

—¡Ay Pedro, me asustaste!— dije acercándome a darle un abrazo a uno de los trabajadores que nos ayudaban con el servicio y mantenimiento de la casa 

—Que milagro en verla por aquí señora

—Pues siempre hay que regresar a casa don Pedro y usted, ¿Cómo ha estado? si se han portado bien los demás— dije bromeando

—¡Claro mi señora! muy colaboradores todos

—Bueno con permiso doña Gloria, estaba por salir

—Que Dios vaya con usted— sonreí

Volví a entrar y tomé mis cosas, no esperaba ver a Armando hasta mañana junto a los niños, por lo que tenía toda la noche para mí sola.

Subí a mi recamara y saque el pijama del cuarto de ropa, luego,  me dirigí al baño y puse a llenar la tina con agua, al volver a la habitación me despojé de todas mis prendas quedando completamente desnuda frente al espejo del ropero. Aún se lograban apreciar algunas marcas en mi cuello en tonos amarillos y un poco verdes y otra vez la preocupación rondó mi cabeza. En los últimos días me había sentido extraña y aún más en este momento en donde hace unas horas había vomitado y mi cuerpo aún se estaba recuperando. Las imágenes del momento volvieron a mi cabeza causando nauseas nuevamente, por lo que tome la toalla y fui al baño. Cerré el grifo de agua y le agregué jabón a esta, juguetee un poco con mis manos allí formando pequeñas cantidades de espuma, luego entre en el agua y me olvidé completamente del mundo. Luego de unas horas cené y conversé un poco con José y así terminaba otro día siendo completamente feliz.

Al otro día, desperté por culpa de la luz que entraba desde la ventana, me quedé un rato más en la cama, al rededor de quince o veinte minutos, ya que no quería levantarme y al final lo hice. Tomé una corta ducha y bajé a desayunar, la casa seguía vacía, excepto por uno que otro jardinero y mis mascotas, fui a la sala a checar que todo estuviera bien y me quedé allí un rato en el teléfono cuando tocaron la puerta

—¿Bueno?

—¿Señora Gloria?— asentí

—Entrega especial— dijo dejando en mis manos un ramo de lirios amarillos y rosa pastel

—Muchas gracias— respondí entrando de nuevo a casa dejar el paquete en una de las mesas

—Firme aquí y listo!— dijo dando vuelta hacía su moto roja

Entré nuevamente a la casa y revisé la pequeña tarjeta blanca que traían, de seguro era otro de los bellos regalos que me daba José a casi diario y los cuales amaba con mi corazón entero.

"Sé cuanto amas las flores y las sorpresas y hoy quiero ser yo tú sorpresa. Recuerda que te amo"

-Armando Gómez 

No niego que me sorprendió bastante el detalle, hace mucho no lo hacía y claramente había hecho un pequeño esfuerzo. Fui a la cocina por un jarrón y las dejé sobre una de las mesas decorativas en la sala de recibimiento, los colores hacían un contraste casi perfecto iluminando un poco el lugar con el brillante tono amarillo. 

Me dirigí a la cocina nuevamente y me prepare un sándwich el cual comí junto con jugo de toronja y una porción de fruta. Al finalizar, tomé mis lentes y cartera y llamé al chófer para recoger a los niños a la escuela. El horario era casi perfecto para llegar veinte o diez minutos antes, sin embargo un poco de tráfico se cruzó en el camino haciendo que llegásemos un poco después.

 Al ver a los niños los recibí a cada uno con un cálido abrazo, hacían casi dos semanas que no los veía y en realidad me hacían mucha falta. En camino al auto recordé lo que en realidad quería decirles y me había tanto tiempo pensar, aprovechando la oportunidad solté con un aire un poco tenso

—Niños quiero hablar con ustedes

—¿Si?— respondió Miguel con cara de confusión al ver que mi expresión se había tornado un tanto preocupada

—¿Estas bien ma?— dijo Ángel 

—Claro que estoy bien, solo quiero que me escuchen, su padre y yo hemos estado hablando y llegamos a la decisión y la conclusión de que lo mejor es que tomemos distancia

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Yo soy amor de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora