CAPÍTULO 28

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Esa noche no pegué el ojo. Descanse un poquito nada más, usualmente no dormía mucho, solía levantarme también muy temprano por lo que la afectación no era mucha. Le escribí un texto a José, como lo hacía todos los días que no estábamos juntos

—Buenos días mi amor— luego de unos segundos, recibí su llamada

—Hola mi princesa, ¿como estás?

—Muy bien mi amor, acabo de despertar

—¿Por qué madrugas tanto, vida?

—Porque yo si trabajo amor ja ja 

—Yo también trabajo, no más no madrugo

—Pues hoy lo hiciste— reí

—Por ti madrugaría todos los días de mi vida

—Entonces vallase acostumbrando— bromeé

Luego de unos minutos de llamada y de bromear un poco, nos despedimos. Quedando en vernos hasta dentro de unos dos o tres días, mientras yo organizaba mi viaje y daba unas entrevistas que tenía preparadas. Tomé una ducha y comí un poco en lo que llegaba el chófer para ir a las entrevistas. Estos días normalmente son muy agitados, correr de un lado para el otro y llegar a tiempo era un poco agotador, sin embargo lo lograba como por arte de magia. Luego de unas horas, ya había dado más de cinco entrevistas y en ninguna me habían hecho preguntas acerca de mi matrimonio, todo había sido mi nuevo single

—¿Gloria, aún estas enamorada de él?

¡Chin! me quedó un tanto pensativa con la pregunta, era obvio que estaba atravesando por un momento difícil de mi matrimonio y que la prensa y los medios tuvieran esta información hacía que el tema me volviera vulnerable, vulnerable al  ponerme en frente de preguntas que pueden herirme, preguntas fuera de lugar, preguntas estúpidas e innecesarias, preguntas, preguntas y miles de peguntas que desviaban la atención y manejaban a su antojo para tener la primicia o la exclusiva. 

—No te voy a contestar esa pregunta

—Eso

—Porque él va a ver la entrevista y no estoy dispuesta— interrumpo bloqueando cualquier comentario y haciendo que cambie de tema.

Acostumbrada a que hagan esto, retomo la compostura y vuelvo a unir las ideas de mi cabeza, continuando sonriente con la entrevista y casi dándola por terminada. Dí unas cuantas más y casi que acababa el día, moría de hambre por lo que pedí un sándwich y revisé en la oficina junto a Rosa algunas cosas.  Al terminar reviso algunos correos electrónicos y mensajes de texto, mi avión salía rumbo a Monterrey en unas horas, por lo que alcanzaba a llegar a casa, despedirme de los niños y guardar un poco de ropa. 

—La próxima semana nos vemos ¿va?— me despedí dando un beso a cada uno, luego de que Cedric, nuestro chófer, subiera el equipaje al auto, no llevaba mucho dos valijas y mi bolsa de mano. Fuimos al aeropuerto y allí tomé el Jet.

Después de unas no tan largas horas de viaje llegué a Monterrey, mi ciudad natal. Amo la ciudad y más estar allí cerca de mi padre y mi hermana quienes me esperaban en casa.

Al llegar al aeropuerto me encontré con reporteros, dos periodista un tanto altas, de tez morena, pelo negro, la otra rubia con una presencia dominante; se acercaron a mi con sus grandes cámaras de vídeo haciendo preguntas sobre lo que había dicho en la entrevista que pasaron en horario estelar, no me sorprendió si soy sincera

—Gloria, ¿el divorcio es definitivo?

—A todos siempre les he dicho, que hasta que yo no les diga o confirme algo, den esa información por falsa

Yo soy amor de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora