⚠ 20: If I survive... ⚠

1.5K 123 3
                                    

***Advertencia: El siguiente capítulo contiene temas sensibles que pueden afectar al lector. Lees bajo tu propia responsabilidad***


Avneet:

Tenía mis audífonos puestos escuchando Fall Out Boy en un vano intento de poner mi mente en blanco. Por alguna razón no dejaba de pensar en que debía decirle a Penelope que me iba a ir en un par de días. No quería ser mala amiga y abandonar la ciudad sin despedirme de ella, porque si lo hacía era probable que se enojara conmigo y no volvería a hablarme de nuevo. Y no quería que eso pasara, no con mi mejor amiga de toda la vida.

Todo estaba tan silencioso y calmado que era de entender que me asustara cuando entró la policía y nos llevaron con ellos. No puse resistencia porque era algo que esperaba desde hace años, pero mi padre no paraba de gritar que lo soltaran ni de forcejear. De camino a la patrulla giro a verme, su rostro estaba muy rojo.

—¡Avneet! —gritó—. ¡No hables!

No contesté, mis muñecas dolían y mi cara ardía de vergüenza porque los vecinos habían salido de sus casas para ver el espectáculo.

—¡Maldita sea, Avneet! —continuó alzando la voz—. ¡Jamás te lo perdonaré si tu hablaste!

¿Por qué lo haría? Tuve prácticamente toda mi vida para hacerlo, pero nunca me atreví. Le tenía mucho miedo a ese señor.

Los siguientes minutos en la patrulla estuve con la cabeza agachada, no la levanté para nada, ni siquiera conocía el rostro de los policías que se encontraban conmigo o los que se llevaron a papá. Fue el camino más largo de toda mi vida, lo único que ansiaba era que el día acabara.

En cuanto entré a la comisaria miré a Penelope, ella evitó mi mirada después de un par de segundos y abrazó a Spencer, quien no se molestó en voltear hacia donde me encontraba. Mis ojos empezaron a arder, quería encerrarme en mi habitación y echarme a llorar. No porque me llevaba la policía, sino por la mirada que tenía mi mejor amiga y la actitud de Spencer.

No quería ni imaginarme cual sería la que iban a poner cuando se enteraran de toda la verdad.

Me llevaron a una sala de interrogación, como las que salen en las películas y series, hicieron que tomara asiento en una de las sillas y me quitaron las esposas, después se fueron.

Pase los siguientes minutos sin moverme de mi lugar, mirando un punto fijo de la habitación. No la despegue ni cuando la puerta se volvió a abrir revelando dos figuras. Sabía quiénes eran y eso empeoraba mi incomodidad y el color de mi rostro. David Rossi y Aaron Hotchner tomaron asiento frente a mí.

No recuerdo con exactitud que dijeron, solo que accedí a contarles la verdad, aunque en el proceso tuviera que decir aquello de lo que tanto hui durante esos meses.

*

El matrimonio de mis padres siempre estuvo tenso, pero este empeoro cuando mamá descubrió los planes de trabajo que mi papá tenía. Él la golpeo y amenazó con que, si le decía a la policía sus planes, me iba a matar. Además, por los siguientes meses, ella no pudo salir sin ser vigilada. Esto provocó que mi madre se deprimiera y comenzara a beber, a tal punto de que se quedó sin trabajo por casi un año y a molestarse conmigo cuando le hablaba.

Los planes de mi padre, por desgracia, estaban dando sus frutos y empezó a ganar mucho dinero del que jamás llegué a pensar que vería en toda mi vida. Fue cuando se dio el lujo de tener un socio. El señor Lanzanberg se vio bastante interesado en la idea de mi padre y aportó mucho dinero para que pudiera operar mejor.

De esta manera ambos planearon diversas estrategias para secuestrar más jovencitas inocentes. Varias veces me chantajearon para llevarles algunas y, si un día no cumplía con lo que ellos decían, mi padre le pegaba a mamá. Por eso, en lugar de advertirles, hacía lo que ellos pedían al pie de la letra. Tampoco me atreví a contarle a Penelope lo que sucedía en mi vida porque tenía miedo de que le pudiera pasar algo.

Años después mis padres se divorciaron, estaba aliviada porque pensé que ese infierno por fin había terminado. Me imaginé viviendo en la otra punta del país, intentando volver un poco a la normalidad, aunque para mi desgracia no fue así. Mi padre quería que ambas continuáramos guardando silencio, por lo que me obligó a quedarme a vivir con él.

No obstante, existían varias noches en que el señor Lanzanberg se quedaba en casa para ver algunas cosas o simplemente para emborracharse con mi padre. Él aprovechaba que mi papá se quedaba botado en el sofá o en el comedor para subir a mi habitación. Siempre iba a la misma hora y... me tocaba, en algunas ocasiones. No importaba cuantas veces le pedía que parara o gritara por ayuda, él no se detenía. Cuando esto terminaba, se dirigía a su recámara y dormía, pero no todo el tiempo eso era verdad porque regresaba. Por mi parte, mi llanto seguía hasta tarde y me concentraba en la gotera que se encontraba en la cocina para tratar de tranquilizarme. No podía dormir pensando en que cualquier momento volvería a escuchar el piso de madera rechinar y por el día trataba de no vestirme como antes.

Al terminar la escuela me dirigía a casa de mi abuela para quedarme casi toda la tarde ahí y tener un poco de tranquilidad para realizar mis deberes. Esto ya no pudo continuar cuando ella falleció y no tenía más excusas que presentar con mi progenitor.

Traté de decirle a mi padre lo que ese hombre me hacía, pero él dijo que eso no era cierto y que si volvía a mencionarlo con alguien más mataría a mi madre.

A pesar de mi enorme inseguridad, estuve muy enamorada de un chico, incluso llegué a pensar en que sería posible que tuviéramos un hermoso final feliz... pero cuando por fin nos besamos no pude soportar que posara un dedo sobre mí, ya que esto me hacía recordar a ese señor y todas esas noches que se sentían como pesadillas.

En cuanto me gradué y pude irme a la universidad decidí jamás poner un pie en esa ciudad de nuevo. Puse manos a la obra para cambiar mi apellido en cuanto entrará a mi nueva vida. Así nadie sabría mi pasado y estaría bastante alejada del negocio sucio de mi padre.

Nunca me casé como les hice creer a los demás, solo me puse el apellido de mi madre porque creí era la mejor decisión.

Al terminar la universidad, me quedé encerrada en una rutina entre el trabajo y otras actividades que realizaba para mantenerme ocupada y no pensar tanto en mi familia o en aquel hombre, aunque por las noches tenía grandes pesadillas y despertaba gritando por estas. Hasta que un día Penelope me convenció de regresar a Quantico y, como ya no soportaba más, terminé por renunciar a mi trabajo, sin importar que me quedará sin dinero a los pocos días por no encontrar otro trabajo en la ciudad.

Aunque no pensé que al volver tuviera que enfrentar mi pasado de nuevo.

*

Aaron y David abandonaron la sala en cuanto firme mi declaración, ambos dijeron que me podía ir, pero me quedé un rato en aquel lugar. No pasaron ni dos minutos de que ellos se fueron cuando no pude soportar y rompí en llanto.

No pude dejar de pensar en que por fin mi madre y yo éramos libres, y podíamos empezar una nueva vida.

******

Estos capítulos fueron bastante difíciles de escribir por el tema tan sensible que hablan. Traté de escribirlos de otra manera, pero estos son muy importantes para Avneet. Espero haber contado su historia con el respeto que se merece.

Playing God // Spencer Reid ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora