04: Tell me why we live like this

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Spencer nos saludó y platicó con Penelope y JJ. Yo me fui para que conversaran a gusto, no quería molestar con mi presencia, eso y que comenzaron a hablar de uno de sus casos y sentí que era algo que a mí no me incumbía.

Camine mirando un poco las tiendas que se encontraban cerca de ellos. Me detuve en una tienda de juguetes y observé con detenimiento cada uno. Siempre había querido uno que otro, pero después de ciertos hechos en mi vida dejé de prestarles atención, porque lo único que quería era terminar con esos malos momentos.

La puerta de la tienda se abrió y por instinto voltee. Su rostro me era bastante familiar, aunque no sabía de donde. Estaba acompañado de un niño, no mayor de tres años, quien se veía emocionado.

—Tengo hambre —decía el niño.

—Tranquilo, ya nos vamos.

Su mirada chocó con la mía por un segundo y fue cuando recordé de donde lo conocía.

Era Adam, un excompañero de la preparatoria. Había estado profundamente enamorada de él y de su cabello rojo. Esa tampoco fue mi época feliz, sin embargo, su compañía logró distraerme de todos mis problemas.

Una vez, en una fiesta organizada por Penelope, estábamos algo ebrios y alocados por haber terminado el año con buenas calificaciones que terminamos besándonos. Unas semanas más tarde, Adam quiso que fuéramos novios, pero no me sentía que no era suficiente para él, creía que no era digna de su amor y cariño, así que le dije que no.

Y creo que fue la mejor decisión que pude tomar.

Jamás le hubiera podido devolver todo ese amor por mis miedos e inseguridades, los cuales aún estaban conmigo.

Ahora él es feliz y tiene esa familia que quiso desde siempre.

Vi como Adam y su hijo se fueron, y sentí una gran opresión en el pecho al preguntarme qué pasaría si él y yo si hubiéramos terminado juntos.

Regresé con JJ, Penelope y Spencer, que platicaban de algo a lo que no puse la suficiente atención.

—Penelope —le hable—, ya me voy. Me siento un poco mal.

—¿Qué? —preguntó triste—. Pero si planeaba invitarlos a comer.

—Será para la próxima —le mentí.

—De acuerdo.

Mire a Spencer y JJ.

—Nos vemos.

—Adiós —Se despidieron los tres.

Sin pensar en lo que hacía, di media vuelta y me fui del centro comercial.

. . .

Spencer:


No la entendía.

Penelope hablaba maravillas de Avneet, pero no podía saber si aquello era cierto. Cada vez que aparecía ella se iba, lo cual comenzaba a desesperar. ¿Acaso no le agradaba? No era algo que esperara, aunque tampoco quería decepcionar a Penelope.

De cualquier manera, era imposible no pensar en que le daba demasiada importancia. No era nuestra obligación llevarnos bien y hablarnos como grandes amigos de toda la vida.

—Entonces —dijo Penelope—, ¿nos vamos a comer?

—Lo siento, pero tengo que ir a otra parte.

Las dos rubias parecían tristes.

—Está bien.

Me despedí de ellas y seguí con mis planes.

Los cuales consistían en no pensar en mis sentimientos de tristeza.

. . .

Avneet:


Tenía mucho miedo. Corrí lo más rápido que pude para llegar temprano a casa, aunque eso no me salvaría de un castigo y que mi padre golpeara mi espalda con el cinturón. No iba a importar cuantas veces le dijera que no era mi culpa el habernos tardado con aquel trabajo, él no entendería razones.

Por suerte cuando llegué mi padre no estaba y mi madre se encontraba tan ebria que ni cuenta se dio.

Minutos más tarde ya tenía mi pijama puesta y casi me quedaba dormida. No obstante, unos ruidos en la planta baja, me hicieron temblar del miedo otra vez. Escuche una carcajada y un intercambio de palabras rápido. Luego, oí el rechinar de las escaleras que indicaban que alguien subía, también una canción que hacía que mi piel se erizara.

Cerré los ojos, esperando que se tratara de un mal sueño.

De pronto, sentí unas manos recorriendo mi pierna, un escalofrío recorrió mi cuerpo.

—Tranquila —dijo esa voz—. Tranquila pequeña Avneet.

Y desperté. Mi frente se encontraba empapada de sudor y el corazón me latía a gran velocidad. Sentí la boca seca y mi garganta dolía, como si hubiera gritado toda la noche anterior.

Me tapé con las cobijas de nuevo y miré un punto fijo de mi habitación. No pude dormir en una hora por recordar el sueño y preguntarme cuando esas pesadillas terminarían.

Playing God // Spencer Reid ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora