Para Spencer, fue imposible no contar los días desde que Avneet se internó en el hospital psiquiátrico.
En cuanto abrió los ojos esa mañana supo que se cumplían cien días desde su partida, aunque para él habían pasado como cinco años.
Ni por un momento dejó de pensar en ella: en sus encuentros en la biblioteca y en cada palabra que habían compartido. Además, cada noche después al regresar del trabajo, le escribía en un cuaderno para preguntarle sobre su día y contarle sobre el suyo; esperando que, cuando ella regresara, le pudiera entregar cada carta.
Pero, esas actividades no eran suficientes para que dejara de preguntarse por su regreso cada vez que ponía punto final a cada uno de sus pensamientos. ¿Y si no volvía? ¿Qué iba a hacer si Avneet no quería verlo de nuevo? ¿O tal vez regresaba solo para despedirse y regresar a su antiguo trabajo en Florida? Porque, por más que odiara pensarlo, existía la posibilidad de que Avneet quisiera mantenerse alejada de Quantico. Después de todo, era una ciudad que le traía malos recuerdos. Y Spencer iba a entender si ya no quería pasar un segundo más ahí.
Aun así, Spencer llegó a su trabajo a la hora de siempre, con dos vasos de café en la mano, esperando que la melena rubia de Penelope cruzara la puerta principal. Minutos más tarde, su amiga apareció con la mirada concentrada en el teléfono. Se levantó y caminó hacia ella. Era la primera vez que le iba a preguntar por Avneet porque estaba preocupado por su salud, además, no tuvo noticias de Avneet desde que se despidieron. ¿Eso era una buena o mala señal?
—Buenos días, Penelope —dijo, y la mencionada levantó la mirada del aparato.
—Buenos días. —Spencer le ofreció un vaso de café, el cual la rubia aceptó con una sonrisa.
—¿Estás muy ocupada?
—Algo —suspiró, mientras regresaba la atención al teléfono—. En su siguiente caso tendrán que viajar a Seattle, y necesito que todo esté listo. ¿Por qué? ¿Ocupas algo?
Spencer dudó antes de hablar nuevamente.
—Quería hacerte una pregunta...
—Dime, soy toda oídos —murmuró la rubia.
—¿Tienes alguna noticia de Avneet?
Penelope alzó la vista y notó el momento preciso en que las mejillas de su amigo se tiñeron de rosa. Ella sonrió.
—La extrañas mucho, ¿verdad?
Reid, viéndose incapaz de volver a alzar la voz, asintió.
—Perdón, pero ahora no recibe visitas y tampoco le dan información a personas que no son sus familiares. Solo su mamá nos podría decir, pero no tengo cómo localizarla.
—¿Por qué?
—Recuerda quien era su esposo y no la quiero asustar si encuentro su número de teléfono.
—Tienes razón —volvió a asentir—. Y, por favor, si sabes cualquier cosa, dímelo. Necesito saber que Avneet está bien.
Penelope lo tomó del brazo.
—No tienes por qué recordármelo. Si sé algo de mi amiga, no dudaré en compartirlo.
*
Lo único que quería era que el elevador se detuviera en el primer piso y poder irse a descansar después de largos días de trabajo. Era lo que necesitaba, pero supo que sus planes tardarían en realizarse al notar junto a su auto la presencia de una mujer.
Como el estacionamiento se encontraba oscuro, su corazón se aceleró por creer que esa sombra se trataba de Avneet. Aunque su emoción no duró mucho, ya que ella giró sobre sus talones con claras intenciones de marcharse, entonces supo que se trataba de Danielle. No pudo evitar preguntarse qué hacía ahí. No hablaban desde hace meses, por lo que le pareció extraño verla allí. También recordó cuando se enteró de las veces que lo siguió por semanas, y cuando confesó su amor por él días antes de que arrestaran al papá de Avneet.
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Playing God // Spencer Reid ✔
Fanfiction***Advertencia: Esta historia contiene temas sensibles que pueden afectar al lector, como la ansiedad, depresión y abuso*** Avneet ha tomado la decisión de volver a su ciudad de origen por insistencia de Penelope, su mejor amiga de la infancia. Sus...