Busque algo apropiado para salir con Penelope a desayunar. Ella no quería que me quedara sola en la casa y mucho menos para la comida tan importante del día, además, deseaba aprovechar los fines de semana para pasar tiempo conmigo antes de encerrarse de nuevo en el trabajo.
Encontré un pantalón de mezclilla y una blusa que había comprado antes de regresar a la ciudad. Al terminar, me pare frente al espejo y mire mi rostro. Tenía unas ojeras gigantescas, como si no hubiera dormido bien en un par de meses, o incluso años. Tomé mi maquillaje y comencé a ocultar aquello que deseaba esconder de mi mejor amiga.
Dejé las cosas de donde las había tomado y en eso escuché que tocaron la puerta de la casa.
Odiaba tanto ese lugar. Los recuerdos que se encontraban en esas cuatro paredes me ahogaban y deseaba tanto poder hacerlos desaparecer de una manera u otra. Sin embargo, el dinero que tenía no me alcanzaría para quedarme en un hotel o pagar una renta. Ni que decir de quedarme en casa de Penelope. La conocía muy bien para saber que, si le contaba mi situación, ella encantada me daría asilo, pero prefería quedarme en ese lugar para no molestarla. Además, mi madre y mi padre vivían en lugares bastante lejos de ahí, por lo que podía estar algo tranquila en esos días.
Abrí la puerta, Penelope se encontraba incluso más feliz que el día anterior.
—Buenos días —dije.
—Buenos días —respondió—. ¿Estás lista?
*
Ni el aroma del café lograba tranquilizarme como años atrás, o meses. Tal vez, se trataba de la cuidad y las personas que tenía que ver. Los recuerdos me perseguían por más que trataba de huir de ellos.
Entramos al restaurante y sentí como si jamás me hubiera ido de esa ciudad. Mire a varios y varias que iban conmigo a la secundaria, cada uno de los insultos y sucesos en esos años regresaron. No obstante, logré controlar mis nervios y pasé frente a ellos sin importarme sus miradas curiosas.
—Estaba pensando en que deberíamos vernos más seguido.
Tomé asiento enfrente de mi amiga y de espaldas de nuestros excompañeros.
—Yo encantada —le sonreí.
—Lo malo es que a veces salen casos cuando menos lo esperas.
—Si lo que me quieres decir es que a veces te tendrás que ir a mitad de la conversación, no te preocupes. Entiendo que trabajo es trabajo.
—Eres un amor, Avneet.
Pedimos nuestro desayuno y quedamos en un pequeño silencio para nada incómodo. Durante esos segundos estuve mirando por la ventana, pensando en lo tranquilas que podían ser las mañanas cuando estas con la persona que más quieres.
—He querido preguntarte —dirigí mi vista a Penelope—. ¿Qué pasó con tu trabajo? No te despidieron, ¿verdad?
—No. Tengo vacaciones.
—Eso es asombroso. Yo espero que mis vacaciones lleguen pronto.
—Lo harán.
—Eso quiero pensar, más ahora que estas aquí.
Le sonreí y continuamos con nuestro desayuno. Tenía tantas ganas de pasar esos días con mi mejor amiga y divertirnos como en los viejos tiempos.
—Te tengo otra pregunta.
—Dime.
—¿Tienes novio?
—Qué preguntas haces, Penelope —negué repetidas veces—. No, no tengo novio.
—Es una lastima. Eres muy bonita.
Mentiras y más mentiras. Eso solo lo decía porque yo era su amiga de hace mucho tiempo. A veces, sientes que las personas que conoces desde hace mucho, no son del todo sinceras contigo.
—¿Y tú? —pregunté para cambiar de tema—. ¿Derek y tú...?
—Ay, Avneet, por supuesto que no.
—Yo pensé que si por como se hablaban ayer. Parecían algo más que amigos.
El rostro de Penelope se puso rojo, pero eso no impidió que continuara con su discurso de negación.
—No. Solo somos amigos.
Aunque, tenía la ligera sospecha de que ella si sentía algo, le creí.
—Bueno, ya. Entiendo.
—Eso sí, se me hace que tú le gustas a Derek.
—Bromeas.
Penelope se encogió de hombros.
—Ya veremos quien tiene la razón después.
*
Estaba cansada de pasar el día de tienda en tienda. JJ y Penelope se emocionaban demasiado cuando entraban a una y no paraban de entrar al probador para ver que tal les quedaba lo que escogían.
Como quería tener mis ahorros para fin de mes, ponía pretextos tontos para no comprar varias cosas que me gustaban. Uno de ellos era "no me gusta como se me ve" o "no hay de mi talla", los cuales parecían funcionar. De cualquier manera, me compre un par de cosas que no me afectarían tanto.
—Hay que hacer esto más seguido —dijo JJ.
—Tenlo por seguro.
Esperaba que no, o si tenían planes de seguir con sus compras, esperaba no tener una invitación.
Dimos unos cuantos pasos más y mire alguien alto que se me hizo familiar. Lo observé con detenimiento y caí en cuenta de que se trataba de Spencer, quien, al vernos, nos saludó de lejos y caminó hacia nosotras.
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¿Qué les ha parecido la historia hasta ahora? :D
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Playing God // Spencer Reid ✔
Fanfiction***Advertencia: Esta historia contiene temas sensibles que pueden afectar al lector, como la ansiedad, depresión y abuso*** Avneet ha tomado la decisión de volver a su ciudad de origen por insistencia de Penelope, su mejor amiga de la infancia. Sus...