VII- Brisas

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La presencia de la dama de blanco podía sentirse por todas partes, los rumores indicaban que sus mayores avistamientos eran en la lejana tierra de Zaun, pues allí se encontraban sus más devotos creyentes a pesar de que estos habían dado la espalda a sus antiguas creencias por lo tecnológico.

En Jonia habían leyendas sobre Janna, la tempestad que siempre estaba calmada guiando a los barcos de mercaderes y pescadores, evitando las tormentas peligrosas para todos quienes se viesen afectados por ellas.
El mito más conocido tenía en su historia la flor plateada del ave trueno. Se decía que solo florecía una cada treinta inviernos y que su apariencia se asemejaba a una majestuosa ave, pues sus pétalos se asemejaban a unas grandes alas, los cuales cada día se movían para florecer dando el aspecto de que el mágico animal las agita y así emprender un vuelo.

La historia era conocida por todos en Jonia, excepto por los noxianos, quienes ignorantes de las leyendas locales no tenían cuidado con las ancianas tierras que conquistaban. Prueba de ello fue cuando una mañana un grupo de soldados noxianos utilizó la flor como objetivo de práctica, pues llamativa por su color al brillo del sol destacaba en la lejanía. Arqueros y jabalineros intentaron acertar con sus proyectiles al plateado objetivo, pero cuando una flecha acertó en medio de ella cortando el tallo algo sin precedentes ocurrió.

Un poderoso tornado surgió donde se había enterrado la flecha, este avanzó en dirección a los soldados quienes corrieron en todas direcciones, quienes eran alcanzados por las ráfagas eran cortados numerosas veces como si de cuchillas invisibles se tratasen.

El tornado fue creciendo y siguió arrasando con todo a su paso, aldeas, ciudades, lagos, bosques se veían presas de la ira de la furia de la tormenta. Cuando la fuerza destructiva se estaba acercando a un pueblo pequeño de agricultores todos corrieron despavoridos, excepto por una persona.

Un espadachín solitario caminó en dirección al mortal viento ante los ojos atónitos de quienes le vieron marchar. El desconocido vagabundo se sentó en el paramo por donde pasaría el tornado y cuando este llegó hasta su posición se levantó y desenfundó su espada.

Todos los testigos afirmaban que el viento cortaba a todo aquel que entrara en las corrientes de viento, pero Yasuo veía muy bien la verdadera causa, miles de pájaros azulados volaban frenéticos formando aquellas mortales energías.

Cuando él penetró su área volaron hacía su dirección, sabiendo que matar a los pájaros causaría aun más ira en la dama blanca el se limitó moverse con ellos, un movimiento de su espada causando una pequeña ráfaga de aire distinta a la de las aves, con cada giro y movimiento fluido de su brazo una de las aves se desviaba y dejaba de estar en el ciclo del tornado.

Así fue como segundo a segundo, minuto a minuto, Yasuo fue desviando a todas las aves que pudo para disminuir la fuerza de aquel viento mortal de cuchillas, pero seguía siendo humano y no todos sus pasos eran perfectos, brazos, cara, pierna, su torso descubierto. Todo su cuerpo fue presa de un viento más poderoso que el suyo, los cortes en su carne eran delgados, pero aún así dolían y sangraban haciéndolo más lento. Pero aun debilitado siguió con su propósito.

Al cabo de una hora había logrado disminuir considerablemente el tamaño del tornado, con dos horas había detenido su avance

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Al cabo de una hora había logrado disminuir considerablemente el tamaño del tornado, con dos horas había detenido su avance. Janna veía como un humano se enfrentaba al castigo que su furia desatada había creado. Podía ordenarle al viento que lo aplastara ahí mismo y sería su fin, pero él fue la única persona que decidió enfrentarse al viento y no correr. Pues no importa a donde se vaya siempre habrá una corriente de aire.


Yasuo sangraba profusamente, le costaba ver pues su vista era opacada por el liquido carmesí, cerró los ojos por completo y recordó las palabras de su maestro:

—Yasuo el agua se adapta a la formas, el viento es una corriente que puede impulsarte o destruirte, muévete con ella y no contra ella.

Sintió las corrientes a su alrededor y como por breves instantes estas tenían ligeros cambios, más agudos, en esos instantes notó que debía moverse y dejar de estar a contraviento, luego el hacía un movimiento de su brazo y dejar que el ave que había pasado se desviase del curso, pero sin cortarla.

No supo definir cuando tiempo estuvo así, cuando se percató que ya no había ninguna fuerza a la cual seguir se detuvo y se permitió el abrir los ojos, su cuerpo ensangrentado de pies a manos, lo único limpio era su espada sin gota alguna de sangre. Sonrió ante la idea:

—Es nuestra primera aventura en el que se ensucia soy yo. —miró alrededor y se percató de que el sendero de destrucción había acabado.

Sus piernas ya no daban más y en vista de que estas no tenían resistencia alguna se dejó caer de espaldas mirando al cielo, para su sorpresa una brisa suave evitó que se desplomara con violencia en el suelo. Aun sorprendido se fijó en la dama de blanco que se encontraba a su lado.

—Eres más rápida y silenciosa de lo que creía. — dijo el espadachín cansado.

Janna sonrió ante el comentario.

No todo es una tormenta, pero sé que ya lo sabes — un pájaro se posó en el hombro de ella —Te he observado algunas veces, pero nunca te había visto hacer algo como esto.

—Era algo que debía hacerse dama blanca, suficientes muertes he causado yo deshonrando el nombre del viento. —hablaba Yasuo con melancolía —no podía dejar que la ira de Jonia recayera en usted.

—Nobles ideales y motivos te mueven espadachín. —respondió Janna quien agitó levemente el báculo, —pero estoy segura que también te ha impulsado el salvar vidas y me doy cuenta de ello por un motivo.

Yasuo no dijo nada pues antes de que pudiera sintió como nuevos vientos y ráfagas se agitaban a su alrededor, pero no eran violentas. Brisas suaves y agradables le rodeaban, estas lo levantaron con cariño del suelo y sus numerosas heridas comenzaron a cerrarse. Mientras eso ocurría la voz de la dama de blanco inundó sus oídos.

—Usaste una herramienta que se utiliza para matar, pero decidiste darle un propósito distinto y con ella guiaste el vuelo de mis aves, sin lastimar a uno solo, otros con tus habilidades habrían optado por asesinarlos.

—La espada no tiene como único fin el matar dama blanca, también puede utilizarse para proteger. —Yasuo hizo una inclinación y envainó su arma. — yo desee proteger a Jonia y a usted.

—Tu voz y palabras indican que tus vientos han sido alterados de alguna forma en el pasado, parece que has perdido aquello que debías proteger.  —Janna hablaba como una brisa feliz. —¿Qué te parece si la próxima vez que haya una flor de ave trueno tu eres el encargado de protegerla?


El aludido al escuchar eso se inclinó una vez más, pero el tacto de la mano de Janna en su hombro le hizo levantar la mirada.

—De seguro me dirás que no eres digno de aquella tarea. —su rostro mostraba una cálida comprensión — pues veo en tus ojos la tristeza, pero te aseguro que hoy me has demostrado que eres el más indicado para ello.

Yasuo sonrió resignado, pero feliz de que un ser tan puro lo considerara digno de algo.

—Sería un honor para mi el proteger algo tan preciado para usted dama blanca. — Sacó su espada del cinto con su vaina y arrodillándose mostró su arma en sus manos. —Mi espada es suya para dicha tarea y mi palabra mi garantía.

—En treinta años mi viento te guiará hacia la próxima flor —Janna desapareció de su vista, pero su voz seguía a Yasuo cuando este retomó su camino, — ve con calma ahora que el viento te acompañará, mi guardián de la tempestad.

Fin del relato

Runaterra: Pluma y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora