XLIII- Amor Redimido

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Las huestes espectrales avanzaban consumiendo todo a su paso, las tropas demacianas resistían cada embate como podían, pero este no era un enemigo que atacaba solo un ángulo, sino desde varias direcciones.


—¡Conténganlos! —Alentaba Garen a sus hombres. —¡Debemos resistir o la vida de cada una de sus familias perecerán!

—¡Con valor! —Gritó Cithria empujando a una bestia con su escudo y luego enterrando su espada antes de que se levantara

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—¡Con valor! —Gritó Cithria empujando a una bestia con su escudo y luego enterrando su espada antes de que se levantara.


Lucian observaba desde la distancia en una torre de las murallas, humanos y espectros combatían en lo alto de los muros, la niebla los envolvía ocultando la masacre que se formaba.


—Iré a ayudar.— Le dijo con decisión a Senna.


—Aun es muy pronto, debemos resguarda a..


—¡Estoy lista! —Ambos escucharon una voz a sus espaldas, suave y dulce como un rayo de luz tras una oscura noche.


—¿Estás segura? — Preguntó Senna.


-¡Sí! -Respondió la chica de cabello azul. -¡Mi creadora deseaba siempre la paz, por ello nos otorgó vida a ti y a mí, hay que cumplir ese sueño!


-¡Me adelantaré! -Lucian desapareció tras la puerta que daba a las escaleras, ya había estado demasiado tiempo alejado de sus compañeros de armas y no podía simplemente verlos morir.


En la zona baja a las murallas donde la vanguardia aun luchaba, Vayne disparaba a cada criatura que consiguiera traspasar el perímetro. Ágil con su ballesta no daba avisos, ni charlas, su maquina purificadora hablaba por ella y aun tenía muchas cosas punzantes de plata que decir.


De pronto una explosión de energía oscura destrozó las puertas de la ciudad, Vayne se refugió rodando tras los muros de una casa, pero muchos fragmentos impactaron en soldados que cayeron al piso.


—¿Qué rayos? —Garen se giró hacia la zona afectada, con un giro decapitó a tres fantasmas y corrió por los muros hacia la puerta.


Vayne tosió y se ajustó los lentes, se asomó con precaución y pudo ver la figura alta, con un porte orgulloso de un hombre que entraba a la ciudad, disipando un orbe de energía en la niebla que emanaba de su pecho, tras él venían más de las malignas criaturas.

Runaterra: Pluma y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora