XXXV- El arma de un Emperador

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Shurima poco a poco recuperaba fragmentos de su antigua gloria, Azir logró restaurar el cause de las aguas para la capital con la ayuda de mis más confiables seguidores. Aun estaba pendiente el localizar a Nasus y Renekton, encontrarlos aumentaría la chance de éxito, desde la defensa a lo intelectual.

El ascendido caminaba por los templos aun sin restaurar, pasando sus dedos por la que fue una fina piedra, muchas de las murallas contenían grabados de tiempos ya olvidados en el tiempo

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El ascendido caminaba por los templos aun sin restaurar, pasando sus dedos por la que fue una fina piedra, muchas de las murallas contenían grabados de tiempos ya olvidados en el tiempo.

Al acercase a uno de estos Azir se vio a si mismo en su trono, en ese momento era humano, gobernaba sobre la arena y no el desierto mismo. Depositando su palma en el mural cubierto por oro cerró los ojos, dejando que su memoria volara al instante por el cual fue grabado.

-Serki has sido encontrado culpable de intento de traición a tu emperador

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-Serki has sido encontrado culpable de intento de traición a tu emperador. Mi persona. - Explicaba Azir frente a toda la audiencia. - Cuales son tus últimas palabras.

-¡Recordaran mis actos y mi legado! - Gritó furioso el shurimano. - ¡Reinas sobre una ilusión de arena que se la llevará el viento o la marea del engaño!

Xerath avanzo dos pasos por detrás de Azir y alzó su mano para borrar la existencia del impertinente. Pero el emperador lo detuvo.

-¡Alto! - Y con esa palabra su mejor amigo se quedó inmóvil.

Azir se levantó del trono y se acercó para que lo escucharan bien.

-Te mostraré de lo que es capaz un gobernador de arena. - El tono de voz del jerarca se mantenía sereno. - Serás sepultado en un sarcófago con arena negra y todos los miembros de tu familia te acompañaran.

Al escuchar eso los ojos de Serki se abrieron como nunca lo habían hecho.

-Pues esa es mi voz y mi orden, que se borre tu existencia de los registros de nuestra historia. - Continuó con la misma tranquilidad. - Tu pasado glorioso no borra tus crímenes actuales, hasta nunca... general.

Después de terminar los soldados se llevaron arrastrando al traidor entre gritos. Que ciego estuvo en ese momento, ahora podía ver cada señal que no supo reconocer.

Xerath había vuelto en su contra su arma más grande, dejándose dominar por la arrogancia y el poder. La voz y la lengua del emperador que debían dirigir todo no hacían más que moldear una ilusión.

-¡Alzate! - Dijo con autoridad.

Ante esa palabra un soldado formado por las arenas del desierto emergió del suelo del templo

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Ante esa palabra un soldado formado por las arenas del desierto emergió del suelo del templo. Con una armadura brillante e impecable, una lanza en su mano y una espada enfundada eran su armamento. El símbolo de Shurima estaba en su pecho tallado.

-Tu me eres leal - Comentó Azir a lo cual el soldado asintió en silencio. - Y por tanto el desierto mismo lo es también. -Respondió el emperador ante el gesto del soldado, quien se inclinó ante el último comentario.

Con esas palabras volvió a caminar, la confianza no lo había abandonado después de recordar sus errores, por el contrario esta se había fortalecido. Ahora sabía de sus errores y sus virtudes, no se dejaría llevar por la arrogancia del poder que corre por su ser.

Su nuevo don llevaría a Shurima aun más lejos de lo que fue antes.

Fin.

Runaterra: Pluma y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora