XXII- El que todo lo Ve

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Swain abrió los ojos y se descubrió a si mismo en un lugar rodeado de completa oscuridad, sintió un leve sobresalto en su corazón, pero se calmó, "piensa con lógica" se dijo a sí mismo.

Lo último que recordaba era estar en su oficina leyendo una interesante historia sobre cierto ser. ¿Se había quedado dormido durante la lectura? no descartó la opción, pero era raro que eso le pasara. O estaba en un sueño bastante lúcido o la otra opción que le gustaba menos es que fue trasladado de alguna forma al mundo en que se encontraba ahora, se alegró de tener su bastón consigo por lo que avanzó poco a poco a ciegas.

Jericho no logró determinar cuanto tiempo había pasado, pero de súbito en la lejanía comenzaba a distinguirse una pequeña lucecilla roja, "ahora hay un punto de referencia al menos" pensó. Dirigió sus pasos a la extraña luz con calma, estaba seguro de que no desparecería.

Al llegar a ella se percató de que este era un ojo rojizo con una pupila en forma de cruz. Se acercó unos dos pasos hacia él y este se giró a verle directamente, la luz se hacía más intensa, si hubiese tenido su brazo izquierdo lo habría usado para tapar un poco la ceguera que le producía. De la nada una voz siniestra y grave se escuchó por todo el lugar:

—Tooooooomaaaaaaaalooooo.

—Solo un necio tomaría algo que desconoce. — respondió Swain liberándose de la sorpresa inicial y más tranquilo, comenzaba a intuir que pasaba.

—Buuuuuuuscaaaas poooooodeeeeeer, pueess yaaaace freeeenteeeeee a tiiii aaahooooraaaaa. —Era un tono lento y pesado arrastrando cada una de sus palabras, era algo imposible de acallar.

Swain meditó antes de responder.

—Hay muchas clases de poderes en este mundo, ¿Cómo se yo que tú eres justamente el que yo necesito?

—Tooooomaaaaloooooooo yyy loooooooo saaaabraaaaas.

—Lo que no sé es justamente lo que me aterra, tras de mi siempre hay algo oculto, una sombra escondida y un rumor que se me escapa. Esos son mis mayores enemigos, lo que la gente habla, piensa y hace cuando no estoy presente. —hablaba rápido y sentía como la ira crecía en su interior, apretó su bastón con fuerza, pensó en su brazo perdido a causa de las intrigas.

—Tooooodoooooooo seeeeeraaaaaaa reeeeeveeeeelaaaaaadoooo, teeee oooooofreeeeezcooooooo el dooooon deee veeeer, cooooonoooooocer, eeeeel saaaabeeeer aaaaaqueeeeelloooooo queeeee deeeeescooooonoooooceeeees. —Nuevamente el ser arrastró cada palabra por los oídos y mente de Swain, el escuchaba atento cada detalle.

—¿Y qué es lo que desconozco de esta oferta?

—Sieeeeempreeeeeee haaaaaabraaaaaa aaaaalgooooo oooocuuuultooooo. Peeeeerooooooo veeeeeeraaaaas looooooo queeeee fueeeeeee, eeeees y seeeeráaaaaaa. — dijo triunfante la voz.

—Bien, con eso me has convencido, aceptaré tu don.

Con sus últimas tres palabras Swain vio de pronto al ser enorme que estaba a su lado, la oscuridad lo había camuflado y ahora se dejaba ver, uno de sus brazos y un ala lo rodeaban, su mano izquierda sostenía el ojo rojizo que comenzaba a crecer de tamaño. Su cabeza lo miraba fijamente, estaba conformada por el cráneo de una ave sus cuencas vacías se iluminaban por el orbe.

 Su cabeza lo miraba fijamente, estaba conformada por el cráneo de una ave sus cuencas vacías se iluminaban por el orbe

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—Te asemejas mucho a un cuervo, portadores de secretos. —Dijo Swain al ver la forma de la voz.

—Toooooodooooooo looooooooo oooooobseeeeervaaaaaan.

—Pero ahora que te veo recordé algo.... conozco un pequeño secreto tuyo, demonio. —la voz de Jericho se volvía más confiada y segura de si misma.

—Noooooo pruuuueeeeeebeeeeees miiiii paaaaacieeeeenciaaaaa huuuuumaaaaanoooo. — En cambio el recién aludido ente pasó a un tonó mucho más grave que rosaba la ira.

—Sí, ahora recuerdo bien, entiendo el por qué me abordaste ahora, sé tu nombre... al menos el cual usan para controlarte..... Raum.

La siniestra figura se retorció al escuchar la última palabra y Swain sintió como todo tembló, pero sabiendo que sucedería y con todas sus fuerzas saltó sobre el orbe rojizo, Raum se abalanzó sobre el humano cuando ya era tarde, pues su mano alcanzaba el orbe. Cuando entró en contacto con este toda luz se extinguió, Jericho sintió como llamas incineraban su interior, electricidad recorriendo su cuerpo como si un mismo rayo le hubiese impactado.

Y de pronto lo vio, sus ojos se tornaron rojizos y observó todo lo que le rodeaba en las sombras. Generales noxianos conspirando entre ellos, soldados apuñalando a una familia de nobles en la calle, dos hermanos ahora jóvenes, pero que en el futuro destacarían en su beneficio para el imperio. Y una dama, una dama que le encantaba estar siempre por detrás de todos, pero que sus hilos se estiraban por todas partes del mundo. Ahora sentía que estaba equilibrada la balanza.

Cerró los ojos, no debía dejarse dominar por su recién adquirido poder, se concentró y haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad redirigió la energía demoniaca a un punto de su cuerpo. Despertó en su oficina, a un lado en el suelo estaba el libro que leía y observó que había una parte tachada en rojo, "tarde para ti pues ya sé tu nombre" pensó. Luego se percató de algo nuevo, una sensación agradable que antes estaba olvidada, miró su brazo izquierdo y ya no faltaba algo ahí, ahora había un brazo demoniaco rojizo. Sonrió, pero recordó las palabras de Raum:

—Sieeeeempreeeeeee haaaaaabraaaaaa aaaaalgooooo oooocuuuultooooo.

Y Swain sabía que lo que el demonio mantuvo oculto era el precio a cambio de este precioso don. Se aseguraría de no pagarlo nunca.

Fin del relato.

Runaterra: Pluma y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora