XLV- Némesis Hermanos

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—¡No aflojes ahora Pantheon! —Rugió Aatrox blandiendo su espada en el aire y dejando caer el filo sobre el escudo. —¡Maté a tu aspecto después del séptimo día!, ¡Resiste más humano!, ¡demuéstrame la voluntad de los mortales!

 —¡Maté a tu aspecto después del séptimo día!, ¡Resiste más humano!, ¡demuéstrame la voluntad de los mortales!

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El humando se agachó apoyando su escudo sobre su espalda, el darkin estalló en furia pensando que su oponente aceptaba la derrota negándose a pelar. Sujetando la espada con las dos manos, Aatrox hace un golpe descendente que golpea de nuevo la defensa de Pantheon, este último aguanta, con los ojos abiertos y con los dientes apretándose hasta hacer sangrar sus encías. El mortal se alza moviendo el escudo para desviar el golpe hacia el suelo, la tierra se parte cuando la espada choca, Atreus siente que su brazo se ha roto, las miradas entre ellos se cruzan y en ese instante el humano se vuelve revelar.


—¡No me compares con el antiguo Pantheon, Aatrox! —Grita mientras arroja su lanza, Cometa, hacia el pecho del darkin atravesándolo. Aatrox vomita sangre sobre el rakkoniano, quien no puede alzar su escudo para cubrirse.

 Aatrox vomita sangre sobre el rakkoniano, quien no puede alzar su escudo para cubrirse

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—¡No... no es.... no es suficiente! —Responde el destructor con lágrimas rojas de sangre, aferrándose a su espada. —¡No es suficiente para matar mi prisión de carne!


Al percatarse que su oponente sigue en pie, Atreus retrocede con un salto hacia una roca alta, separándose así los contendientes, extiende su mano y la lanza comienza a moverse para volver con él. Cuando el arma sale del pecho del darkin este se queja del dolor, pero apresa la lanza en su gigantesca mano. El hombre le mira con desconfianza, no demuestra el dolor que siente en su brazo roto, esperando que este sane para volver a la contienda, mientras planea el como recuperar su arma.


—¡La última vez que nos vimos me amputaste un brazo! —Ruge Aatrox enterrando su espada en el suelo. —¡Usando esta misma lanza fuiste autor de mi mayor herida! —el darkin sostenía el asta enseñando la punta filosa, algunos rayos de sol se filtraban entre las nubes que cubrían el campo de batalla, provocando ligeros brillos en ella.

Runaterra: Pluma y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora