Capítulo 12

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Luz.

Una pequeña luz al final del túnel.

Luchaba por atraparla, pero se escapaba de mis manos.

Corría a través de un largo túnel consumido por una espesa oscuridad.

Me sentía tan ligera,como si flotara.

Seguí corriendo para llegar hasta lo único que me mantenía luchando: Esa luz.

Me sentía cerca.

Cada vez más.

«Vamos, sólo un poco más.»

Un paso y luego otro.

Finalmente mis ojos se encontraron con el resplandor de un radiante sol y mi rostro agradeció la caricia de aquella fresca brisa. Fue como salir a la superficie después de haber nadado por mucho tiempo.

El olor a tierra mojada era potente. Había mucha húmedad al rededor, pero no una húmedad molesta, si no una que era capaz de envolverte en un agradable abrazo de la naturaleza.

«¿Dónde estaba? »

¿Una visión o una realidad alterna «quizás?»

Los árboles se erguían por todas partes con total majestuosidad.

El verde brillante era lo que cubría la mayor parte de éste paisaje que parecía salido de un cuento.

El sonido de los pájaros y de otros animales que seguro estaban escondidos en algún lugar le regalaban a mis oídos una canción coronada con el movimiento de las hojas de los árboles al chocar entre sí cuando el viento las hacía mover. Me permití perderme unos segundos en ella.

Sutil, fluida, etérea.

Pero la canción se vio interrumpida cuando me percaté de que algo se movia entre unos arbustos cercanos.

Era una persona.

Miré una vez más. El arbusto volvió a removerse.

Era una persona... un hombre.

Pero... Un momento.

Acaso iba ¿Desnudo?. Con paso temeroso seguí al sujeto.

Era alto, corpulento, musculoso. Tenía una brillante cabellera negra azabache cortada de manera irregular, su tono de piel era como bronceado.

Figuras de todo tipo y unas cuantas cicatrices cubrían su espalda. Y contrario a lo que yo pensé, el sujeto no estaba desnudo, pero sólo llevaba puesto un trozo de tela roja amarrada de forma rudimentaria al rededor de su cintura para cubrir sus partes íntimas.

No había logrado ver su cara pero si noté que llevaba una lanza muy larga en su mano derecha.

De un momento a otro, volteó y me miró. No parecía asombrado, más bien todo lo contrario, como si todo ese tiempo su intención hubiera sido que yo lo siguiera.

GOLDENMIST [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora