—Es imposible... ¿Cómo es que se ve tan...?
—¿Repuesta?, ¿Menos muerta?...— interrumpí en un intento por completar la frase con algo de humor— Seh, digamos que es un interesante cambio de look, aún estoy adaptándome. — comenté con gracia ante su silencio, para tratar de alivianar lo incómodo del momento.
De todos modos, no funcionó.
—Lo siento mademoiselle pero su tío me advirtió que podrían intentar usurpar su lugar — Fue la respuesta que recibí de un muy descolocado Antoine — así que con todo respeto, debo asegurarme.— añadió torpemente entre temblores y aún tartamudeando por la impresión.
Y ahí estaba. Algo que no me esperaba pero que no debia sorprenderme tomando en cuenta la actitud rara de todos. Así de sopetón, sacó de su bolsillo un dispositivo circular del tamaño de una pelota de ping pong que brillaba.
¡Pero ¿Qué carajos era esto?!, ¿Un Bakugan? No lo había visto nunca en mi vida.
—Tranquilo Antoine, soy yo, te aseguro que soy yo.— advertí.
Pero sin mediar palabras, colocó el dispositivo a centímetros de mi ojo izquierdo y así nada más, una luz que salió del mismo fue parar directo en mi pupila. No hice ningún movimiento, más que fruncir el ceño y parpadear dos veces después de exponerme a la luz.
El pequeño y extraño aparato circular enseguida emitió un sonido y luego cambió a una brillante luz verde.
Esto estaba muy extraño... Primero Aria y ahora Antoine.
Sabía que mi tío a veces exageraba pero esto era la alarmante señal de que todos estaban paranoicos aquí.
Y eso sólo podía ser porque existía un riesgo. La creciente preocupación que había logrado ignorar minutos atrás, me asaltó de nuevo pero con más fuerza, no me gustaba ser pesimista pero en este punto tenía muy malos presentimientos. Aún así me concentré en lucir tranquila, lo que menos quería era que alguien más se diera cuenta de lo ansiosa que estaba.
—Te lo dije, Anto, soy yo.— le aseguré para tranquilizarlo— No te preocupes estoy tan sorprendida como tú.
—¡Pero no tiene usted ni un rasguño!—exclamó con los ojos entornados—
Esto parece imposible, yo simplemente no puedo creerlo, ¿Recuerda algo de lo que pasó? ¿El incendio?, ¿Le duele algo? — preguntó alterado.—Lo recuerdo tan bien que me gustaría olvidarlo, literalmente creo que sucedió ayer, fue justo ahí cuando mi reloj se detuvo. — Intenté explicar (también con algo de humor ésta vez) pero de nuevo no tuvo pinta de funcionar.
—Señorita, usted llevaba un mes y algunos días en total inconsciencia.— dijo esto con cuidado.
Me hice la sorprendida lo mejor que pude.
—¿Ah sí?... Es impresionante como pasó el tiempo ¿No crees?— comenté con un gesto curioso— no se me ocurrió que toda mi travesía hubiera tomado unas semanas...
Una vez más, fracasé en mi intento de sonar casual y tranquila . Antoine estaba histérico y miraba de un lado a otro como un ventilador de bar a la orilla de la playa en Cuba.
—No. Debemos llevarla al médico de inmediato, deben que revisarla, hay que asegurarnos de que está bien y hablar con Marcus ahora mismo. — lo dijo tan rápido que sonaba extraño, impropio viniendo de él. No lo había visto actuar de esa manera desde el funeral del abuelo Stephen, y vaya que eso fue hace mucho tiempo.
Espera, "¿Marcus?", ¿Le dijo Marcus?.
Era una lastima que mi celular hubiese explotado, esto debí grabarlo y ponerlo en repetición para reírme hasta que me duela el estómago las veces que lo escuche.
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GOLDENMIST [editando]
Science FictionMarilyn Hawthorne, alegre, simpática y querida por todos, un prodigio de la bioquímica y futura heredera de la fortuna de su tío Marcus. Una explosión en el laboratorio dónde trabajaba lo cambio todo. Tras la fusión de un experimento olvidado y un s...