Capítulo 2 (parte 2)

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-¡Diablos!- exclamó el rubio con una expresión que combinaba muchas cosas pero donde el asombro era lo más resaltante. No podía creer que surgiera alguna otra cosa más genial en el día, ¿Qué se suponía que era esa selva?, ¿Un lugar encantado o algo así?. Seguía ahí parado sin poder dar crédito a lo que veía.

Una especie de gran altar, con las paredes cubiertas por un material que parecía oro y una alta piedra cilíndrica similar a una mesa donde reposaba un cofre mediano hecho de oro y obsidiana.
Claro, algo imposible de omitir era el hecho de que el lugar estaba rodeado por un surco con agua no muy profunda y una hilera de lanzas de oro tan puntiagudas que te hacían doler hasta los dientes con solo mirarlas.

Un detalle aún más curioso eran los símbolos que estaban dibujados en el piso frente a las lanzas y el surco.

No tenía ni el más mínimo conocimiento sobre la lengua de esos indígenas, pero no había que ser muy genio para entender que era una clara señal de peligro.

Comenzaba a asustarse, algo le decía que esto terminaría mal.

-En ese raro cofre está lo que buscamos- fue la voz de Marina la que finalmente lo hizo reaccionar
- eres una pequeña gallina, ¿lo sabías?...- dijo con una sonrisa burlona.

- Sí, claro que lo sabía... - respondió intentando no sonar nervioso- Oye, ¿y ahora qué?, ¿sólo lo tomamos y ya?. Déjame decirte que ese sistema de seguridad parece bastante inútil pero estas cosas escritas en el suelo me hacen creer que alguna especie de extraña maldición de los antiguos chamanes caerá sobre nosotros por robar esa cosa, Marina- sus ojos azules estaban muy abiertos y atentos hasta del más mínimo detalle.

Kapuy llamó con señas a Marina y estos comenzaron a hablar en esa lengua desconocida para Marcus, quién observaba desde su lugar como la expresión de Marina se volvía cada vez más triste. Algo extraño estaba sucediendo.
Ella estaba conteniendo las lágrimas, tomaba las manos de Kapüy repitiendo la misma frase como una súplica. Él joven indígena parecía estar intentando calmarla para seguirle contando lo que sea que le estuviera contando.

Sea lo que sea, de algo sí podía estar seguro: No era nada bueno.

Marina corrió hasta Marcus, con lágrimas en los ojos y con un hilo de voz le dijo:

- No podemos acercarnos al cofre... Las lanzas, el agua, la piedra e incluso el cofre por fuera están envenenados y además...

Marcus sintió como si su corazón se detuvo, eso era una completá locura

-Los espíritus de la cueva que han custodiado el cristal por siglos, exigen un sacrificio, la persona que saca el cristal de su lugar de reposo paga el precio por él con su vida.- prosiguió Marina aún sin creerse lo que ella misma estaba diciéndole.

-¿Qué?, ¿Quiere decir que todos moriremos?- preguntó Marcus que estaba a punto de hacerse en los pantalones - Debemos salir de aquí, no vine a este lugar a morir.

-No Marcus, tal parece que nosotros no moriremos...- explicó la chica con un nudo en la garganta.

-¿Estás diciendo que...?- balbuceó Marcus de vuelta sin poder acabar la frase.

Mientras intentaba procesar la información, se dio cuenta de que Kapüy estaba acercándose con paso decidido al lugar donde reposaba el cofre.

- Oye! - le gritó Marcus como acto reflejo, pero Kapüy no lo escucho.

El joven rubio buscó con desesperación una reacción de parte de Marina pero ésta se encontraba en un estado de resignación extrañísimo y las lágrimas no paraban de rodar por su rostro - Marina, mira eso, ¿qué le pasa a tu amigo?, ¡debe salir de ahí!, ¡está demente!, es... un suicidio...- exclamó con menos fuerza al final, entendiendo así, que no había marcha atrás.

GOLDENMIST [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora