-Oye... Tengo una pregunta -comenta Jin rebuscando en mi armario por alguna camisa mía que le gustara. Ya tenía una puesta, justamente la que me había quitado hace un rato.
-¿Sí? -pregunté acostado boca abajo en mi cama, observándola rebuscar.
-¿Por qué no dejabas que otras mujeres usaran tu ropa? Eso es lo que dijo Jennifer -encontró algo de su agrado y sonrió.
-Pues no me gustaba, me sentía incómodo con tan solo verlas y saber que podían arrugarla, ensuciarla y dejar su olor que sinceramente... era demasiado fuerte -arrugué la nariz.
-Oh... -ella miró la remera que había sacado recientemente-. Pero a mí me dejas hasta elegir.
-Claro, porque verte usando mi ropa me hace sentir bendecido por los Dioses -sonreí-. Y mejor aún si dejas tu aroma, pues es el único que me encanta y me hace sentir tan relajado.
Ella sonríe, vuelve a mirar mi ropa en sus manos y dobla la que sacó para volverla a guardar y cerrar la puerta del armario. Se acerca a mí y se acuesta sobre mi espalda, pegando su pecho a mí y sintiendo su respiración contra mi oreja.
-¿Te relaja? -cuestiona con una voz baja y suave, más sensual.
-Totalmente... -respondí cerrando los ojos, sintiendo cada parte de su cuerpo sobre el mío.
Me vi sorprendido cuando comenzó a besar mi oreja y a morderla un poco. Pasó a mi nuca y bajó por mi espalda. Solté un suspiro profundo mientras disfrutaba de sus besos contra mi piel, hasta que no pude aguantar más. Me levanté e hice que quedara por debajo de mi cuerpo, sosteniéndome de mis manos a ambos lados de su cabeza.
-¿Qué estás intentando? -pregunté con una sonrisa ladina.
-Nada, ¿por qué insinúas que tramo algo? -su sonrisa angelical no terminaba de convencerme.
-Ya, y yo jamás he tenido sexo -dije como comentario sarcástico.
-Pues entonces eres un virgen -se dio vuelta para evitar mirarme mientras suelta una risilla pequeña.
Fue mi turno de acostarme sobre ella aunque sin dejar caer todo mi peso, solo quería que me sintiera como ella hace un instante. Me acerqué a su oreja, copiando sus acciones.
-Como si un virgen pudiera hacer todo lo que estoy planeando hacer contigo, mi reina... -mordí su oreja y frote mi pelvis contra su trasero.
Ella se tensó y no respondió, sonreí victorioso. Su piel se eriza, más cuando sintió mis besos bajando por su cuello y luego iba a su nuca, apartando su cabello. Deslicé la yema de mis dedos por su espalda para que sintiera el recorrido de mi mano, delineé su curvatura hasta meter mi mano por entre sus piernas y tocar su intimidad por encima de sus bragas, pues no traía short.
-¡Hmg! -ella se aferra a la almohada al sentir mis dedos acariciando su intimidad.
Los froté comenzando a sentir la humedad traspasando la tela de su ropa, ella vibra de placer y jadea sin parar. Metí mis dedos por debajo de sus bragas y toqué directamente sobre su piel sensible, comenzando a entrar en ella.
-¡Mhm! -levantó la cabeza para soltar unos gemidos que comenzaron a afectarme-. Dylan...
-Dime si quieres que me detenga, aunque tu cuerpo me grita que no -susurré en su oreja, ella no dijo nada y gimió con más fuerza al sentir como metía un segundo dedo y la embestía con estos-. Eso creí.
Me movía con facilidad, estaba tan mojada que la lubricación era perfecta. Se sentía cálida pero poco a poco se calentaba cada vez más. Decidí detenerme y darle la vuelta, separé sus rodillas y estiré sus bragas para quitarlas, ella me ayudó levantando sus caderas. Estaba tan roja que eso la hacía verse más adorable.
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APOSTEMOS A LA VERDAD
Romance|| 3/4 saga "Volemos Siempre Juntos" || El regreso del hermano mayor de los Rais hizo emocionar a muchos y molestar a otros, pero más grande fue la sorpresa de todos al darse cuenta del cambio en él, pues sin duda no era el mismo que el de hace años...