Prólogo

111 7 1
                                    

2011

El timbre sonaba a las nueve de la mañana en la casa Hamilton. El ama de llaves abrió la puerta y se encontró un una chica alta y rubia que tenía la respiración entre cortada.

—Señorita Gema, pase por favor. —Ella entró y se sentó en un sillón—. ¿Gusta que le traiga algo? ¿Quiere que llame al joven Zack?

Negó.

—Necesito a James.

—¿A mi hermano? —preguntó Zack en el último escalón— ¿Qué sucede?

—Necesito decirle algo, solamente él puede evitarlo.

—Ve por mi hermano —le dijo a la señora que rápidamente subió las escaleras.

Zack le dio un vaso de agua a su novia y en pocos minutos bajó James extrañado de que la novia de su hermano lo buscara.

—¿Qué sucede? —se talló los ojos y pasó su mano por su cabello para peinarse un poco.

—Analú...

—¿Le pasó algo? —Como si le hubiesen lanzado una cubetada de agua fría, escuchar el nombre de aquella chica lo había hecho despertar completamente.

—Se va del país. Hace unos minutos me llamó despidiéndose de mí.

—¿Cómo?

—Su vuelo sale en media hora, si te vas ahora y tienes suerte podrás alcanzarla y...

Sin darle más tiempo salió corriendo a la puerta. Tomó las llaves del auto y comenzó a manejar lo más rápido que podía.

Se pasó algunos altos, rompió varias reglas de tránsito, pero nada le importaba. Faltaban cinco minutos cuando ya estaba a punto de llegar, pero un embotellamiento lo detuvo. Sonó el claxon varias veces, gritó miles de maldiciones a los demás conductores y a sí mismo. Ya cansado salió del auto y comenzó a correr entre todos los demás vehículos. Entró al aeropuerto y vio un avión despegar por la ventana. Comenzó a rogar porque ese no fuera el avión de su pequeña Ana Lucía.

Cuando llegó a la sala de espera vio a su novia junto a su madre que estaban llorando.

—¿James? ¿Qué haces aquí? —cuestionó su novia un poco confundida por su llegada.

—¿Y Analú? —ignoró la pregunta de Lara. Miró a las dos mujeres esperando una respuesta. La señora estaba sorprendida. No esperaba verlo ahí, mucho menos porque ella sabía la verdad— ¡¿Dónde está Analú?! —alzó su tono de voz debido a la desesperación de no obtener respuesta.

—Tranquilo James —se acercó a abrazarlo—, su avión ya despegó. Se acaba de ir.

—¡¿Por qué no me dijiste nada?! —se separó de ella molesto.

—Ella me dijo que no lo hiciera. ¿Qué te pasa? —Lo miró aún más confundida de lo que ya estaba—. ¿Por qué te pones así?

El rubio miró a las dos sin saber qué decir. La pelirroja teñida esperaba una respuesta a diferencia de su madre que ella ya sabía la razón del porque su yerno se encontraba en este estado ante la situación.

—James —comenzó a hablar la señora—, créeme que es lo mejor para todos.

¿Te arrepientes? #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora