Capítulo 3

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James Hamilton

Verla de nuevo era como volver a esa época en preparatoria cuando todo estaba bien entre ella y yo. Esa parte de mi vida donde sabía lo mucho que la amaba, pero les hacía creer a los demás que solamente era una hermana pequeña para mí. ¿Qué me hiciste Ana Lucía? ¿Cómo fue que me enamoraste a tal grado?

—¿No me vas a contestar? —sonreí— Han pasado ya diez años, ¿que no me extrañaste?

—¿Lo conoces? —preguntó su amiga rubia sin dejar de sonreírme.

—¿Por qué no nos dijiste? —La otra tampoco borraba su sonrisa.

—Soy su amigo —respondí a la pregunta de la rubia.

—No —espetó. Mi rostro cambió por completo. Con solo una sílaba logró que mi sonrisa se borrara. ¿Desde cuándo el trato implicaba ya no ser amigos?—. Solamente es el ex de mi hermana. —Su rostro era serio y estaba evitando a toda costa mi mirada.

No ha cambiado nada.

—¿Tienes otra hermana? —cuestionó la pelinegra.

—Mi hermana muerta —me miró. Esta vez fui yo quien evitó la mirada—. ¿Qué haces aquí? —cuestionó de manera fría. De la misma manera en que comenzó a tratarme hace 10 años.

—Debemos hablar. —Intenté que no se notara lo confundido y dolido que estoy en este momento.

—¿Para qué?

—No puedo decirte aquí. —Miré a sus amigas.

—Tú ve —le ordenó la pelinegra.

—Nosotras te cubrimos. —Tomó a Analú por los hombros para levantarla de la silla y se sentó en ésta.

Observé sus movimientos con mucha atención. Desde su suspiro de resignación hasta la señal que me hizo con su mano para seguirla. Me llevó hasta el restaurante del hotel y eligió una mesa alejada de todos.

—¿Ya me dirás? —Se sentó y me miró fijamente.

Antes de decir algo me limité a imitar su acción.

—Justamente eso te iba a preguntar. ¿En qué problema estás ahora, petita?

La nostalgia se hizo presente en su rostro. Miró a otro lado y pude ver cómo su mejilla se tornaba de color rojo. Sonreí automáticamente.

—Hace... mucho no me decías así.

Sin duda no ha cambiado nada. Sigue siendo esa chica tímida de preparatoria.

—Lo sé, pero no desvíes la pregunta. Siempre tuviste ese don para meterte en problemas y yo te prometí hace 13 años que no importara quién o cuantas veces, yo siempre te salvaré.

—Esa promesa se rompió hace diez años, James —volvió a espetar.

—Claro que no —contradije.

—Sabes porqué decidimos hacer esto —murmuró.

—Tratarnos distante, lo sé. —Froté mis manos contra mi rostro—. Pero no era para que te fueras del país. Ni siquiera me dijiste cuando volviste.

—Gema me dijo dos meses después de la muerte de Lara por orden de Lourdes.

Recordé aquella llamada que mi cuñada hizo en mi presencia. Ese día en que me di por vencido, en que deseché la esperanza de que Lara continuara con vida y permití a Gema llamar a mi petita.

—Volví para ver la tumba de mi hermana —sus ojos se llenaron de lágrimas—. Teniendo en cuenta por quien volví, no creí que fuera lo correcto buscarte.

¿Te arrepientes? #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora