Capítulo 21

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Ana Lucía

No me di cuenta de la gravedad de lo que había dicho hasta que Lara se me abalanzó y terminamos en el suelo. Ella estaba sobre mí intentando golpearme. Yo solo podía intentar cubrirme.

—¡Te voy a matar, maldita zorra! —Jaló mi cabello— ¡Eres una puta resbalosa de mierda!

—¡No! ¡Déjala! —Edmon la quitó de encima de mí y me ayudó a levantarme— ¿Estás bien? —Asentí. ¿Por qué me ayuda?— ¡Глупый! ¡¿NO TE DAS CUENTA QUE SI LE PASA ALGO NO PODRÉ HABLAR CON MELISSA?!

De verdad le importa Melissa...

—¡¿CREES QUE ME IMPORTA?! ¡QUE MELISSA SE VAYA A LA MIERDA! ¡ESA MALDITA —me señaló— ES UNA PUTA ZORRA QUE SE ACOSTÓ CON MI NOVIO Y SE EMBARAZÓ!

—Eso a mí no me importa, no dejaré que le hagas daño.

—Y a mí no me importa tu exnovia, —sacó una pistola— yo mataré a esta zorra —me apuntó.

Edmon intentó quitarle la pistola. Los dos comenzaron a forcejear. Salió un disparo hacia la pared. Otro disparo salió y sentí un dolor en mi brazo.

—¡Ah! —coloqué mi mano en la herida. Cuidadosamente la quité un poco y corroboré lo que ya sabía: me dispararon.

—¡No! —La empujó mientras golpeaba su rostro— ¡LÁRGATE DE AQUÍ ANTES DE QUE TE MATE!

Lara me miró por última vez y salió corriendo de la habitación. Edmon se acercó para ayudarme, se veía nervioso y murmuraba varias cosas que no entendía puesto que lo hacía en ruso. Observaba mi herida y con una de las cuerdas con las que me había amarrado hizo un torniquete en mi brazo para evitar que siguiera sangrando.

—Por favor, dinos que aún podremos hablar con Melissa. —Su mirada me suplicaba que le dijera un sí, pero en el fondo se veía como una ira explotaría si le decía que no.

Al final, no pude contestarle, el sonido de las puertas abriéndose con violencia y algunos disparos afuera nos alarmaron, tomó el arma del suelo y me asusté de inmediato.

—No te asustes, no te haré nada. —Su tono de voz había vuelto a cambiar—. Sin embargo, no garantizo el bienestar de todos allá afuera, ni siquiera el de Zicky. —Salió de la habitación.

10 años antes

Varias imágenes de James y mías pasaban por mi mente. Podía sentirlas como si en verdad hubiesen ocurrido. Todo en mí me decía que había ocurrido, pero no, es imposible. James jamás hubiese permitido que sucediera, aunque yo sí.

—Analú... Analú... —Escuchaba su voz hablándome dulcemente.

Sentía sus besos, sus caricias, miles de sensaciones que recorrían mi cuerpo, el cómo se erizaba mi piel ante su tacto, cada palabra que salieron de nuestras bocas, cada embestida.

—Pe... Analú...

Maldición, el mejor sueño erótico que he tenido con él en toda mi vida.

—Cinco minutos más, Lourdes —dije adormilada, no quería por nada del mundo despertar de este fantástico sueño. Pero cuando abrí los ojos supe que no había sido un sueño, sino recuerdos de lo que había pasado anoche—. ¿Qué...? —me levanté y observé a mi alrededor y solamente comprobé lo que ya sabía: estaba en la habitación de James, en su cama, junto a él y los dos estábamos desnudos— James...

—Analú...

Nos miré a ambos y tomé la almohada que era lo único que tenía para cubrirme en ese momento. No sabía cómo reaccionar. Ni siquiera sabía cómo sentirme. Esa parte que tanto le tiene miedo a Lourdes y que admira a Lara me decía que debía sentirme culpable, pero... ¿En verdad me sentía culpable? ¡Acabo de acostarme con el novio de mi hermana, claro que debo sentirme culpable! ¡Debería de arrepentirme por esto! Pero no lo hacía.

¿Te arrepientes? #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora