Tengo una queja, o quizá
Es más un pensamiento melancólico en medio de una noche fría, silenciosa y, porque no, un poco menos solitaria que en años anteriores.Recientemente, en este encierro que ya es infinito y que permanecerá más haya de las restricciones humanas; he retomado mi viejo y casi olvidado camino del estudio filosófico, que, debo decir desde ya, es meramente para ilustración propia, por el placer de aprender algo que normalmente no aprendería, solo por...conocimiento y nada más.
En este camino, que había estado estancado mucho tiempo en la filosofía de estándar: desde viejos conocidos como Sócrates hasta la filosofía de Marx. Aprendí de estos viejos lo que todos aprenden, lo que todos saben y lo que pocos comprenden.
No obstante, el mundo no son solo viejos conocidos demasiado famosos para su propio bien, también hay cientos de otros que, lentamente, todos llegamos a conocer en los giros que da el destino.
En estos giros, en estos caminos que recorres mirando al cielo, esos donde dejas que tus pies te guíen sin necesidad de pensar. Me tope con la posmodernidad, bueno, primero pase un poco con la modernidad pero, no disfrute el viaje que me llevo a esta conclusión.
En la presente hago incapié de mi tristeza, mi frustración y ansiedad, porque está revelación mía, a altas horas de la madrugada así como toda buena revelación, me ha dejado insatisfecha y triste.
Por motivos emocionales y físicos he deseado, desde un tiempo para acá, comprender la filosofía estoica, ha Sido un desesperado deseo por hacer mía esa filosofía y vivir en paz, sin sufrimiento, sin dolor, porque en mi condición actual un poco de esto me resulta mortal.
Mientras estudiaba está filosofía con el ainco de un desesperado, conocía a otros tantos, entendí la filosofía del perro que es cínica pero es lógica, entendí la filosofía del taotista que es calmada pero demasiado buena para este mundo occidental, me rei de nuevo con Nietzsche como no hacía en años y pasados unos meses me queje del absurdo y mandé al viejo solitario de Nietzsche a descansar un tiempo más antes de nuestro próximo encuentro, entre tanto, no comprendía el estoicimos, me sentía desesperada y frustrada por no poder aplicar la filosofía que tanto esfuerzo estaba dando por aprender. Fue aquí, en medio de un estanque de coraje y frustración, que un amigo mío, que ahora ya es un santo de mi devoción, vino a mi con la fantástica y curiosa recomendación de un filósofo que me hizo llegar a esta dolorosa revelación de madrugada.
Emil Cioran, el filósofo suicida.
Y al oír su biografía, leer sus libros y sentirme de alguna forma más allá de comprensión mundana, feliz y relajada, supe qué, todo hasta este punto de mi vida no era erróneo, no me sentí sola, por primera vez en muchos años tuve el mismo ánimo que me dió aquel primer acercamiento serio hacía la filosofía, cuando mi profesor puso en mis manos el conocimiento de Sócrates a través de Platón, cuando me hizo darme cuenta de que todas mis divagaciones de niña eran cosas que alguien más también había pensado, alguien más comprendió primero y me sentí feliz, con esa nostálgica alegría de no estar sola, de saberme comprendida por otro ser humano que dijo y pensó lo que yo decía y pensaba mucho después de ellos.
Pero la maravilla y el encanto no ha sabido durar, Cioran me hizo reflexionar de mis métodos, si, y gracias a él deje de lado la desesperación y angustia por saber del estoicimos para centrarme en otras tareas igual de enriquecedoras. Leer a los viejos maestros me sirvió, Wilde aunque, lo resiento aún, ha Sido mi mayor compañero en estos tiempos, después están algunos viejos conocidos, Lovecraft y Por se acercaron a mi con la desencia de un testigo de Jehová en pleno sábado de primavera, los recibí de buen ánimo y me hice caer entre su narrativa espeldida y familiar como hacía tiempo no hacía, también conocí a otro hombre igual de maravilloso, Charles Baudelaire, de quién no sabía nada más que rumores hasta hace poco; con ellos y luego, con el agregado de Benedetti, Sabines y Neruda, he pasado los meses sin sentir más ansiedad, sin temer no entender, pero inegablemente huyendo de mi objetivo inicial.
Es así como está noche, que ya no es tan joven, me rendí a otro viejo conocido, Hess, mi buen ánimo y mi buen enemigo, siempre he resentido sus historias, más por las cosas crudas que no me advierte escucharé que por su prosa, con Wilde me pasa algo similar, pero al menos con él siempre hay algo que lo delata, siempre tengo la sensación intempestuosa de que algo se aproxima y no me gustará, pero bueno, ingleses.
Hoy, tras la primera lectura a "Lobo estepario" recordé porque pospuse tantos años esa lectura tan importante, para luego casi querer ahorcarme. ¿Que tiene que ver Hess y Cioran? Pues bueno, después de una charla viseral conmigo misma, resolví en decir que ambos comparten la necesidad de decir que, lo más lógico después de hacer todo, es morir. No obstante, ambos se sostienen y dicen que hay que dar hasta el último impulso, a sus palabras respectivamente, porque la muerte que se propone debe ser racional y no pacional, debe conocerse todo de si mismo, justificarse siempre sin alegatos emocionales fuera de sentido profundo, la muerte tiene que ser algo venido del pensamiento y no del corazón.
Fue como me di cuenta que ambas cosas, el lobo estepario y el inconveniente de haber nacido, llegaron a mi o muy tarde o muy temprano, y en ambos casos es terriblemente desolador. Si ha llegado muy temprano aún hay esperanza, aún puedo leerlo otra vez en algún otro tiempo, pero si ha llegado muy tarde...es una pena por la cual no lloraré.
Al final, todo mal tiene siempre una enseñanza, y está fue que, en cuanto a estoicismo respecta, he entendido la mitad, aceptar no es algo que haces mecánicamente, es comprender, es ser racional, para que, incluso si te dicen que tienes que morir, lo hagas, no por obediencia, sino por comprensión absoluta de que es la única solución.
Creo que, no ha Sido muy tarde ni muy pronto para comprender a Cioran, solo que soy muy lenta para entender, pero a medida que avanzó, Cioran y Seneca van teniendo más relación de la que puedo imaginar.
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Obra
PoetryUn pequeño espacio donde de a poco voy dejando una parte de mi historia. Como una linea en el tiempo marcando acontecimientos que dan fe de mi existencia. Escrito en el mejor momento para escribir, en la soledad de la noche.