Un consuelo para el alma

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"No es suficiente" dice mi corazón
"Debe serlo" insiste mi cerebro"Es lo único que nos queda"
Y mientras ambos pelean mi alma se olvida lentamente de ambos, sin amor y sin conciencia de si misma solo espera que la temporada cambie, el otoño termine de agobiarla y el invierto enfríe su dolor.

Una bella tradición de mi país llega a finales de otoño, cuando todos los que se han ido vuelven y una vez más nos sentamos juntos a la mesa mientras disfrutamos de un reencuentro maravilloso y único en el año.

Las palabras de corazón que añoran volver a abrazarlos y decirles cuánto los ama son casi lágrimas de tristeza y soledad, aún duele y dolerá hasta el final porque así es cuando extrañas a alguien que amas, duele incluso cuando no te das cuenta.

La respuesta del cerebro es insatisfactoria incluso para él mismo porque en lo profundo añoran ver sus rostros, escuchar sus voces y conversar como solía hacerlo con aquellos que solo por un breve instante volverá a a ver.

Este es el consuelo del alma, aquella a quien no le importa el dolor de las palabras que no serán pronunciadas, del afecto que será expresado y la satisfacción mundana que regresará. Su consuelo es qué, al menos por un día, un importante y especial día, volverá a sentirlos,  volverá a recordarlos y reirá de nuevo de todo lo que vivió con ellos, el alma no espera volver a tocarlos ni verlos, para ella solo saber que regresarán es importante.

Duele, duele tanto que la espera me consume ¿Cuando volveré a verlos?¿Cuanto más debo aguantar? Un mes, dos meses, horas, minutos, segundos, la espera me impacienta y deprime. Quiero volver al pasado y abrazarlos una última vez, quiero reírme y jugar con ellos, quiero hacer tantas cosas una última vez con ellos...

¿Será que podré hacerlo? Un día al año regresan aquellos que se fueron, que continuaron un camino lejos de nuestros ojos y entendimiento, un día al año los corazones en suspenso se calman, el alma suspira y los recuerdos se convierten en anécdotas que nos acompañarán una noche junto a ellos.

Espero con ansias esa noche, para recordar y reír, llorar y admitir cuánto los extraño, y también para dejar de sufrir. Solo quiero saber que ahora ellos están bien y que cada año, por una noche, volveré a verlos.

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