La apuesta de la segunda decada

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Porque la belleza se guarda a la distancia del viaje que se empieza.

Alejada de todo lo que uno conoce la verdad siempre nos espera, parece que es familiar pero juro que es la primera vez que la veo.

Con esos ojos de fiera y esa sonrisa malévola parece querer decirme que estoy equivocada, como si el viaje que apenas inicio fuera en mal rumbo.

Que clima más apático, es soleado cuando me siento nublada y es nublado cuando quiero deslumbrarse con la calidez del sol.

Un viaje sin vuelta atrás, ojalá hubiera traído más cosas que me recordarán a mi familia. Porque nunca se sabe cuánto pueden durar los viajes y nunca se sabe cuándo veremos a la familia otra vez.

Lo único cierto es que nada es realmente cierto.

Temerosa del largo y bravo viaje tome todo lo que considere me sería de ayuda, sujete todo con suficiente fuerza para que nada se cayera en el camino, puse almohadas y coloque mantas suaves para suavizar los golpes del viaje, porque estaba segura de que no sabría que pasaría en un largo camino como el de la segunda década.

Ya estaba preparada, con un casco y rodilleras, lista para recibir los primeros golpes como nunca antes lo había estado.

Supongo que no haber contemplado mi propia fuerza fue lo que me causo incomodidad, termine botando todas las cobijas cuando ví la oportunidad, después de todo, creo yo, lo divertido son las experiencias y evitarlas es lo que nos hace inexpertos para los verdaderos problemas.

Apenas he pasado algunos baches en mi camino, apenas he hecho algunas horas de viaje, pero ya he aprendido que soy más fuerte de lo que me esperaba.

El camino está hecho, para quien quiera aventurarse, pero uno siempre puede encontrar la forma de perderse y decir que adelante no hay más sendero disponible, eso me pasó a mi, casi por un instante, tuve miedo y me sentí abrumada, apenas en ese instante me fijé que estaba sola, yo sola, no había un copiloto a mi lado, no había una madre que me ayudara ni un padre que me calmara y dijera que él lo solucionaría, tuve que hacer yo misma el ajuste, tuve que abrirme paso sola, emocionada y asustada, tuve que seguir adelante por un lugar que nadie había recorrido antes.

Los mapas que me dieron, aunque muy educativos, realmente no me sirvieron, no había forma en la que llamara a casa y dijera "Hey, este bosque no está en el mapa ¿Me perdí?" Eran los lugares o eran mis rutas, al final entendí porque para un solo propósito habían tantos mapas, todos los que habían pasado por allí antes que yo tuvieron que hacer sus propios caminos, y dejaron escrito, como prueba quizás de su propia  travesía, el camino que siguieron.

Yo también estoy dibujando mi mapa, no es muy increíble y no creo que sirva de mucho cuando lo termine, pero será parte de mi historia, de la travesía de la segunda década, así cuando vuelva a casa lo colgaré en la pared, presumirse que logré cruzar lo desconocido y supe volver, preusmire mi existencia, porque este mapa es eso, prueba de que existí en algún momento, en algún sitio, y que de alguna manera hice un viaje desconocido.

He hecho mucho en estos meses de viaje, he avanzado por sitios y puestos que alguna vez escuche tendría que cruzas o que yo misma quería cruzas pero nunca me había atrevido a hacerlo y aún los veía como algo muy lejano, he hecho cosas que pensé solo se mantendrían como sueños y solo por esas pequeñas victorias estoy feliz, satisfecha de mi progreso.

Aún me faltan desiertos que cruzar, selvas que pasar y mares por nadar, pero de una u otra forma, sé que aún si enfrentó tormentas en lo que sigue del viaje, yo podré seguir avanzando.

Voy a lo desconocido, para hacer conocido lo desconocido, para perder lo que he conocido y olvidarme de eso, voy a dónde todos van pero nadie sabe explicar que es y como todos lo voy a cruzar.

Pienso escalar montañas, cruzar valles e incluso, si se da la oportunidad, andar por las faldas de algunos volcanes.

Todavía me queda mucho por hacer, mientras hay astronautas en el espacio que igual que yo están cruzando los por el inmenso vacío del espacio exterior, yo viaje sola, como ellos, y veo paisajes desconocidos que me recuerdan lo conocido alguna vez, yo también añoro mi hogar pero aún no volveré, porque cuando vuelva quiero ser como los astronautas, llenos de cosas fascinantes en sus haberes.

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