Capítulo 3

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Elle Montaner

Me acerco a Miguel dejándome caer a su lado en la acera, todo es mi culpa.

—Cálmate. No es para tanto —dice mi hermano sin ni siquiera un ápice de culpa.

—Llamaré a una ambulancia.

Mis manos tiemblan y antes de poder marcar Asher me arrebata el artefacto.

Se arrodilla a mi lado, toma mi mano, puedo sentir mis lágrimas cayendo, pero de algún modo su toque me reconforta.

—Miguel no merece piedad.

Miguel me invitó al cine y luego intentó besarme tras el recinto, no quería recibir el beso, pero me obligó y Asher lo atropelló.

Él ni siquiera puede conducir, roba los autos de mamá para espiarme y hacer de las suyas.

—Ten. —Pone un puñal entre mis manos—. Quieres hacerlo. Hazlo.

—No, no quiero.

Mis manos tiemblan y dejo el arma en el suelo.

—Algún día Miguel abusará de alguien. ¿Quieres ese peso en tus hombros?

—Fue solo un beso... —digo entre lágrimas.

—Todos los abusadores comienzan robando besos.

—Llamemos una ambulancia y vámonos, ¿si? —intento razonar.

Asher hace una mueca de disgusto.

—Eres tan débil. —Recoge el cuchillo y lo entierra en el pecho de Miguel.

La realidad vuelve a mí como un balde de agua fría y me levanto corriendo hasta el baño, lavo mis manos con mucha agua y jabón como si eso pudiera borrar los recuerdos de esa noche, como si pudiera olvidar el cuerpo sin vida de Miguel y los ojos sangrientos llenos de euforia que lo apuñalaron una y otra vez.

Salgo del baño aún temblando, hoy recordé la pesadilla que tuve, siempre son así... recuerdos distorsionados o como tal solo recuerdos. Practico los ejercicios de respiración que aprendí en terapia para relajarme. "Él ya no está, nada malo va a pasar. Soy fuerte, soy buena y estoy en un lugar seguro" me repito ese discurso hasta que la tensión abandona mi cuerpo, nunca por completo pero si lo suficiente para seguir con mi día.

En mi segundo día en la universidad. Me pongo en los primeros puestos, no quiero mirar alrededor, me siento observada como si en algún punto de la sala hubiera alguien mirando y juzgando todos mis defectos. Hoy vestí un vestido de volantes blancos, un suéter del mismo color y tenis cómodos.

—Quiero sentarme aquí así que te vas —dice una voz conocida.

Levanto la vista y veo una cabellera dorada con mechones azules y ojos del mismo color, es Halsey.

—Tenemos algunas clases juntas —explica mi antigua compañera del colegio—. Ayer me senté aquí y hoy también lo haré.

—¿También estudias negocios? —pregunto.

—Economía —corrige.

Pone su mano sobre la mesa de caoba, en su mano hay brazaletes y anillos combinados, ella tiene un estilo acorde a las tendencias, es bonita y algo mala.

—¿Qué tal si nos sentamos juntas? —Propongo.

Sus ojos azules me miran con asco, luego bota un suspiro rendida.

—Da igual, solo no me hables. —Se sienta y comienza a revisar su celular.

Miro lo que teclea y veo en su cuenta de Instagram más de cincuenta mil seguidores, me ve observando así que aparto la mirada de golpe.

Dulzura Disfrazada [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora