Capitulo 36

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Elle Montaner

Aleksander aprieta un botón en la pared y se enciende una hilera de luces que no alumbran demasiado, pero sí lo suficiente. Comenzamos a caminar por el pasillo angosto de piedra, le aprieto la mano con fuerza pues me asusta un poco estar dentro de un túnel de cientos de años, hay telarañas, está frío y polvoriento. Por suerte mi temor se disipa cuando Aleksander comienza a hablar.

—Solía escabullirme por estos pasadizos cuando era pequeño. Asustaba a la gente —se ríe —. Una vez puse sonidos de terror en la habitación de Erlik, siempre se hace el malo pero esa vez se cagó de miedo y durmió con la luz encendida.

El ríe a carcajadas al recordar aquello, también sonrío. Me pregunto como habría sido conocerlo mucho antes, quizás a los catorce años. Dudo que nuestras personalidades coincidieran en amistad, pero me habría gustado estar riendo con él, olvidando lo malo que sucedía en mi vida en aquel entonces.

—¿Crees que habríamos sido amigos si nos hubiéramos conocido cuando éramos pequeños o en la adolescencia? —Pregunto expectante. Él me mira un segundo y responde un rotundo "no" —¿Por qué no?

—Porque no lo habríamos sido, solo lo sé.

—Eres malo. —Le hago un puchero.

Me observa detenidamente unos segundos.

—Aunque me hubiera gustado conocerte y haberte dado tu primer beso.

Mi primer beso... mi corazón late inquieto al recordarlo, una profunda sensación de angustia me agobia por un segundo, pero luego me doy cuenta que estoy con Aleksander y eso me hace sentir mejor.

—Ojalá hubieras sido tú —digo con añoranza.

Luego de dar un par de vueltas Aleksander abre una rendija que nos permite observar una gran sala de juntas en donde las personas están sentadas en asientos de cuero rodeando una larga mesa de madera oscura.

—Esto es increíble —le susurro a Aleksander.

Él se pone detrás de mí, inclina su cabeza hasta posicionarla en el hueco entre mi cuello y hombro. La calidez de su cuerpo me envuelve la espalda, tomo sus brazos y los hago rodearme la cintura en un abrazo.

—¿Me ofreces la mitad de las acciones? —La voz de mi madre se escucha fuerte y clara, como si yo estuviera dentro de ese salón —. Puedo oler la desesperación a kilómetros, Erlik Blair. Nos reúnes mostrándonos tus lujos y excentricidades, ofreciéndonos tratos demasiado favorables a cada uno de nosotros, ¿esperas que no sospechemos de ti?

Mi madre siempre piensa rápido con respecto a todo, desearía haber heredado su inteligencia.

—Es usted la mujer astuta que mencionó mi padre, señora Montaner. Pero le recuerdo que no porque algo sea demasiado bueno debe haber algo malo detrás, tengo más dinero del que me gustaría presumir, ustedes tienen los apellidos, soy honesto cuando digo que sólo intento limpiar el nombre de mi familia.

Erlik Blair muestra seguridad, pero cada dos palabras bebe agua de su copa como si se le secara la garganta. A pesar de que intento concentrarme en lo que estoy viendo no puedo hacerlo pues Aleksander besa la piel sensible de mi cuello distrayéndome.

—¿Es eso o quieres lavar dinero? —Suelta la voz de un hombre mayor con opulencia, vestido de traje y corbata —. Es sabido que eres prófugo de la CIA, te están investigando, niño.

Miro de reojo a Aleksander para ver su reacción frente a tales palabras pero no parece importarle, simplemente está escuchando como quién escucha cualquier conversación trivial. De hecho pone su cuerpo más cerca de mi espalda y sus manos comienzan a subir desde mi estomago hasta mis pechos, una sensación placentera recorre instantáneamente mi cuerpo.

Dulzura Disfrazada [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora